La comunión con la producción de bienes fue el pacto elegido por China para catapultar su nación hacia el estrellato de las superpotencias, hasta el punto de que su influencia llegó a definir gran parte de las líneas presentes y futuras de este siglo. Un pacto que, sin embargo, estaba supeditado a una no tan agradable letra pequeña.
China es el país más poblado, con 1.400 millones de personas. Cerca del 60% de sus habitantes viven áreas urbanas, como las 17 megaciudades de más de 10 millones de ciudadanos
El agua, en este sentido, fue uno de los más afectados al ser vital para impulsar el desarrollo económico en las zonas industrializadas y, sobre todo, por ser la base del sistema agrario y de la vida misma. La ciudad de Xi’an, una de las más sostenibles de la actual China, la rápida urbanización acabó por extenuar a los ocho ríos que antaño la alimentaron. Para la década de los 90, la extracción del agua subterránea amenazaba con producir desprendimientos, por no hablar de que la ciudad comenzó a depender del agua provenientes de reservas situadas a 140 kilómetros de distancia.
Según un informe de Greenpeace Asia, las plantas de carbón de las ciudades se han encargado de beber todo el agua y devolverla al medio casi totalmente contaminada. En cifras, en el 2015, estas instalaciones absorbieron cerca de 7.400 millones de metros cúbicos de agua, más que suficientes para satisfacer las necesidades de 100 millones de personas.


De hecho, el grado de contaminación de sus recursos hídricos derivado del desarrollo económico fue tal que en ese mismo año 2015 aproximadamente la mitad de las provincias del país todavía presentaban unos niveles de calidad del agua no aptos para el consumo humano.
Junto al problema de la calidad y la sobreexplotación del agua se une el de la incipiente escasez que, según distintas proyecciones, es más grave de lo esperado. Por ejemplo, los datos arrojados por la organización ChinaWaterRisk, informan que el grado de desarrollo ha sido tan acusado que el país apenas dispone del agua suficiente para garantizar a corto plazo su seguridad alimentaria y energética.
“El aumento de la urbanización y de sus impactos solo está aumentando la presión de unos recursos hídricos extenuados, que se verán más reducidos a medida que se expande el cambio climático”, subraya el informe ‘¿Tiene Asia la suficiente agua para crecer?’
Las prioridades para China priorizar el suministro de agua de calidad para las aguas rurales. Otro de sus grandes objetivos consiste en seguir mejorando el sistema legal para asegurar el cumplimiento de las normas establecidas, así como potenciar la ciencia y tecnología alrededor de ella.
En este sentido pretenden mejorar la calidad y la eficiencia del tratamiento de aguas residuales urbanas, compensar la recolección insuficiente de aguas residuales y promover el uso de agua regenerada.
Asimismo, también aspiran a fortalecer la cooperación para gestionar las aguas fronterizas y gestionar la distribución del agua en sus cuencas para evitar escenarios de sobreexplotación.
Un artículo publicado en la revista Nature va más allá y advierte que si se analizan en su conjunto los datos de estrés hídrico con los de calidad del agua se obtiene unos resultados muy poco esperanzadores para la población china, sobre todo para los residentes rurales del norte del país cada vez más alejados del desarrollo.
China ha sido consciente de su problema con el agua desde hace muchos años, tal y como señalan los informes lanzados por su Ministerio de Asuntos Exteriores, en los que se destaca que el país tiene como objetivo asegurar el suministro a las aldeas más desfavorecidas, que aglutinan unas 600 millones de personas, a través de la construcción de estaciones de depuración y vasta infraestructura hídrica para conectar este escaso recurso en todas las regiones del país.
Sin embargo, y a pesar de sus avances, ese objetivo se encuentra muy lejos de llegar a cumplirse, dándose situaciones a día de hoy en las que las poblaciones rurales juegan a la ruleta rusa con los vasos de agua: “A veces, beber un vaso de agua suele ser una decisión entre la vida, las enfermedades o la muerte”, enfatiza la ONU.
Jóvenes al rescate del agua
Xiaoyuan “Charlene” Ren, ingeniera centrada en el medio ambiente, comenzó a sensibilizarse con el problema del agua en su país en el 2014 a raíz de una clase del MIT D-Lab sobre Innovación en el sector de Agua y Saneamiento en la que descubrió que, si bien el problema de la escasez y contaminación del agua era importante, estaba muy invisibilizado.
Este motivo la impulsó, con ayuda de los miembros de la Red de Acción Climática Juvenil de China (CYCAN), a fundar al año siguiente una plataforma de información interactiva para facilitar al público datos valiosos sobre el agua de su región a través de informes y mapas en los que se indica si realmente esa agua es apta para el consumo humano o no. Su nombre fue MyH2O.
“Si queremos resolver los problemas ambientales, tenemos que comenzar a nivel de aldea. Nuestro objetivo es servir a nuestras comunidades y generar cambios para las generaciones futuras, ayudándoles a comprender los grandes desafíos ambientales que enfrentamos, pero también que las soluciones están al alcance de cada uno de nosotros”, comentó Charlene en una entrevista para la Organización de las Naciones Unidas (ONU).


