Un estudio elaborado por el Banco Mundial explica que en América Latina y el Caribe no se está trabajando lo suficiente para preservar el agua en la región. Por ello, el organismo clama por un cambio de paradigma en la gestión de aguas residuales como medio para preservar no solo el futuro de este recurso, sino la estabilidad ambiental y la salud humana



Los científicos llevan advirtiéndolo desde hace tiempo: el agua se va a convertir en un recurso escaso en nuestro planeta debido al aumento de la población mundial, que incrementará la demanda de agua, y a los estragos del cambio climático, que disminuirá la disponibilidad de agua.
En este sentido, el Banco Mundial lanzó hace dos años una iniciativa para reconsiderar el uso y la reutilización de las aguas residuales para hacer frente a un futuro marcado por esas dos amenazas.
“El tratamiento de aguas residuales puede satisfacer la demanda de diferentes sectores y mantener el flujo ambiental. Por tanto, el tratamiento de agua se presenta como una solución al problema de escasez de agua y también al problema de la seguridad de este recurso”, detalló el Banco Mundial en aquel momento.
Ahora, tras un periodo de trabajos, ha lanzado los resultados en un informe en el que se indica que “no se está haciendo lo suficiente para recuperar y utilizar este valioso recurso” y “pide una gestión más inteligente de las aguas residuales para mejorar la salud pública y tener un impacto positivo en el medio ambiente”.
Concretamente, las conclusiones del trabajo se centran en la situación de América Latina y el Caribe, una región aumentará su población hasta los 718 millones de personas para el 2030 y que posiblemente arrastre en ese momento los problemas actuales con el tratamiento del agua, o incluso los empeore.
Según el informe, solo el 31 % de la población actual tiene acceso a saneamiento gestionado de forma segura. Además, se estima que solo alrededor de 66 % de la población está conectada a un alcantarillado y que aproximadamente el 40 % de las aguas residuales de la región que se recolectan son tratadas.
En comparación con los países de la de la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE) los datos son “sorprendentes” ya que, en este grupo, el 81 % de la población está conectada a un sistema de alcantarillado y 77 % de las personas se benefician del tratamiento de las aguas residuales al estar conectadas una planta especifica (EDAR).
“Los porcentajes en la región latinoamericana son sorprendentes dados los niveles de ingreso y urbanización, y tienen implicaciones importantes en la salud pública, la sostenibilidad ambiental y la equidad social”, señala el documento.
Para alcanzar la cobertura universal de forma básica y segura en los servicios de saneamiento, y con el fin de lograr la meta establecida en el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), se estima que esos países (excluyendo Chile, Uruguay y un grupo de regiones caribeñas) necesitarían invertir entre tres y 11 mil millones de dólares al año hasta 2030, de los cuales aproximadamente el 95 % se destinarían a áreas urbanas.
Un cambio de paradigma
Debido a los grandes desafíos que se presentan en la consecución de estas metas, muchas instituciones tienden a ver este problema como una carga más que como una oportunidad económica y ambiental derivada de la eficiencia en el uso de este recurso.
“Una mejor gestión de las aguas residuales ofrece una doble propuesta de valor ya que, además de los beneficios ambientales y para la salud, se pueden obtener ingresos financieros que pueden cubrir parcial o totalmente los costos de operación y mantenimiento derivados de este servicio”, señala el Banco Mundial.
Para lograr ese necesario cambio de paradigma, el informe identifica cuatro acciones importantes.
La primera de ellas pasa por desarrollar iniciativas para las aguas residuales como parte del marco de planificación de cuenca hidrográfica para maximizar los beneficios, mejorar la eficiencia y la asignación de recursos e involucrar a los actores pertinentes.
De este modo, se podrán priorizar inversiones, aprovechar las instalaciones y planificar la reutilización del agua residual a escala, según indica el informe.
El segundo paso se detiene en el desarrollo de empresas de servicios del agua que estén “debidamente gestionadas y planificadas para operar de manera eficiente”. Solo así podrán convertirse en la corporación ideal del futuro.
En este sentido, las empresas privadas juegan un papel fundamental ya que ellas son las únicas con la experiencia y conocimientos necesarios para preservar correctamente el ciclo urbano del agua, tal y como muchos responsables han destacado en este diario digital.
De hecho, el informe señala que, en América Latina y Caribe, como en otras partes del mundo, los servicios públicos mal gestionados en este sector han puesto en riesgo la sostenibilidad del recurso. No obstante, aclara que, como siempre, hay excepciones.
El tercer punto se focaliza en explorar y apoyar el desarrollo de financiamiento innovador y de modelos de negocio sostenibles en el sector. En concreto, se detiene en la recuperación de los costes para poder sostener a largo plazo las infraestructuras de saneamiento.“Muchas empresas de agua no cobran tarifas de saneamiento adecuadas para cubrir los costos de operación y mantenimiento, sin mencionar las inversiones de capital para futuras ampliaciones. Por consiguiente, hay un amplio acuerdo de que se necesitan subsidios más eficientes para el saneamiento”, explica el Banco Mundial.
Recientemente en nuestro país se lanzaron varios informes exponiendo este problema y en los que se reclamaba una subida tarifaria escalonada del 60 %, hasta los 3,62 euros por metros cúbico de agua, para hacer frente a las futuras necesidades en la infraestructura hídrica.
Este incremento nos equipararía con los niveles medios de la Unión Europea (3,5€/m3) y la subida tampoco comprometería el principio de asequibilidad del agua establecido por la ONU en el 3% de la renta disponible de un hogar, ya que hoy nos situamos en el 0,9%. Los expertos apuntan, además, que esta vía de financiación es compatible con cualquiera de los modelos de gestión existentes en España (públicos, mixtos o privados).
Por último, el informe del Banco Mundial reclama poner en práctica los marcos de política, institucional y reglamentario (PIR) necesarios para promover un cambio de paradigma en el sector.
Por ejemplo, algunas medidas que se pueden adoptar desde el gobierno, como fijar el precio del uso de agua dulce correctamente, especialmente para las industrias, podría crear incentivos para cambiar a aguas residuales tratada. Los impuestos a la contaminación y las tarifas pueden contribuir positivamente a reducir en las estaciones EDAR y repercutir positivamente sobre los gastos operativos.
Gracias a estas medidas, explican se podrá allanar el terreno hacia un futuro sostenible en el que el que la recuperación de aguas residuales se convierta como el ejemplo perfecto de gestión sobre los recursos necesarios para nuestra vida.
