Peste porcina africana y clásica, lengua azul, encefalopatía espongiforme bovina, más conocida como mal de las vacas locas, gripe aviar, gripe A, SARS, MERS, son algunas de las zoonosis, enfermedades pandémicas de origen animal, que los veterinarios han tenido que gestionar en los últimos años.
Una gestión que han logrado gracias a la colaboración internacional y transparencia del colectivo veterinario y que ha convertido a estos profesionales en grandes expertos en microbiología, inmunología y en gestión de zoonosis.
Expertos en salud pública y sanidad animal, aspectos absolutamente interdependientes, cristalizan en el concepto “Una sola salud” o One Health; un enfoque fundamental que en España no se ha adoptado aún y que se evidencia por la ausencia de ningún veterinario entre los asesores del mando único que gestiona esta crisis sanitaria que ha provocado el COVID-19.
Estos atributos de la profesión veterinaria podrían aportar un enfoque experimentado en la gestión de la pandemia del COVID19, como ya apuntó la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO) en una de sus comunicaciones el pasado marzo, por lo que no se explica por qué el consejo asesor sobre el coronavirus en España no cuenta con ningún profesional de la salud animal, según ha destacado para El Ágora, Luis Alberto Calvo, presidente de la Organización Colegial Veterinaria (OCV).
«Lo único que ha funcionado es la profesionalidad de los sanitarios»
Calvo, muy crítico con la gestión de la pandemia en Españ,a afirma que aquí “¡ha fallado todo!, la información que nos han ido dando no coincidía en absoluto con el comportamiento de la enfermedad. Lo único que ha funcionado es la profesionalidad de los sanitarios que han tratado a los enfermos, que han actuado y lo siguen haciendo de forma excepcional, pero desde el punto de vista de la prevención, no ha funcionado nada durante los primeros estadíos de la pandemia, que es cuando hay que tomar medidas”.
El Laboratorio de Sanidad y Produción Animal de Galicia (Lapasaga), en Lugo, ha hecho ensayos clínicos que llevaron a la erradicación de la brucelosis, ha realizado diagnósticos para detectar la enfermedad de la lengua azul y, cómo no, su labor fue fundamental para mantener a raya la encefalopatía espongiforme bovina o mal de las vacas locas que puso en jaque a la ganadería en la década del 2000.
De hecho, durante aquella guerra llegaron a procesar en doce horas 1.400 muestras de animales sacrificados en mataderos.
Por eso ahora se ha sumado a la batalla contra el coronavirus COVID-19. Lo hace colaborando con el Hospital Universitario Lucus Augusti en la realización de test diagnósticos para detectar la enfermedad.
El contagio a mascotas ha sido ocasional
El presidente de los veterinarios insiste en que la presencia de estos profesionales está más que justificada en este comité de expertos, «no solo porque estamos ante una enfermedad provocada por un virus de origen animal, probablemente los murciélagos con otro mamífero hospedador intermedio, sino por la necesidad de profundizar en la capacidad de contagio y replicación de este coronavirus en otros animales domésticos», explica Calvo.
La propagación actual del Covid-19 se debe a la transmisión vírica de humano a humano, recalca la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), que investiga otros saltos entre especies.
Con más de 1,2 millones de casos registrados en personas, la infección solo se ha confirmado en dos perros, uno o dos gatos y una tigresa. Y no existe ningún indicio de que las mascotas hayan transmitido el virus.
“Por consiguiente, no existe justificación alguna para tomar medidas relacionadas con los animales de compañía que puedan afectar a su bienestar”, sentencia la OIE, que sí recomienda que las personas enfermas eviten el contacto con las mascotas por si acaso.
“Cualquier animal, igual que cualquier objeto puede ser portador del virus, lo que ocurre es que solo en gatos y hurones se ha conseguido probar la replicación del virus. Son casos experimentales y no revisados aún científicamente” añade Calvo.
“En cualquier caso, no olvidemos que este virus es una zoonosis (proviene de animales) y en hombres ha encontrado un buen hospedador y se ha dedicado a extenderse y perpetuarse mientras pueda”.
