Singapur, una ciudad mimetizada con el verde y la sostenibilidad

Singapur, una ciudad mimetizada con el verde y la sostenibilidad

Singapur, una ciudad mimetizada con el verde y la sostenibilidad

Aprovechando los pocos recursos que tenían a su alcance, el Gobierno y los ciudadanos de Singapur remaron en la misma dirección para construir en tiempo récord una ciudad sostenible. Un ejemplo de lo que se pretende alcanzar ahora, incluso cuando antes de que las ideas ecológicas hubiesen arraigado en otros lugares


Carlos de Pablo
Madrid | 10 enero, 2021


Cada generación debe hacer frente a sus propios desafíos para seguir alimentando la maquinaria de progreso y desarrollo que nos define como especie. Desafíos que, con el paso del tiempo, no han parado de incrementar su dificultad y alcance hasta llegar al punto en el que no encontramos ahora, gobernado por el cambio climático y la necesidad de crear un nuevo mundo adaptado a ese nuevo escenario al que nos está precipitando.

Por suerte, la realidad de esa lucha es que nos encontramos desde hace cinco años en un camino bien asfaltado por 17 objetivos y 169 metas de imperativo cumplimiento que solo debemos seguir hasta alcanzar nuestro destino. Un destino que, curiosamente, está muy enfocado en las ciudades.

El motivo por lo que sucede esto, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se debe a que dentro de 20 años el 80% de la población mundial vivirá dentro de estas áreas urbanas. Por lo tanto, una de nuestras prioridades a corto plazo pasa por reconsiderar estos espacios para que no solo puedan albergar a este porcentaje de población, sino para que lo hagan hacerlo con la mejor calidad posible y la menor huella sobre el entorno.

Lo que es aún más curioso es que esa senda la recorriese Lee Kuan Yew, primer ministro de Singapur durante más de cuatro décadas, años antes incluso de que naciese el movimiento ecologista moderno y sus ideas sobre el cuidado del planeta. Una ventaja que ha sabido aprovechar para levantar la que se considera la cuarta ciudad más sostenible del mundo: Singapur.

Cuando Singapur consiguió su plena independencia, en la cabeza este primer ministro resonaba la idea de que las junglas de hormigón destruían los espíritus humanos. Por desgracia, Singapur era mucho más que simple hormigón. Como explicó en el 2018 Masagos Zulkifli, anterior ministro de Medio Ambiente y Recursos Hídricos de la moderna urbe asiática, la ciudad estaba gobernada por la contaminación y la suciedad: “Arrojar basura a las calles de Singapur era una norma que impulsaba el mal olor, el nacimiento de plagas y, lo más importante: la degradación de sus recursos hídricos”, señaló.

Este último detalle recobra un doble sentido para una ciudad insular con poco más de 720 kilómetros cuadrados porque, tal y como señaló el ex ministro, los recursos eran muy limitados. Incluso el aire limpio era considerado como un recurso y las industrias que, en cierto modo, daban el poco de vida al país, empezaron a ser vistas desde otro punto de vista.

Ante este escenario de pobreza e insalubridad, Lee Kuan Yew inició en el nacimiento de una nueva etapa simbolizado con la plantación de un árbol y que al poco tiempo se materializó en el alumbramiento de diversas campañas ambientales que se crearon para impulsar un desarrollo sostenible en Singapur.

Singapur inició un proceso de reconversión totalmente atípico para la época que en estos momentos es un ejemplo a seguir.

“Mirando hacia el pasado, los esfuerzos en materia de sostenibilidad pueden servir como un marco de referencia para las ciudades actuales. Nuestro esfuerzo por buscar el desarrollo sostenible nos ha permitido crear una economía diversificada basada en la innovación que atrae inversores, proporciona puestos de trabajo y, sobre todo, cuida el medio ambiente”, señala Lee Hsien Loong, actual primer ministro de la ciudad-Estado asiática.

“La apuesta por el medio ambiente ayuda a la ciudad a prosperar, irónicamente, a pesar de nuestras limitaciones con los recursos naturales, especialmente la tierra y el agua dulce”, añade el primer ministro.

