Las bicicletas de bambú, una brillante idea de la joven Bernice Dapaah, proporcionan trabajo y un medio de transporte sostenible a la población de Ghana. Un proyecto en el que todo son ventajas: los niños llegan antes al colegio y tienen más tiempo para estudiar, mientras las tierras de cultivo se regeneran gracias a una de las plantas que más oxígeno genera



Muchos emprendedores dicen que la forma más fácil de que surja una idea es resolver un problema que ya tienes. Esa fue la premisa de Bernice Dapaah cuando hace más de una década decidió forjar un camino poco convencional hacia el empleo. A punto de graduarse con un título en administración de empresas, pero con un mercado laboral sombrío en Ghana, unió fuerzas con un puñado de estudiantes de ingeniería para crear un producto innovador a partir de un cultivo abundante en su país, el bambú, que sirviese a la vez para mejorar la vida de la población, en especial de los niños.
De pequeña, Bernice tuvo que caminar muchos kilómetros de ida y vuelta a la escuela. “Cultivábamos nuestra propia comida, nos despertábamos temprano para trabajar en el campo y nos preparábamos para la jornada, y luego tenía que caminar muchos kilómetros hasta la escuela”. Por supuesto, una caminata larga hasta o desde el colegio tiene múltiples efectos en cadena: los estudiantes están demasiado cansados para concentrarse en la escuela o concentrarse en sus tareas, y pasan preciosas horas de luz yendo y viniendo.
Hasta que un día, su abuelo le cambió la vida comprándole una bicicleta. «Podía despertarme más tarde, tener más energía para estudiar y pasar más tiempo ayudando en la casa y en la pequeña granja», explica. Y todos esos beneficios, se le vinieron a la mente al buscar una idea de éxito para crear su propia empresa. “Quería hacer algo por mí misma, pero también para ayudar a la comunidad”, señala.


Así fundó Ghana Bamboo Bikes en 2009 en Kumasi, al sur del país, que ha cosechado premios y reconocimientos por todo el mundo. La empresa social tuvo múltiples beneficios: proporcionó empleo a los jóvenes locales, dio una alternativa asequible y ecológica a los automóviles y motocicletas para la población, y fomentó la plantación de bambú, un cultivo que ayuda a prevenir la erosión del suelo. Además de la venta de bicicletas, la empresa ha organizado servicios de alquiler en las comunidades y distribuye de manera gratuita bicicletas a rincones remotos de Ghana para ayudar a los niños en edad escolar que viven lejos de sus colegios.
Bicicletas más resistentes y sostenibles
A Bernice también le intrigaba trabajar con el bambú, influenciada por su abuelo, que era forestal. “El bambú es fascinante. Mi abuelo lo cultivó de forma salvaje, por lo que siempre estaba cerca de este cultivo. Vi lo fuerte que era, veía a la gente hacer sillas con él y me di cuenta de que podría usarse para hacer otras cosas. Así, la idea surgió: ¿por qué no bicicletas?«.
Las bicicletas creadas por su empresa son resistentes, ligeras y duraderas y tienen además serias credenciales ecológicas: no solo son una alternativa asequible y ecológica a los automóviles, sino que el bambú crece rápidamente, produce hasta un 35% más de oxígeno que otros árboles y ayuda a prevenir la erosión del suelo, una causa importante de preocupación para los agricultores de Ghana.
«El bambú es cinco veces más resistente que el acero, en China lo utilizan como andamio ”, explica Bernice. Además su construcción consume mucha menos energía que la de una bici normal y, para satisfacer la demanda y al mismo tiempo mitigar el cambio climático, el equipo planta 10 árboles por cada uno que usa en áreas donde el bambú ayudará a restaurar el suelo después de años de degradación de la tierra.
Aparte de los obvios beneficios de sostenibilidad, las bicicletas de bambú ofrecen una serie de ventajas sobre las tradicionales con armazón de metal. El bambú es naturalmente flexible y da como resultado un paseo más suave, debido a una mejor absorción de impactos.
Reconocimiento merecido
La brillante idea de Bernice ganó el prestigioso premio Seed en 2010, solo seis meses después de su primer prototipo, y desde entonces ha ganado otros 10 premios a nivel internacional. Entre ellos el Premio a la Acción Global sobre Cambio Climático de la ONU que ganó en 2013. “Para un joven emprendedor, tener ese nivel de visibilidad era enorme”, dice. “Pudimos relacionarnos con todos en el evento y hacer nuevos contactos. E incluso Ban Ki-Moon se montó en una de nuestras bicis. ¿Te imaginas al (entonces) secretario general de la ONU sentado en tu bicicleta? Fue un gran momento y nos abrió muchas puertas”, recuerda.


Entre otros premios cosechados por la iniciativa destaca el nombramiento de Bernice como Líder Mundial Joven por el Foro Económico Mundial, la designación como embajadora del Foro Mundial del Bambú o el Premio a la Mejor Práctica otorgado por ONU Hábitat.
En general, Bernice es optimista sobre el futuro del planeta y ha visto un cambio en las actitudes hacia el cambio climático en Ghana en los últimos años. “Cada vez más personas aquí son conscientes del cambio climático y toman decisiones sobre lo que compran en función de él”, dice. «Creo que hay muchas esperanzas de que si continuamos en este camino, todos podemos hacer una diferencia, pero debemos seguir trabajando duro para lograr ese objetivo».


Sus propios planes incluyen expandir su empresa para que pueda contratar a más lugareños, vender más bicicletas y ampliar su programa de donación, algo que será una situación beneficiosa tanto para la comunidad local como para el planeta. “El bambú es bueno para absorber carbono, por lo que cuanto más sembramos, mejor”, dice. «Y cuanta más gente vaya en bicicleta, menos emisiones habrá y más sana estará la población». Y, sin duda, cuanto menos tarden los niños en llegar al colegio, más tiempo tendrán para estudiar y obtener un futuro de éxitos para ellos y su país.
