Kitakyushu fue el principal centro siderúrgico y químico de Japón durante muchos años, lo que provocó una grave degradación ambiental del agua y el aire. Pero un proyecto basado en las alianzas y los ODS ha conseguido resucitar la ciudad y convertirla en modelo de buenas prácticas para toda Asia



En la década de los 60, la bahía de Dokai estaba muerta. El agua que bañaba la costa de la ciudad japonesa de Kitakyushu tenía una concentración de oxígeno disuelto cercana a cero, muy por debajo de los 5 miligramos por litro que se necesitan para que la fauna y la flora marina sobrevivan. Y la calidad del aire de la urbe no era mucho mejor, ya que las múltiples acerías, fundiciones, centrales térmicas de carbón y plantas químicas que había en el que se consideraba uno de los principales polos industriales de Japón expulsaban continuamente emisiones sin filtrar de dióxido de carbono y dióxido de azufre a la castigada atmósfera.
Esta degradación ambiental del agua y del aire provocó una movilización sin precedentes entre los habitantes de la ciudad, especialmente las mujeres. Organizadas a través de asociaciones de madres y esposas, iniciaron una campaña para recuperar los cielos azules y el agua limpia de la bahía que acabó por llegar a casi toda la población de Kitakyushu y provocó un cambio radical en las políticas del ayuntamiento. Nada más comenzar la década de los 70, funcionarios locales empiezan a trabajar con empresas, instituciones de investigación y grupos de ciudadanos para encontrar soluciones a la contaminación que azota la ciudad.
“La colaboración entre el gobierno local, la industria y la sociedad civil, en particular las asociaciones de mujeres, ha sido fundamental para superar el problema de la contaminación en Kitakyushu y constituye un ejemplo de buenas prácticas para enfrentar los desafíos actuales” aseguraba una nota de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre ciudades sostenibles publicado el año pasado. Y es que, empujada por las voces de sus ciudadanos, la administración de Kitakyushu comenzó a tomar medidas para acabar con la degradación ambiental, empezando por comprender la situación real midiendo el nivel de contaminación del aire, pero sobre todo realizando inspecciones in situ en las empresas de la ciudad e instándolas a tomar medidas para mejorar la situación.
Finalmente, el ayuntamiento firmó un pacto de prevención de la contaminación con cada planta y estableció el Consejo de Prevención de la Contaminación Atmosférica integrado por la ciudad, la Prefectura de Fukuoka, las entonces Oficinas Regionales de Comercio e Industria Internacional y unas 30 empresas de la ciudad. Estas empresas respondieron introduciendo diferentes instalaciones de control de la contaminación en sus fábricas y mejorando la eficiencia del proceso de producción.
Un proyecto basado en los ODS
En un plazo de 40 años, Kitakyushu pasó de ser un páramo industrial a convertirse en 1997 en la primera “Ciudad ecológica” de Japón. Los datos por sí solos dan cuenta de la evolución. En 1968, hubo una contaminación en el aire por óxido de azufre, uno de los polutantes más peligrosos y el principal causante de la lluvia ácida, cercanos a los 2 mg. Pero, para 1980, esa proporción había caído por debajo del 0,5. Igualmente, la concentración de oxígeno disuelto en la bahía volvía a mediados de los 80 a niveles normales, lo que permitió la recuperación de las aguas marinas, que ahora vuelven a acoger a cientos de especies de fauna y flora.
Según apunta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), estamos ante “una de las mayores historias de recuperación medioambiental del siglo XX”. Y es que este apasionado compromiso con el medio ambiente de una ciudad de poco menos de 1 millón de habitantes le ha valido todo tipo de premios y elogios mundiales. En 1990, Kitakyushu se convirtió en la primera ciudad de Japón en recibir el premio Global 500 de PNUMA. Y junto con París, Chicago y Estocolmo, Kitakyushu fue nombrada una de las cuatro Ciudades Modelo de Crecimiento Verde por la OCDE en 2011.


Pero la administración de Kitakyushu no ha querido frenar aquí. Sobre la base de su compromiso a largo plazo con la sostenibilidad, la ciudad ha desarrollado el programa «Fomentar una ciudad de crecimiento verde confiable con verdadera riqueza y prosperidad, contribuyendo al mundo», que busca introducir los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la política diaria de la ciudad. El programa se centra en tres pilares (economía, sociedad y medio ambiente) y 17 medidas específicas para implementarlos, una por cada ODS, aunque hay ocho de estos objetivos que se consideran prioritarios ya que representan las principales fortalezas de la ciudad y están principalmente vinculadas a la dimensión ambiental (ODS 5, 7, 8, 9, 11, 12, 13 y 17).
Debido a esto, Kitakyushu fue seleccionada en 2018 también por la OCDE como uno de los 10 proyectos modelo de ODS para el programa Ciudad del Futuro. Para poder implementarlo, la administración ha querido repetir su experiencia de alianzas que tantos réditos le ha dado en el pasado, incorporando a la sociedad civil, las universidades y el sector privado a su compromiso con los ODS. En este sentido, la Universidad de Kitakyushu creó un departamento de desarrollo regional que busca apoyar el desarrollo sostenible mediante la promoción de sectores como la educación para el desarrollo sostenible (EDS), la agricultura, el bienestar social, el apoyo a las personas discapacitadas y la revitalización de las tiendas locales.
Modelo para otras ciudades
A pesar de los honores recibidos, la administración de Kitakyushu no tenía intención de dormirse en los laureles y ha buscado expandir su modelo a otros puntos de su país y su continente. Gracias a la creación del Centro Asiático para una Sociedad Baja en Carbono en la ciudad, el Gobierno local ha podido compartir la experiencia ganada en las últimas décadas con otras ciudades de Asia y el Pacífico. En concreto, desde 2010, Kitakyushu ha implementado más de 192 proyectos ambientales en 78 ciudades de 16 países, que van desde la gestión de residuos hasta el suministro de agua pasando por el tratamiento de residuos y el control de la contaminación del aire.
Esta colaboración continúa. En 2019, la ciudad firmaba un acuerdo de cooperación con el PNUMA para aplicar su experiencia a uno de los problemas más urgentes del sudeste asiático: la contaminación plástica. Más del 60% del plástico marino proviene de esta región, donde los controles de ríos y aguas están muy limitados, por lo que, según este organismo de la ONU, un enfoque regional “podría suponer un gran paso adelante”.


Por ahora, a través del acuerdo de cooperación con Kitakyushu, la experiencia de la ciudad apoyará a los gobiernos locales en Tailandia y Camboya para implementar planes efectivos de gestión de residuos. «La vasta experiencia y experiencia de Kitakyushu en la gestión de residuos será un gran activo mientras trabajamos para combatir la contaminación plástica en ciudades y regiones de Asia», aseguró durante la presentación del pacto Dechen Tsering, Director Regional de ONU Medio Ambiente para Asia y el Pacífico. «Es muy importante que abordemos este problema ahora y una de las mejores formas de hacerlo es a través de este tipo de cooperación internacional«.
«Nuestra ciudad ha sido durante mucho tiempo una defensora del medio ambiente y hemos aprendido muchas lecciones a lo largo de los años», aseguró por su parte Kenji Kitahashi, alcalde de Kitakyushu, que destacó la apuesta de su ciudad por “compartir estas lecciones con ciudades y regiones que enfrentan los mismos problemas que nosotros enfrentamos en el pasado”. Al fin y al cabo, el espectacular éxito internacional de la urbe nipona significa que, a pesar de las dificultades que les planteen su pasado, las ciudades son dueñas de su propio futuro sostenible.
