Los recursos hídricos cada vez son más escasos en diversas partes del mundo. La Organización de Naciones Unidas considera que cerca de 2.100 millones de personas no tienen acceso a servicios de agua. La necesidad de lograr una mejor gestión de los recursos hídricos en un contexto de calentamiento global y escasez por el cambio climático ha puesto a la ONU en una búsqueda activa de talento joven al servicio de las personas.
Este el premio Jóvenes Campeones de la Tierra 2020, ha recaído en Max Hidalgo, biólogo peruano de 30 años y fundador de Yawa, una tecnología capaz de convertir el viento en agua a través de una turbina eólica que condensa el vapor. Su nombre proviene de las palabras quechuas para agua -yaku- y viento -waira-.
El proyecto ganador consiste en construir turbinas eólicas portátiles que recolectan hasta 300 litros de agua al día a partir de la humedad y la neblina atmosféricas. Parece algo sencillo y es una gran ayuda para aquellas comunidades donde no hay lluvias o sufren de sequías.
La iniciativa de los Jóvenes Campeones de la Tierra muestra cómo las ideas innovadoras, junto con acciones ambiciosas, ayudan a resolver algunos de los problemas ambientales más urgentes en diversos países.
Para Hidalgo ahora falta el apoyo de convertir su proyecto en algo más masivo.
Aún falta la voluntad política para apoyar estos emprendimientos, ya que uno de estos sistemas podría proporcionar agua a unos cien habitantes, afirma, siendo el coste según el inventor alrededor de 70.000 dólares.
Para Max, el premio Jóvenes Campeones de la Tierra significó una gran motivación, puesto que le ha servido de impulso para seguir trabajando en iniciativas para el desarrollo y bienestar social. Él manifiesta que el haber recibido esta financiación le permitirá beneficiar a más comunidades con la tecnología de Yawa.
Con este premio, Max contempla que muchos otros jóvenes ganadores se lograrán movilizar alrededor del mundo para impulsar un cambio en sus respectivas comunidades y el medio ambiente.
Desarrollo social
“Hay comunidades que llevan 20 años esperando por el servicio y dependen de camiones que llegan con agua cara y de una calidad cuestionable. Fuimos a un pueblo de 100 habitantes en el sur de Perú donde el costo estimado de llevar agua corriente a través de tuberías era de un millón de dólares», relata Hidalgo.
Max afirma que el rol de Yawa Community es disminuir las brechas sociales con respecto al acceso al agua potable a través de esta tecnología. Considerada como el recurso más importante para la vida, si el agua está contaminada, los niños se enfermarán de distintas patologías.
Por tanto, Max es consciente de que, si no se rompe este ciclo, difícilmente se podrán solucionar las demás problemáticas sociales existentes. Por otro lado, ha hecho énfasis en cómo el acceso y calidad del agua afecta también en la educación; ya que suelen ser los niños quienes se encargan de traer el agua a sus respectivas familias, por lo que deben destinar mucho de su tiempo en ello, en lugar de estudiar.
Es por ello que una de las características más importantes y resaltantes de Yawa es el ser capaz de implementarse no solo en el Perú, sino en diferentes regiones del planeta, incluso en los desiertos más áridos, puesto que aprovecha la humedad atmosférica.
Max considera que Yawa ha llegado a ser un sistema multifuncional y adaptable a cualquier región, haciendo uso de energía eólica, principalmente, complementada con energía solar y eléctrica. Sin embargo, llegar a esto no ha sido fácil. Yawa ha pasado por cuatro prototipos y usado distintos materiales en su elaboración.
Actualmente utiliza Aluzinc, el cual tiene resaltantes características, como el ser reciclable, liviano y resistente a las condiciones climáticas; con esto, Max reafirma cuán factible e importante es emplear una economía circular para cuidar el medio ambiente. Así también, para hacer Yawa lo más sostenible posible, se ha incorporado la automatización para que exista riego de manera programada y así evitar desperdicios de agua.
“Este proyecto puede contribuir con las comunidades y el planeta; tenemos que crear algo que contribuya para crear sostenibilidad social, económica y ambiental”, dice.
Trayectoria personal
Cuando Max Hidalgo tenía 13 años, sus padres lo enviaron lejos de casa. No como un castigo, sino como un regalo, a pesar de que la nostalgia a veces era tan intensa que no podía soportarla. Hidalgo fue inscrito en una escuela donde su familia esperaba que recibiera la educación de calidad que no estaba disponible en su remota aldea nativa, en Perú.
“Fue un gran sacrificio para mi familia, pero si no fuera por eso, nunca estaría donde estoy ahora”, afirma Hidalgo, galardonado como uno de los Jóvenes Campeones de la Tierra 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Hidalgo, ganador por la región de América Latina y el Caribe, es uno de los siete emprendedores a nivel mundial que recibirán financiación y asistencia para impulsar sus proyectos ambientales.