El 23 de marzo, las autoridades belgas también informaron del caso de un gato “sospechoso» de sufrir una infección activa. Y el 31 de marzo de nuevo Hong Kong anunció que un gato había dado positivo.
Esta misma semana hemos conocido otro salto entre especies de este coronavirus con un caso confirmado de una tigresa en un zoológico estadounidense contagiada por su cuidador positivo en la enfermedad.
«Sólo hay siete virus corona que afectan al ser humano, de momento»
Calvo destaca la experiencia y el conocimiento que los veterinarios tienen de estos coronavíridos (Coronaviridae), que están divididos en dos familias: los Orthocoronavirinae (más comúnmente llamados coronavirus) y los Letovirinae.
Dentro de los coronavirus o «CoVs» hay cuatro grupos principales y ellos tienen nombres de letras griegas: alfa, beta, gamma y delta.
«Los CoV alfa y beta infectan en gran medida a los mamíferos y probablemente se originaron en murciélagos, mientras que los CoV gamma y delta infectan y se originan en gran medida a las aves».
Hay sólo siete virus corona que afectan al ser humano, de momento.
Calvo explica que “cualquier virus, gracias a su capacidad de contagiosidad puede originar una pandemia. Cuando ocurre ha de existir un protocolo inmediato de contención y para ello hay que estar acostumbrado a tratar con colectividades, no con enfermos individuales, que es lo único que se ha primado en esta gravísima pandemia “.
Respecto a la capacidad del virus de replicarse en otras especies animales y de perpetuar o hacerse más virulento que el COVID19, Calvo entiende que estos virus a medida que pasan de un individuo a otro o de una a otra especie, lo normal es que vayan perdiendo virulencia, pero en algunos casos, gracias a las mutaciones, puede suceder lo contrario.
Y en cuanto a la estacionalidad de coronavirus Calvo afirma que “desgraciadamente creo que tenemos para mucho tiempo”.
No obstante, el presidente de los veterinarios en España no cree que patógenos emergentes como el coronavirus sean el verdadero reto para la humanidad., “El verdadero reto para la supervivencia de la especie humana está en las antibioresistencias”, es decir, la resistencia a fármacos antimicrobianos que pone en riesgo los avances conseguidos en salud global en las últimas décadas. Esta resistencia antimicrobiana es un proceso natural por el cual microorganismos (bacterias, virus, parásitos u otros patógenos) desarrollan resistencias a los fármacos que se utilizan para tratarlos.
Y añade que “las enfermedades emergentes lo único que necesitan es planificación preventiva adecuada”.
Un plan de contingencia y precocidad claves contra la pandemia
Un buen plan de contingencia y precocidad en las actuaciones son la base de cualquier lucha contra una epidemia, humana o animal, y en eso la profesión veterinaria lleva muchos lustros de ventaja a otras profesiones sanitarias.
De hecho la Oficina Internacional de Epizootias, hoy denominada Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE), fue pionera y se constituyó con 24 años de anticipación a la propia Organización Mundial de la Salud (OMS).
En esta línea la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Asociación Veterinaria Mundial (WVA) han querido, conjuntamente, llamar la atención sobre los roles y responsabilidades de la profesión veterinaria para la salud pública. Destacan las actividades veterinarias específicas que son claves para garantizar la seguridad alimentaria, prevención de enfermedades y manejo de emergencias.
Los veterinarios son una parte integral de la comunidad mundial de la salud. Más allá de las actividades relacionadas con la salud y el bienestar de los animales, tienen un papel clave en la prevención y el manejo de enfermedades, incluidas las transmisibles a los humanos, y para garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones.
En la situación actual, es crucial que, entre sus numerosas actividades, puedan sostener las necesarias para garantizar que los servicios de inspección y regulación veterinaria nacionales y regionales pueden supervisar la integridad de la salud pública; solo los animales sanos y sus subproductos ingresan al suministro de alimentos para garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones; y se mantengan medidas preventivas, como la vacunación contra enfermedades con un impacto económico o de salud pública significativo, entre otras.