La apuesta por la innovación y el desarrollo tecnológico en materia ambiental, por ejemplo, les condujo años atrás por iniciar la explotación de uno de sus recursos renovables más abundantes: el sol. Actualmente, Singapur es una de las ciudades de la región templada planetaria que más irradiación solar recibe, siendo esta un 50% superior que la media captada por el resto de las áreas similares.

A pesar de que el 95% de su producción energética depende de las importaciones de gas natural, el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) de España comenta en un artículo que con la apuesta por la energía solar pretenden aumentar su capacidad a un pico de gigavatios de potencia para el 2030, o lo que es lo mismo, conseguir la suficiente energía como para alimentar a más 350.000 hogares al año.

Singapur
Los jardines de la Bahía de Singapur acogen a una serie de estructuras verticales de 50 metros decoradas con vegetación real. Por la noche ofrecen un espectáculo de luz que se alimenta con la energía generada por el sol.

No obstante, este faraónico proyecto no está exento de desafíos, principalmente, porque la elevada densidad demográfica y la falta de espacio impiden la creación de parques solares. Ambos problemas sequieren solventar con un proyecto conocido como el Power Link de Australia-Singapur.

Según detalla el ICEX, esta iniciativa promete convertirse en la granja solar más grande del mundo. Un lugar que a partir del 2026 producirá en el amplio terreno australiano unos 10 gigavatios de potencia, el equivalente a 10 centrales nucleares, de los cuales tres se transmitirán a Singapur con ayuda de un sistema de transporte de energía de 4.500 kilómetros de longitud.

Hasta que ese momento llegue, otros abogan por obligar su instalación en los edificios de nueva construcción e, incluso, crear parques solares en las aguas oceánicas.

Agua y azul abanderan Singapur

En vista de la falta de vegetación en la ciudad, el proyecto ciudad jardín propuso reconvertir la ciudad en un espacio verde a gran escala donde el hormigón pudiera mimetizarse casi por completo con esa naturaleza que les ayudaría a resolver los principales problemas de salud de las personas ydel ambiente.

El proyecto Singapur, ciudad jardín fue el encargado de abanderar ese enfoque dotando de vegetación a los espacios públicos. Para los primeros compases de la década de los 70, unos 55.000 nuevos árboles crecían en las calles de la ciudad e, incluso, se estableció un día oficial para impulsar su plantación.

Ante la falta de espacio, los proyectos posteriores vinieron acompañados de reformas legales que, entre otras cuestiones, obligaban a las empresas y entidades públicas a reservar espacios verdes en sus terrenos y, más tarde, a todos los edificios a plantar vegetación en ellos. Esto ha desembocado en una enorme cantidad de fachadas decoradas con el verdor de las plantas, entre otras estampas que parecen imágenes venidas de un futuro utópico.

No obstante, si hay que hablar de una verdadera transformación ambiental en Singapur, se debe mencionar al agua, concretamente la que corría por su río: “Una de las mayores modificaciones que se realizaron en la ciudad implicó la limpieza del río, que fue literalmente una alcantarilla abierta entre los años 60 y 70”, comenta Masagos Zulkifli, del Gobierno de Singapur. Esta estrategia no solo les permitió disponer de agua limpia, sino de liberarse de la dependencia del agua de Malasia que no paraban de importar.

Singapur
La ampliación de aeropuerto de Singapur es el perfecto ejemplo de cómo la vegetación y e agua forman parte del día a día de sus habitantes

Asimismo, los líderes de Singapur imaginaron un entorno limpio y, sobre todo, libre de inundaciones, meta que alcanzaron con ayuda de sistemas de captación de las aguas de lluvia que impulsaban estos fenómenos. En principio, las estructuras de hormigón hicieron este trabajo; sin embargo, el desarrollo de nuevas ideas y tecnologías les encaminaron a remodelar estas estructuras hídricas por otras que pudiesen servir como icono en la ciudad.

