Lorena Gordillo, la joven ingeniera que quiso dar caza a la contaminación urbana

Lorena Gordillo, la joven ingeniera que quiso dar caza a la contaminación urbana

Lorena Gordillo, la joven ingeniera que quiso dar caza a la contaminación urbana

Con solo 25 años se ha convertido en uno de los rostros de la innovación en ciencia climática. Esta joven doctoranda de Madrid ha diseñado unos sensores compactos y low cost para que quien lo desee mida los contaminantes de su ciudad durante sus trayectos. Su invento, ganador de la competición Woman 4Climate Tech Challenge, se sustenta en la ciencia ciudadana, al mismo tiempo que desvela qué hay detrás de las partículas calle por calle


Eva M. Rull | Especial para El Ágora
Madrid | 5 marzo, 2021


Con 25 años y todavía terminando el doctorado, la ingeniera española Lorena Gordillo se ha convertido en cara habitual de los medios. Su fama se debe al hecho de ser una de las galardonadas del premio internacional Woman 4Climate Tech Challenge 2020, competición que busca soluciones tecnológicas innovadoras para el clima lideradas por mujeres. Las propuestas ganadoras, como la de Lorena y su equipo, son posteriormente aplicadas en algunas de las ciudades que forman parte de la red internacional de ciudades C40.

Solo por contextualizar hay que decir dos cosas: una que las ciudades están detrás, según la ONU, del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, serán uno de los primeros lugares en sufrir las consecuencias del cambio climático (lo hemos visto con Filomena). Por todo ello, este organismo las considera causa pero también solución al problema. La segunda cuestión importante a decir es que las más de 95 ciudades reunidas en C40 aspiran a convertirse en laboratorios vivos de experimentación de soluciones a la crisis climática. De hecho, sus gobiernos se comprometen a experimentar en sus centros las propuestas que ganan esta competición.

Sabiendo esto se entiende mejor el valor del galardón y el hecho de que Open-seneca, la solución del equipo de Lorena Gordillo se pruebe y se instale en dos grandes ciudades: Lisboa y Estocolmo. El prototipo de sensor de contaminantes portátil y low cost empezará a tomar medidas de partículas PM 2.5 a partir de marzo. La OMS alerta de que estas partículas provocan enfermedades de tipo respiratorio, cardiovasculares y cáncer.

La idea es que este sensor pueda ser construido por cualquier ciudadano en su casa y “lo pueda montar como si fuera un lego”, dice Gordillo

Sensor de contaminación diseñado por la joven ingeniera española Lorena Gordillo.
Sensor de contaminación diseñado por la joven ingeniera española Lorena Gordillo.

Todo comenzó como proyecto de fin de máster y doctorado en la Universidad de Cambridge, donde Lorena llegó hace dos años. Había terminado Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Madrid y llegaba dispuesta a probar la experiencia de estudiar fuera.

Su equipo de 10 estudiantes debía trabajar con sensores e incluir en el proyecto la ciencia ciudadana, tan de moda ahora y menos conocida en 2018 cuando empezaron a trabajar. Lo que idearon consistía en una pequeña caja electrónica con un sensor de partículas PM 2.5 en su interior, un GPS y un medidor de humedad y temperatura. El primero de estos medidores sirve para afinar las mediciones de partículas PM 2,5.

La idea es que este sensor pueda ser construido por cualquier ciudadano en su casa y “lo pueda montar como si fuera un lego”, dice Gordillo. Luego los voluntarios que quieran pueden montar el dispositivo en su bici o llevarlos con ellos mientras caminan e ir tomando medidas de la contaminación en las diferentes calles. La participación de decenas de personas garantiza la fiabilidad de los datos y, por ende, de las conclusiones.

Medir la polución en la calle

Su experimento empezó en Cambrigde en el verano de 2018 con un grupo de voluntarios de menos de 100 personas, aunque tuvieron lista de espera dice la ingeniera. Este grupo llevó durante días estos aparatitos en sus trayectos. Una vez descargados los datos en un sistema informático (ahora convertido en App móvil) descubrieron cosas tan curiosas como que las concentraciones de estos contaminantes eran superiores en las intersecciones.

“Donde hay semáforos y los coches tienen que pararse con los motores encendidos durante un tiempo. Nuestra conclusión principal se basa en la idea de que es muy importante medir la contaminación a nivel de calle, porque hemos visto en todas las ciudades algunas variaciones interesantes según qué zonas”, comenta Gordillo.

La ingeniera española Lorena Gordillo, con algunos de sus colegas en la puesta en marcha de un sensor portátil para medir contaminación.

A este primer experimento, le han seguido otras. La primera en Nairobi (Kenia), junto a una ONG inglesa y en colaboración con la ONU, en el que se midió durante dos meses y gracias a 50 voluntarios el volumen de PM 2,5 de la ciudad. En este caso los sensores se acoplaron a las motos de los participantes, puesto que ese es el medio de transporte mayoritario en la ciudad. Una vez obtenidos los resultados, el siguiente paso fue organizar talleres con la ciudadanía para concienciar y buscar alternativas a la movilidad individual.

También han probado en Buenos Aires, en este caso, por interés del ayuntamiento local y, de momento, han sacado algunas conclusiones preliminares. “Por ejemplo, nuestra red de voluntarios en Escocia se dio cuenta que la concentración de partículas crecía cerca de las estaciones de tren. Es cierto que la mayor parte de los convoyes son eléctricos, pero una pequeña parte se sigue moviendo con gasoil. Los compañeros se dieron cuenta de que muchos trenes quedaban con el motor encendido una vez en la estación para que hubiera luz en el interior de los vagones”, comenta la ingeniera.

Eso significa que su base de datos, de calidad y a un nivel muy detallado porque va calle por calle, puede servir para tomar decisiones de gestión a las administraciones, más allá de provocar cambios en la movilidad individual. En el caso de las estaciones, “existen opciones para que los trenes se enchufen a la red de la ciudad y ya no necesiten dejar los motores encendidos”, dice Gordillo.

Ahora y gracias a las 25.000 euros del premio van a replicar sus pruebas piloto en Lisboa y Estocolmo con unos 50 sensores en cada ciudad. Empiezan ahora en marzo y estarán al menos hasta septiembre en esta campaña. “Siempre se busca algún socio local para llevar a cabo el trabajo. En el caso de Nairobi se usó un Fablab para fabricar los sensores”. Un fablab es un espacio colaborativo de trabajo compartido, donde se pueden usar herramientas comunes y compartir experiencias mientras cada cual desarrolla sus propios proyectos.

A Lorena aún le queda todo este curso para terminar su doctorado y su ilusión es que cuando acaben estos nuevos pilotos, el proyecto pueda transformarse en una empresa. Luego ya verá dónde vivir y dónde instalarse.



Se adhiere a los criterios de transparencia de

Archivado en:
Otras noticias destacadas