Alcanzar el objetivo que pretendía la plataforma no fue tarea fácil, y más teniendo en cuenta el vasto territorio que constituye China. Por ese motivo, la plataforma centró sus esfuerzos en el reclutamiento de jóvenes universitarios para que fuesen ellos mismos quienes aplicasen sus conocimientos a la hora de determinar la calidad del agua, la elaboración de los mapas y, en última instancia, concienciar a las poblaciones locales sobre los riesgos que esconde el agua.
“Lo que me motiva es impulsar a otros a actuar. Trabajamos con estudiantes que enfocados en ciencia, tecnología, ingeniería y medicina que continúan desarrollando sus conocimientos en estos campos gracias a las experiencias que han vivido mientras trabajaban con nosotros”, argumenta Charlene.
Así pues, desde su establecimiento en el 2015, MyH2O ha completado siete actividades de monitoreo y ha contado con un total de 113 equipos repartidos en 26 provincias en las que han recopilado miles de datos sobre los distintos contaminantes que reinan las aguas, desde bacterias, hasta químicos, como el arsénico.
“Con la información aportada, colaboramos con los proveedores de agua para asesorarlos sobre los sitios de campo donde deberían probar su producto o brindar sus servicios. El objetivo final de esta colaboración es la entrega de soluciones de agua y asesoramiento a las comunidades que más las necesitan”, informa la página oficial del proyecto.


Para su fundadora, aunque el proyecto marcha mejor de lo esperado, todavía deben eliminar muchos obstáculos para cerrar las brechas entre los proveedores y las comunidades locales. Uno de ellos reclutar equipos más cualificados que den apoyos a los voluntarios universitarios a la hora de recabar información y construir los mapas.
Para ampliar su alcance, Charlene detalló en una entrevista para ChinaWaterRisk que han comenzado a asociarse con National Geographic Air y con el Water Conversation Fund para explorar las regiones minoritarias de China y su cultura del agua y el estado de la seguridad del agua.
“En muchas de estas culturas, el agua se considera sagrada y los lugareños tienen un gran respeto por sus antiguos pozos. Sin embargo, la contaminación del agua por la escorrentía agrícola y la eliminación anega muchas de esas fuentes, enfermando a la población que los utiliza”, señaló la fundadora de MyH20.
“Esta intersección entre la ciencia moderna y la cultura tradicional es el tema clave que estamos explorando para comprender mejor cómo empoderar mejor a esta población minoritaria para que cuiden mejor sus sistemas de agua potable”, añadió en la entrevista.
Para la ONU, el trabajo de Charlene no es sino un ejemplo más de cómo los jóvenes están liderando el camino para pedir soluciones significativas e inmediatas a la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Por ese motivo, La ONU nombró a esta emprendedora como Campeona de la Tierra 2020, un título que quiere aprovechar para seguir dando visibilidad a un problema lejos de ser endémico de su país, afecta en la actualidad a más de tres de cada 10 personas en este mundo.
