En Costa de Marfil, los residuos plásticos acaban convertidos en ladrillos para construir colegios gracias a Unicef y jóvenes como Kherann Yao, que ya ha sembrado su país de clubes medioambientales para enseñar a los niños la importancia de la naturaleza



A sus 27 años, Kherann Yao es todo un icono en el movimiento medioambiental de Costa de Marfil. Su compromiso con la naturaleza y con la infancia de su país le valieron en 2018 el título de Campeón de la Juventud otorgado por Unicef. Incansable, ha seguido trabajando desde entonces y actualmente está encabezando un proyecto emblemático de la organización en su país, que une la economía circular y la restauración de ecosistemas con la protección a la infancia, la educación y el progreso social y económico. Todo un logro del que se muestra muy orgulloso.


Pero empecemos por el principio. Desde muy pequeño, Kherann desarrolló una estrecha relación con la naturaleza que comenzó con el cuidado de las plantas de su casa. Aprendiendo sobre botánica y ecosistemas se dio cuenta de los problemas ambientales de su comunidad y se volvió cada vez más sensible a los retos de su país en esta materia. El joven se graduó en Derecho en Costa de Marfil y continuó sus estudios en gestión de proyectos de desarrollo que lo llevaron a vivir en Sudáfrica.
Fue en este país donde descubrió el poder de la comunidad en el cuidado del medio ambiente y aprendió la importancia de la conciencia cívica para avanzar. Cuando volvió a Costa de Marfil decidió inculcar entre sus amigos esta preocupación y creó un grupo de Facebook, ‘Les ecologistes de Côte d’Ivoire’, para debatir sobre temas ambientales y concienciar sobre temas ecológicos. Las actividades grupales se desarrollaron rápidamente y con mucho éxito entre los jóvenes. Kherann decidió entonces estructurar mejor su iniciativa creando la ONG Green-Ivory para realizar actividades de sensibilización entre niños y jóvenes en escuelas públicas y campañas dirigidas a empresas y sociedad en general.


Para Kherann, una transición ecológica exitosa implica necesariamente la educación ambiental de la población y especialmente de los niños que representan el futuro. En 2018, lanzó el proyecto ‘Escuela verde’, una iniciativa para educar a los niños pequeños sobre la protección del medio ambiente mediante la creación de clubes ambientales en las escuelas primarias públicas de Costa de Marfil que desarrollan talleres para los pequeños.
El cambio positivo experimentado por las comunidades y su incansable labor de concienciación le valieron el reconocimiento de Unicef, que le ha hecho embajador de distintos proyectos de desarrollo tanto en su país como en todo el continente africano.
De botella de plástico a colegio
El proyecto de Unicef en el que participa Yao que más repercusión está teniendo en Costa de Marfil es la puesta en marcha de un fábrica, en asociación con la empresa social colombiana Conceptos Plásticos, que convierte los residuos plásticos en ladrillos modulares fáciles de ensamblar para construir escuelas. “Esta fábrica está a la vanguardia de las soluciones inteligentes y escalables para algunos de los principales desafíos educativos que enfrentan los niños y las comunidades africanas”, explica. “Su potencial es triple: más aulas para niños en Costa de Marfil, reducción de desechos plásticos en el medio ambiente y vías de ingresos adicionales para las familias más vulnerables”, afirma.
Costa de Marfil necesita 15.000 aulas para satisfacer las necesidades de los niños que no tienen un lugar donde aprender. Así, con el plástico reciclado recolectado en áreas contaminadas en Abidján y sus alrededores, se construirán 500 aulas para más de 25.000 niños en los próximos años, con potencial para aumentar la producción. Las aulas además serán para un máximo de 50 alumnos, la mitad del número medio de alumnos por aula que tienen en la actualidad los colegios de Costa de Marfil.


Pero ¿por qué plástico? La contaminación de este material es un grave problema en los suburbios de las comunidades del país. Según la ONU, la gestión inadecuada de estos desechos provoca el 60% de casos de malaria, diarrea y neumonía en los niños, afecciones que destacan entre las principales causas de mortalidad infantil en esta zona. Al obstruir alcantarillas y proporcionar lugares de cría para los mosquitos y las plagas, los plásticos contribuyen a la propagación de estas enfermedades. Solo en Abiyán, Unicef estima que se producen más de 280 toneladas de desechos de este tipo al día y se recicla apenas el 5%.
La fábrica ha proporcionado una mejora de las condiciones de vida para quienes recolectan residuos plásticos, que suelen ser mujeres. «Al convertir la contaminación plástica en una oportunidad, queremos ayudar a sacar a las mujeres de la pobreza y dejar un mundo mejor para los niños”, afirma Isabel Cristina Gámez, cofundadora y directora ejecutiva de Conceptos Plásticos.


Tanto los alumnos como los profesores están encantados con las aulas construidas con estos ladrillos de plásticos, un material muy duradero. Las clases, menos masificadas y mucho más frescas que las fabricadas con hormigón, han mejorado las condiciones educativas de los pequeños.


Y por supuesto, en estos colegios se seguirán impartiendo los talleres medioambientales organizados por Kherann Yao para enseñar a los pequeños la importancia de las acciones de todos en el futuro del país.