Sela, el milagro del agua en el desierto

Sela, el milagro del agua en el desierto

Sela, el milagro del agua en el desierto

Muy cerca de la maravillosa Petra, dos pueblos históricos, los edomitas y los nabateos, lograron insuflar vida a su territorio con un ingenioso sistema hídrico construido en la arenisca roja del sur de la actual Jordania


Óscar Calero
Madrid | 19 febrero, 2021


El primero en salir fue Esaú, al que le siguió su gemelo Jacob, agarrándole del pie e intentando ocupar su lugar de primogénito según predijo el Señor de los hebreos. Como relata el Génesis, años después, ya adultos, Esaú vendió su legado a Jacob por un plato de comida, lo que convirtió en uno de los patriarcas del pueblo israelita.

Aquel guiso de lentejas era rojo, como el pelo de Esaú, que en hebrero se traduce como Edom, por lo que sería el traslado del hijo defenestrado a la región homónima, en la actual Jordania, lo que le convirtió en el patriarca de los edomitas.

“Vives en las hendiduras de las peñas (Sela) y habitas en las alturas, y por eso has llegado a creer que nadie puede derribarte. Pero aunque te eleves como el águila y pongas tu nido en las estrellas, de allí te haré caer.” Párrafos como este, extraídos de una figura del Antiguo Testamento, el profeta judío Abdías son la primera pista y fuente de información (siglo VI a.C) sobre la posible importancia histórica esta región, en especial ese lugar llamado Sela y su particular orografía.

Pero no sería hasta principios del siglo XX cuando este lugar empieza a ser investigado de verdad por la comunidad historiográfica.

En 1937, Nelson Glück confirma por primera vez que las menciones de la Biblia eran ciertas y realiza los primeros trabajos arqueológicos. As-Sila, en árabe, se levanta sobre un alto rocoso de unos doscientos metros coronando todo el valle desértico o wadi del sur de Jordania. Pero, desgraciadamente para su él, la atención mediática se centró en la legendaria Petra, tan solo a unos 50 kilómetros al norte.ç

Investigadores de la Universidad de Barcelona trabajando en el sitio arqueólogico de Sela en Jordania. | FOTO: UAB
Investigadores de la Universidad de Barcelona trabajando en el sitio arqueólogico de Sela en Jordania. | FOTO: UAB

Sin embargo, parece ser que la primera Petra se gestó en el asentamiento de Sela. En 2014 la Universidad de Barcelona en colaboración con el Departamento de Antigüedades de Jordania promueven un proyecto arqueológico para estudiar el yacimiento a conciencia. Los trabajos fueron dirigidos por la doctora Rocío Da Riva que confirmó, tras las primeras investigaciones, una ocupación intensa desde finales de la Edad de Bronce, época de los edomitas bíblicos, hasta el periodo nabateo.

Los estudios topográficos determinaron una cantidad importante de estructuras excavadas en la prominente roca. Lo más llamativo fue descubrir un número importante de construcciones relacionadas con la gestión del agua. Rocío Da Riva, miembro del Instituto de Investigación del Agua, ha centrado el proyecto en el estudio de estas estructuras de gestión y distribución del agua. Y es que el estudio de estas infraestructuras en un lugar donde este elemento tan vital era tan escaso puede tener una gran relevancia tanto histórica como actual.

Sela, entre el mito y la realidad

El Reino de Edom se situaba al sur de Judea y del mar Muerto, correspondiendo con parte del sur de la actual Israel y la totalidad de Jordania. Debemos casi exclusivamente el conocimiento sobre este territorio y los edomitas a los escritos proféticos del Antiguo Testamento de la Biblia. “Pondré mi venganza contra Edom en mano de mi pueblo Israel, […]; así conocerán mi venganza”. Aquí recoge Ezequiel la palabra de dios, dejando constancia  del recelo de los hijos de Jacob contra el pueblo que acogió a su hermano Esaú.

Monasterio de Petra, Jordania, Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. | FOTO Tenkl
Monasterio de Petra, Jordania, Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. | FOTO Tenkl

Según nos cuentan en las sagradas escrituras, los edomitas eran una tribu de origen semita que a partir del II milenio a. C. comenzaron a construir algún tipo de fortificación. Existen restos arqueológicos que demuestran que su definitiva ubicación no responde a la casualidad: el sur de Edom era un paso natural de las caravanas de comerciantes que venían del este de Asia. Sus habitantes hicieron de esta coyuntura un modelo de vida, quizá no muy sofisticado, ya que el paso obligado de los comerciantes y sus productos de lujo por Edom sufrían habituales robos y asaltos.

La riqueza que generaban estas prácticas propició asentamientos mucho más evolucionados a partir del último milenio antes de Cristo. A pesar de los intentos de invasiones y sometimiento por otros pueblos, el Reino de Edom consiguió mantener una cierta independencia en la primera mitad del milenio y es en este periodo cuando se funda la primera capital de los edomitas.

