

El agua es un recurso esencial para el ser humano, sin embargo, cerca de 1.100 millones de personas aún carecen de agua potable y 2.600 millones no tienen acceso a saneamiento.


Hay muchas sociedades en las que la mujer juega un papel fundamental en la obtención, manejo y distribución del agua.


Además de atender a los hijos, cuidar a enfermos y ancianos, preparar la comida, buscar la leña o lavar la ropa, ir a por agua es también una tarea dominada por las mujeres. Son responsables del abastecimiento de agua en 8 de cada 10 familias que no cuentan con agua en su vivienda.


Sin embargo, en los países empobrecidos del mundo la carencia de algo aparentemente tan irrelevante tiene grandes repercusiones en la dignidad, la salud, la educación y la igualdad de las mujeres.


Son ellas las que se enfrentan a las carencias día a día para acceder al agua potable. De hecho, se estima que unos 263 millones de mujeres y niñas emplean hasta 8 horas diarias recorriendo de 10 a 15 kilómetros para trasladar 20 litros de agua por viaje.


Cargar con litros y litros de agua supone a la larga problemas de salud, principalmente dolencias musculares o relacionadas con el sistema óseo. El daño acumulado en la columna vertebral, los músculos del cuello y la parte inferior de la espalda provoca un envejecimiento prematuro de la columna vertebral.


El suministro escaso de agua significa que tienen menos agua para beber y para otros fines de higiene, lo que aumenta la probabilidad de enfermedades transmitidas por el agua. Las deficientes instalaciones se atribuyen a pandemias como el cólera, el virus Zika o el ébola.


Además, a lo largo del recorrido, las mujeres se enfrentan a asaltos y violaciones por parte de los hombres o ataques de animales. Al igual que lo sufren las mujeres que no tienen un retrete dentro de casa y se ven obligadas a esperar a la oscuridad para hacer sus necesidades básicas al aire libre.


El recolectar agua ocupa una parte de la jornada que quita un tiempo que podría estar dedicado a otras actividades como ir a la escuela. La discriminación hace que las niñas que recolectan el agua pierdan días de clase o dejen de asistir a la escuela antes que los varones.


Incluso, un saneamiento inadecuado también les perjudica especialmente, ya que muchas se ven obligadas a ausentarse de las clases durante su menstruación. Una de cada cuatro niñas en el mundo no termina la escuela primaria, frente a uno de cada siete niños.


Mas de 340.000 niños mueren antes de cumplir los cinco años. El 60% de la mortalidad infantil está causada por enfermedades relacionadas con el agua contaminada.


Sin embargo, ni beber un trago de agua, ni darse una ducha, ni si quiera lavarse los dientes, supone una difícil tarea para un ciudadano del mundo occidental.


El consumo diario de agua en España es de 132 litros por persona, frente a los 20 litros con los que sobrevive una familia africana entera. Un elemento tan vital y con un valor tan diferente dependiendo del lugar dónde hayas nacido.


No obstante, en el mundo occidental, las mujeres y el agua no van de la mano. El sector del agua también afecta al género femenino en los países desarrollados. Tradicionalmente, el sector del agua está altamente dominado por el género masculino al encontrarse vinculado con la ingeniería y la tecnología, formaciones directamente relacionadas en su gran mayoría por hombres.


A pesar de esta asignación cultural de la gestión del agua potable al género femenino, cuando analizamos los diferentes roles de responsabilidad de las mujeres y los hombres en el acceso, uso y control del agua en el mundo occidental saltan a la vista importantes desajustes de género.


Actualmente, las mujeres solo representan el 19,7% de los empleados del sector del agua y el saneamiento. Pese a este techo de cristal, la presencia femenina en el sector hídrico es cada vez más evidente. Cada vez más mujeres desempeñan cada día puestos de responsabilidad y dirección en el sector. Los proyectos de agua diseñados e implementados con la participación plena de las mujeres son más sostenibles y efectivos.


Un informe de la Asociación Internacional del Agua de 2014 afirma que en 15 países en desarrollo había un gran déficit de personal en profesiones de administración, contabilidad, finanzas e ingeniería. En este informe se concluyó que cuando fueron unas mujeres las que aceptaron esas vacantes, demostraron su potencial como gerentes, profesionales de finanzas, ingenieras de agua y comerciales de un producto que conocen bien dado que son, principalmente, las que se encargan de su administración en el núcleo familiar.


Debido al rol activo y establecido desde hace mucho tiempo de las mujeres con el agua, éstas poseen un gran conocimiento sobre las fuentes y su calidad, convirtiéndose así en protagonistas clave en la mejora de este sector.


Este informe no hace más que demostrar que la alternativa mundial a los problemas de agua y saneamiento pasa por incluir a la mujer. Las mujeres pueden ser partícipes del cambio si se les da el poder y la implicación necesaria. Al ser las principales víctimas del agua no potable y de la falta de saneamiento, todo cambio debería empezar en ellas.