“Apostar por el desarrollo tecnológico en el sector hídrico nos ha ayudado a enseñar a las personas la importancia de un suministro de agua sostenible”

“A través de senderos, paseos marítimos y deportes acuáticos hicimos embalses más accesibles al público y comenzamos a transformar desagües utilitarios en vías fluviales atractivas. Los cuerpos de agua y las vías fluviales tienen que convertirse en parte de ese hogar en que la gente quiere vivir y disfrutar”, señala el Gobierno local.

“Apostar por el desarrollo tecnológico en el sector hídrico nos ha ayudado a enseñar a las personas la importancia de un suministro de agua sostenible”, señala el Gobierno, que admite que “buscar esta serie de oportunidades en el agua y la sostenibilidad les ha hecho situarse como un referente y solucionar problemas como el del desempleo, al proporcionar este sector unos 14.000 puestos de trabajo con un valor añadido cercano a los 1.200 millones de euros por año”.

Una ciudadanía clave

Por supuesto, lograr toda esta transformación con la sostenibilidad como eje vertebrador no fue nada fácil para una sociedad habituada a todo tipo de excesos. De hecho, antes de iniciar el proceso, era habitual que la basura se arrojase de las ventanas a la calle sin ningún tipo de miramientos, entre otras demasías.

La imposición de nuevas leyes y de correspondiendotes sanciones fue, a corto plazo, la clave del éxito. Sin embargo, si realmente se quería que la ciudadanía formase parte del cambio era necesario seguir innovando y hacer partícipe a la sociedad del proceso. La ciencia ciudadana y los experimentos destinados a la innovación de sus vidas se presentaron, a partir de ese momento, como llave del éxito.

Colaboración público-privada

Abrazar las nuevas tecnologías y estar a la vanguardia en este campo ha permitido a Singapur culminar su transición ecológica con éxito. No obstante, el camino sigue innovando en materia de planificación urbana y, sobre todo, colaborando con los sectores privados no solo para solventar algunas las posibles lagunas que puedan surgir, sino para que la ciudadanía no pierda el interés presente y futuro por al ciudad, tal y como señala el Gobierno.

Every Si ngaporean A Naturalist (ESN) es un perfecto ejemplo de esa nueva política. En este caso propone hacer uso de la ciencia ciudadana para educar y monitorizar la biodiversidad urbana relevante, a la par que se incentiva la conservación del patrimonio natural de Singapur

“ESN tiene como objetivo equipar a los jóvenes científicos ciudadanos con conocimientos y habilidades para identificar, monitorear y, con suerte, apreciar especies comunes de aves, mariposas, ranas, lagartos y plantas en sus escuelas para que puedan participar en un estudio a largo plazo y aprecien la naturaleza en Singapur”, señala

Niños participando en talleres de ciencia ciudadana | Foto: ESN

Para el Centro Nacional de Biodiversidad de la Junta de Parques Nacionales de Singapur, con esta estrategia se deja entrever que un componente clave del Plan Maestro de Conservación de la Naturaleza (NCMP) tiene como protagonista a los jóvenes de la ciudad, que no quieren dejarlos atrás.

«Estamos volviendo al pasado para asegurarnos de construir raíces fuertes y garantizar que los jóvenes de Singapur no den por perdidos nuestros 50 años de historia. Con una nueva generación de singapurenses que solo conocen el aire puro y los parques verdes, las lecciones de la historia pueden olvidarse fácilmente.”, señalan desde el Centro Nacional de Biodiversidad.

«No queremos que eso suceda. Queremos un esfuerzo mínimo para apreciar más la naturaleza y contribuir a la ciencia detrás de la conservación para que se convierta en un movimiento. Un movimiento juvenil y una generación que ha crecido educada en conservación es una garantía”, añaden.

Al fin y al cabo, las generaciones futuras son las que deben retomar el relevo de transformaciones: “Sin una generación más joven que aprecie nuestra naturaleza y biodiversidad, es probable que el espíritu sostenible de Singapur corra peligro o caiga en el olvido”



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