El ingenio del agua en el desierto

Pocas veces fue tan cierto que el agua es sinónimo de vida. Destacar la gestión del agua en un lugar árido y desértico tiene un valor añadido, y es que prácticamente la totalidad del agua en Edom provenía de las lluvias. Los estudios preliminares del yacimiento determinaron más de 100 estructuras dedicadas  a un ingenioso sistema de depósito, conducción y abastecimiento hídrico.

Las cisternas fueron las construcciones preferidas para la recogida de agua: excavadas en la propia roca y conectadas a unos canales de captación se han contado hasta 36 cisternas de diferentes tamaños y profundidades. La inconfundible y rojiza roca arenisca facilitó las labores de construcción por su escasa dureza. El análisis de los materiales demuestra una ingeniería superlativa, utilizando revestimientos de yeso en las paredes de las cisternas para reducir la erosión, aumentar la calidad del agua y mermar la evaporación.

«En el yacimiento de Sela hay más de 100 estructuras dedicadas  a un ingenioso sistema de depósito, conducción y abastecimiento hídrico cavado en la piedra arenisca»

Los canales son las construcciones más erosionadas por el paso del tiempo y difíciles de analizar. Directamente excavados en la roca, se han documentado algunos que podrían medir hasta veinte metros, utilizando el propio relieve del terreno y su pendiente para guiar el flujo del agua hasta los depósitos. A modo de filtro, los edomitas planificaron unas cuencas de sedimentación para desviar las impurezas y escombros que también fluían por las zonas de captación. Una última tipología relacionada con este sistema hídrico son las piscinas que, situadas en los niveles más bajos del promontorio, tenían unas dimensiones considerables a modo de almacenamiento pensado para mayor tiempo.

El sistema y la técnica del control del agua en el Altiplano de Edom fue tan sostenible que se han encontrado distintos extractos de materiales en las mismas estructuras de varios periodos de ocupación. Los edomitas lograron hacer viable la vida en Sela y legaron su conocimiento hidráulico hasta periodos medievales y del Imperio Otomano.

La primera Petra de la historia

La preocupación vital por el agua, y el excelente y funcional sistema hídrico de la cultura edomita permitieron la evolución del asentamiento de Sela, aunque la notoriedad que consiguió hizo que fueran víctimas de muchos intentos de ocupación por otros pueblos cercanos. Pero los edomitas consolidan su estatus y comienzan a participar en episodios bélicos de la política de la zona. Recelosos siempre con el pueblo israelita, colaboran en diferentes campañas contra ellos, invaden Judá y participan en el saqueo de Jerusalén junto al Imperio neo-babilónico.

De hecho, la cultura descendiente de Hammurabi tuvo un cierto control sobre Edom, aunque siempre mantuvo una independencia casi total. Uno de los grandes descubrimientos del yacimiento de Sela es un relieve de Nabónido, último rey babilónico, lo que representa, sin duda, una prueba de la importancia de Sela en el panorama político mesopotámico. Esto permitió expandir y fundar nuevos asentamientos e incluso abrir una salida al mar rojo para utilizarla de puerto.

Areniscas de Sela, en Jordania, trabajadas para retener agua de lluvia.
Areniscas de Sela, en Jordania, trabajadas para retener agua de lluvia.

La difícil orografía del terreno permite pocas incursiones a lo que pudo ser la ciudad edomita. Pero en cualquier caso se vislumbran muchas hendiduras de casas y edificios públicos construidos en la llamativa roca roja, de ahí su comparación habitual en los textos y fuentes de principios del siglo XX con la celebérrima Petra.

En 1937, Nelson Glück confirma por primera vez que las menciones de la Biblia eran ciertas y realiza los primeros trabajos arqueológicos

En cualquier caso, a partir del 539 a.C. con la caída del Imperio neo-babilónico, se produce un punto de inflexión con la aparición en la zona de los nabateos, un pueblo nómada originario del desierto arábigo. La nueva cultura se fue fusionando con la sociedad edomita, no sin conflictos habituales.

Dieron un nuevo y esperanzador rumbo político  con un cambio en el modelo económico, en el que se sustituyeron los asaltos y robos a las caravanas comerciales por convertirse en protectores de las rutas cobrando peajes por el tránsito en sus tierras. Esto generó mucha más riqueza y su arquitectura fue su fiel reflejo. Pero podríamos pensar que fue Sela y su modo constructivo quién inspiró al pueblo nabateo a hacer de la roca roja espectaculares construcciones que hoy en día son vistas por millones de turistas.

El Antiguo Testamento nos dio las pistas, y la arqueología demostró que el reino de Edom existió. Los hijos de Esaú dejaron su impronta en la historia de Oriente Medio y facilitaron el desarrollo de un territorio perdido entre la arena del desierto. Y no es atrevido decir que el motor que hizo funcionar a todo esta sociedad no fue otro que una excelente gestión del agua.



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