Esta pequeña ciudad finlandesa, con algo más 120.000 habitantes, ha sido elegida Capital Verde Europea 2021 por su transformación de urbe industrial a referente en sostenibilidad, sobre todo en la conservación de sus reservas de agua



No es una gran metrópoli o un lugar especialmente conocido, pero su histórica apuesta por la sostenibilidad le ha valido igualmente el premio. La flamante Capital Verde Europea 2021 es Lahti, una pequeña ciudad finlandesa de 120.000 habitantes rodeada de lagos y situada a caballo entre Helsinki y San Petersburgo. Y es que, aunque el primer gran reconocimiento a su labor ambiental ha llegado en pleno siglo XXI, esta urbe cercana al Ártico lleva décadas apostando por la sostenibilidad como forma de supervivencia y se ha convertido en un referente para otras pequeñas ciudades con grandes ambiciones ecológicas.
“Esta ciudad tiene una larga historia de transformación, evolucionando de un pasado industrial a la urbe innovadora que es hoy. Es una verdadera pionera en sostenibilidad medioambiental y su inspiradora historia la sitúa con razón en el mapa de las ciudades más verdes de Europa”, asegura el comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca de la Unión Europea, Virginijus Sinkevičius. Y es que el viaje de Lahti hacia la conservación del medio ambiente comienza en 1987, cuando la ciudad lanza el Proyecto Lago Vesijärvi para recuperar la calidad del agua de una masa que se había envenenado por la rápida urbanización e industrialización.
Durante décadas, empresas, científicos y ciudadanos han trabajado juntos para restaurar la calidad del agua del lago, lo que ha aportado importantes conocimientos ambientales a la ciudad. De hecho, en 2007 se estableció la fundación Lago Vesijärvi, una iniciativa finlandesa única que combina recursos públicos y privados para asegurar fondos de investigación, mantenimiento y esfuerzos de gestión centrados en el lago y su zona de influencia, además de trabajar para mejorar la concienciación pública.
Esta experiencia ha situado a Lahti en el corazón de la innovación acuática. Y es que en esta urbe se han ideado soluciones para la restauración del agua, como la construcción de sistemas integrales para la gestión de aguas pluviales urbanas utilizando infraestructuras de cero impacto ambiental o la mejora de las condiciones de los ríos para aumentar las poblaciones de salmónidos. También se han devuelto a su estado natural un gran número de arroyos previamente canalizados y se ha logrado recuperar acuíferos contaminados y sobreexplotados con biomanipulación y desinfección ultravioleta.
Lahti y neutralidad climática
Muchas ciudades europeas, entre las que se encuentra Barcelona o París, se han comprometido ya con la neutralidad climática para el año 2050, alineándose con lo exigido por el Acuerdo de París. Pero Lahti ha decidido adelantarse y su alcalde, Pekka Timonen, asegura que serán neutrales en carbono en un plazo de tiempo mucho más corto: de aquí a 2025.
En concreto, Lahti tiene como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero basadas en la producción en un 80% en comparación con el nivel de 1990, y el resto de las emisiones se compensarán con sumideros de carbono como bosques o edificios inteligentes. De hecho, se estima que hasta este mismo año la ciudad habrá reducido sus emisiones en un 70% en comparación con los niveles de 1990, ya que el pasado 2019 se eliminó por completo el carbón del sistema de calefacción, que en estas latitudes abarca barrios enteros.


Este logro se ha conseguido con una estrategia integrada y multinivel: el Plan de Acción Climática y Energía Sostenible de Lahti tiene un total de 97 acciones distintas de adaptación y mitigación del cambio climático. Pero, además de tener un plan claro, la clave para lograr este ambicioso objetivo es, según explica el alcalde, la colaboración con todas las partes interesadas de la ciudad: ciudadanos, empresas y administración están contribuyendo juntos a que Lahti la meta de ser neutral en carbono para 2025 no quede en papel mojado.
“La nuestra es la primera ciudad del mundo que tiene un sistema de comercio de carbono personal para los residentes locales. Tenemos la primera orquesta sinfónica carbono neutral del mundo y el primer club deportivo profesional carbono neutral del mundo. Podemos ser los primeros, pero no queremos estar solos, por lo que nuestra experiencia debe ser compartida” resume Timonen.
Por supuesto, esta experiencia también ha incluido transformar el modelo de transporte, ya que el tráfico urbano sigue siendo responsable del 32 % de las emisiones de dióxido de carbono de la ciudad. La estrategia de movilidad ha pasado por la renovación de toda la flota de transporte público para desterrar los combustibles fósiles, pero esta estrategia ya clásica en muchas ciudades sostenibles se ha complementado con un innovador sistema de premios a los ciudadanos, que reciben euros virtuales para gastar en servicios municipales sí reducen sus emisiones GEI derivadas del transporte. Con este programa, se ha rebajado ya una cuarta parte del impacto climático de la movilidad en apenas dos años.
Una ciudad circular y silenciosa
Por supuesto, el plan integrado de sostenibilidad de Lahti también incluye la reducción de residuos y el avance hacia la circularidad de la economía como parte indispensable de su transición ecológica. Gracias a esta estrategia, la ciudad se ha convertido en uno de los mayores centros de economía circular y negocios de tecnologías limpias de Finlandia, con más de 5.000 empleados en este sector.
Lahti actualmente reutiliza más del 99% de los residuos domésticos, de los cuales un tercio se utiliza para fabricar materiales reciclados y los otros dos tercios se usan para producir energía. En 2017, Lahti presentó la primera hoja de ruta regional hacia una economía circular de Finlandia, con el objetivo de lograr que, para 2030, el reciclaje de residuos municipales tenga una tasa cercana al 100%. Pero este enfoque de investigación y desarrollo en residuos de Lahti no solo facilita recibir premios europeos, sino que sobre todo crea posibilidades comerciales nuevas y más sostenibles.
De hecho, dos de los ejemplos más exitosos son el del centro de desechos de Kujala, donde se transforma betún reciclado para producir materia prima para asfalto en el centro de desechos de Kujala y la marca de alimentación Fazer, que produce un edulcorante altamente utilizado en la industri, el xilitol, a partir de cáscaras de avena ecológicas.


Por último, otro de los grandes avances de Lahti que la sitúa como ejemplo a nivel europeo es su lucha contra una contaminación pocas veces prioritaria: el ruido. Un total de 30.800 hectáreas, equivalentes al 67% de la ciudad, se consideran tranquilas, es decir, tienen niveles de ruido inferiores a los 50 decibelios durante el día y a los 40 durante la noche. Y, aunque las áreas tranquilas más grandes de Lahti son habitualmente zonas verdes, éstas son fácilmente accesibles desde el centro de la ciudad: el 51% de la población vive a menos de 300 metros de una zona sin contaminación acústica.
Pero la política de Lahti contra el ruido se extiende a todas las áreas y han incluso dado lugar a nuevos diseños de infraestructura de reducción de ruido. De hecho, antes de que comience la construcción de cualquier edificio, se deben considerar cuidadosamente los problemas de ruido y es obligatorio instalar ventanas insonorizadas, muros antirruido y barreras de sonido. Además, se ha prestado especial atención a la protección de áreas sensibles como escuelas y hospitales, que están completamente blindadas del ruido mediante todo tipo de ingenios arquitectónicos.
