Las temperaturas templadas de este invierno, la desaceleración económica y el auge de las energías renovables han hecho que el uso de carbón para la generación de electricidad baje un 3 % a nivel mundial. Eso ha supuesto un 2 % de descenso en las emisiones globales de dióxido de carbono del sector eléctrico en todo el mundo



Las emisiones globales de CO2 generadas por el sistema de producción eléctrica cayeron un 2 % el año pasado a nivel mundial. Esto supone la mayor bajada en 30 años y es una muestra fehaciente de que muchos países están dando la espalda a las centrales térmicas de carbón y recurriendo a fuentes más limpias.
Un informe recién presentado por Ember, un think tank dedicado a la transición energética y con sede en Londres, indica que la producción global de electricidad con origen en el carbón descendió un 3 % durante 2019. Esto supuso una reducción del 2 % en las emisiones de gases de efecto invernadero del sector eléctrico global. Ambas cifras son las más notables experimentadas desde 1990 y se deben especialmente al colapso del uso del carbón en EEUU y en la Unión Europea.
En concreto, el empleo de carbón en Europa y Estados Unidos ha descendido a la mitad desde 2007. En 2019, tuvo un brusco bajón del 25 % en Europa y del 16 % en Estados Unidos.


Pese a que desde que llegó a la Casa Blanca el presidente Trump ha lanzado mensajes de apoyo a la industria nacional del carbón asegurando que el país no renunciaría a esa energía, la realidad del mercado ha ofrecido otra respuesta. Con las renovables alcanzando niveles de rentabilidad cada vez mayores y otros hidrocarburos disponbles más baratos y menos intensivos en emisiones como el gas natural o el gas de esquisto proveniente del fracking, lo cierto es que los actores energéticos están dando la espalda al mineral de carbón.
La tecnología solar y eólica creció un 15 % en 2019 y generó el 8 % del consumo eléctrico mundial
En apenas una década, el carbón ha dado un bajón en todo el mundo como fuente de electricidad. La intensidad de uso del carbón en la generación eléctrica mundial es un 15 % más baja que en 2010. Teniendo en cuenta que de todos los combustibles fósiles el carbón es el que más gases de efecto invernadero y gases contaminantes produce, el dato es una buena noticia para el cambio climático y las políticas de calidad del aire relacionadas con la salud humana.
El informe de Ember, que puede consultarse completo en este enlace, toma como base de datos las estadísticas oficiales de los principales consumidores energéticos, como China, India, EEUU y la Unión Europea, junto a otra serie de emisores más pequeños. En total, el informe cubre el 85 % de la generación eléctrica mundial con datos contrastados, y el restante 15 %, con cargo a estimaciones.
Auge mundial de las renovables
Otro de los datos relevantes que aporta el estudio es el creciente peso de las renovables a nivel mundial. La tecnología solar y eólica creció un 15 % en 2019 y generó el 8 % del consumo eléctrico mundial. Se estima que para cumplir el Acuerdo de París y detener el aumento de temperaturas en los dos grados de seguridad sería necesario que las energías renovables crecieran a un ritmo de un 15 % anual.
En 2019, esa cifra se ha conseguido, asegura el informe de Ember, que señala que, una vez superada la curva de aprendizaje, las tecnologías renovables son ya competitivas en el mercado sin necesidad de ayudas. “Sin embargo, mantener este alto nivel de crecimiento a medida que la potencia instalada aumenta requerirá un esfuerzo concertado de todas las regiones”, afirma Dave Jones, analista de Ember y uno de los autores del estudio.
El peso de las renovables por regiones empieza a ser ya notable. En Europa, el 18 % de la electricidad provino el año pasado del viento y la solar. En EEUU la cifra se quedó en el 11 %. Por su parte, China e India tuvieron cifras del 8 % y el 9 % respectivamente.
El informe matiza ciertas cuestiones para no lanzar las campanas al vuelo. Por una parte, el invierno pasado –y paradójicamente debido al cambio climático – ha tenido temperaturas suaves en todo el planeta. Eso ha impulsado un descenso de la demanda para calefacción, lo que necesariamente ha supuesto una menor aportación del carbón al mix.
El origen de la electricidad en España
Respecto al consumo, la desaceleración económica y el cálido invierno han hecho que en 2019 la demanda eléctrica global se quedara en 357TWh, lo que supone casi la mitad que en el periodo 2010-2019. Y respecto a las energías libres de CO2, no toda la aportación vino de la solar y la eólica. La energía atómica tuvo un buen año gracias a la vuelta al funcionamiento de algunas plantas japonesas paradas desde el accidente de Fukushima hace nueve años y a la puesta en marcha de nuevas centrales en China y Corea del Sur.
Por otra parte, no todos los países están siguiendo la misma senda de descarbonización, indica el estudio. Europa está pasando directamente del carbón a las renovables para generar electricidad. Sin embargo, Estados Unidos, que ha hecho grandes inversiones en la extracción de gas subterráneo mediante la técnica del fracking, está usando el gas fósil como un combustible de transición. Esta fuente no deja de ser un hidrocarburo. Y aunque contamine menos que el carbón sigue teniendo un efecto neto positivo en emisiones, algo que no ocurre con la solar y la eólica.
En ese sentido, el portavoz de Ember, Dave Jones, afirma: «Pasar del carbón al gas es solo saltar de una fuente fósil a otra. El método más barato y rápido para terminar con la dependencia del carbón es mediante una apuesta decidida por la solar y la eólica”.
En ese sentido, el portavoz de Ember remacha: «El bajón mundial del carbón para uso eléctrico es una buena noticia para el clima, pero los gobiernos tienen que acelerar de forma dramática la transición eléctrica para que el carbón desaparezca del todo durante la próxima década».
El think tank Ember está dedicado al estudio del sector eléctrico europeo y mundial con un foco especial en la contribución del carbón al mix energético. Esta entidad, con sede en Londres, se fundó en 2008 con el mecenazgo de la baronesa Bryony Worthington (Gales, 1971).
La aristócrata es miembro de la Cámara de los Lores y destaca por su activismo ambiental. La relación con el medio ambiente y la energía de la baronesa viene desde su comienzos en el ámbito profesional.
Trabajó inicialmente en la administración pública británica, en el área de Medio Ambiente y Gestión de Espacios Naturales y más tarde se pasó al sector privado, con un puesto de directora de Relaciones Institucionales en la empresa energética Scottish and Southern Energy.
