El verano del coronavirus

El verano abre las puertas inciertas de una nueva normalidad

Salimos de casa para retomar lo que quedó en suspenso durante el confinamiento. Toca reconstruir la economía de un país tocado por un colapso histórico de la actividad. Las empresas dan un paso al frente para invertir y crear empleo y piden colaboración público-privada para que todos salgamos con bien de la pandemia


El solsticio de verano, que tendrá lugar la noche del 20 de junio, exactamente, a las 23:43 horas, nos abre las puertas al periodo vacacional por excelencia y, este 2020, a la nueva normalidad.

Hasta aquí la realidad no parece diferente, el solsticio da comienzo al verano astronómico y viene acompañado del anticiclón de las Azores; de hecho, nos dejará las primeras máximas de 40 grados como es habitual por estas fechas.

Unas temperaturas que anticipan la temporada de incendios forestales que se desarrollará hasta el 15 de octubre con posibilidad de prorrogarla en el caso de que fuese necesario y que contará con un amplio dispositivo.

Un total de 73 medios aéreos, drones, vigilancia por satélite, 10 Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales (BRIF), tres Equipos de Prevención Integral de Incendios Forestales (EPRIF) y más de 2.900 efectivos de la UME darán apoyo a las comunidades autónomas durante la Campaña 2020 contra incendios.

Normalidad. Si no fuera porque allá donde miremos hay una mascarilla, en la barbilla, en la mano, en el codo o por debajo de la nariz, la nueva normalidad sigue pareciendo normal. No hay más que ver el pleno del Congreso o del Senado para comprobar cómo la clase política española ha visto pasar de largo el virus sin que haya hecho mella en el discurso de ninguno de sus componentes.

«Si no fuera porque allá donde miremos hay una mascarilla, en la barbilla, en la mano, en el codo o por debajo de la nariz, la nueva normalidad sigue pareciendo normal»

Fuera de las cámaras basta escarbar un poco para percibir el temor, poco, demasiado poco, a nuevos rebrotes del Covid-19, ver las colas del hambre que evidencian la profunda crisis socioeconómica que deja como secuela la pandemia, esos locales que no abren, pese a todo, porque no han aguantado el envite. Y las playas, esas playas parceladas, con cita previa, de dos por dos para garantizar la distancia de seguridad.

Una distancia de seguridad cada vez más complicada de mantener ahora que todos salimos de casa para retomar lo que quedó en suspenso durante el confinamiento y el Estado de Alarma.

Empezamos la recuperación, cual si de brotes verdes se tratara, y la reconstrucción que para unos es campo de batalla ideológica para las empresas es una ronda de propuestas sectoriales para dibujar el futuro de España.

Un futuro que en el caso del sector del agua pasa por la colaboración público-privada como motor de la recuperación y un contrato social basado en la solidaridad, el empleo de calidad y la reconstrucción verde.

Así lo destacó el presidente de Agbar, Ángel Simón durante su presentación en la CEOE donde señaló que los desafíos van más allá de la crisis sanitaria: la emergencia climática, las desigualdades sociales, ahora agudizadas a causa de la pandemia, y las amenazas latentes a la paz y al bienestar son retos de futuro a tener en cuenta en el proceso de reconstrucción.

Se necesitan inversiones. Sólo la recuperación de la degradación de las infraestructuras hidráulicas requerirá 18.300 millones de euros de inversión anual. Eso sí estas inversiones generarían más de 500.000 puestos de trabajo y tendrían un impacto en el producto Interior Bruto Nacional del 3%.

Unas inversiones que sólo se pueden afrontar desde la colaboración público-privada, una colaboración que en el sector del ciclo urbano del agua está avalada por la experiencia de los operadores, por la gobernanza y el conocimiento que atesoran las empresas.

Unas empresas que lideran el conocimiento y la tecnología, ejemplo de economía circular, expertas en gestionar con sistemas de gran resiliencia y que nos han garantizado el lavado de mano con agua potable durante la pandemia. Y ahora, además, servirán como herramienta de alerta temprana en la detección de nuevos rebrotes de COVID-19.

¿Cómo? Gracias al estudio de las aguas residuales, donde llegan trazas de ADN del virus que se excretan desde el periodo de incubación.

Cuando el nuevo coronavirus dio la cara en España allá por el mes de febrero en las Islas Canarias, en casos importados, nada hacía pensar que el SARS-COV-2 llevara ya más de un mes circulando por España.

Hoy, gracias al estudio restrospectivo de las aguas residuales de Barcelona se ha confirmado que ya el 15 de enero había presencia de trazas de ADN del virus en las aguas residuales de sus estaciones depuradoras, 41 días antes de que se confirmara el primer enfermo en la ciudad Condal.

Por eso SUEZ ha creado el observatorio digital de SARS-CoV-2 en aguas residuales más relevante del territorio nacional, aunando su conocimiento en la operación más avanzada de 613 depuradoras y más de 35.000 kilómetros de red de saneamiento en el territorio nacional, lo que permite aplicar criterios de segmentación para determinar zonas de influencia y puntos de muestreo. Todo esto es acorde con los indicadores de control epidemiológico y poblacional más adecuados, con los datos y experiencia de más de 20 años en vigilancia epidemiológica.

Dice el refranero popular que “quien siembra vientos, recoge tempestades”. Una perfecta metáfora para advertirnos de que, si emprendemos acciones mal encaminadas, posiblemente desencadenemos unas consecuencias para nada satisfactorias.

En nuestro caso, esa tempestad está representada en el tormento, o más bien la ironía de saber que los seres terrestres, cada año que pasa, estamos más alejados de disponer de un suministro adecuado de agua que nos permita sobrevivir, a pesar de que nuestro planeta goce de una superficie compuesta en un 70% por ese recurso.

«Las inversiones necesarias solo se pueden afrontar desde la colaboración público-privada, una colaboración que en el sector del ciclo urbano del agua está avalada por la experiencia de los operadores»

El cambio climático y la sobreexplotación de los recursos hídricos está provocando que muchas regiones de nuestro planeta se encuentren al borde de la extenuación y, en consecuencia, se desertifiquen. El Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía ha puesto esta semana el foco en esta grave amenaza al futuro de la supervivencia humana

De momento nada nuevo en la nueva normalidad. Aunque, en realidad, sí. Las empresas españolas destacan a nivel mundial por la integración en sus políticas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 (igualdad de género) según el informe de Naciones Unidas Global Compact que también revela también revela que sólo el 29% de las empresas defiende públicamente la importancia de las medidas relacionadas con los ODS (frente al 53% en 2019). Y reclama más esfuerzos para lograr que los objetivos de la Agenda 2030 sean una realidad.

Una realidad que se acerca con las medidas que se van adoptando para frenar las emisiones de gases efecto invernadero como la regulación del mercado de los derechos de emisión en España. La modificación del régimen de comercio de emisiones de gases de efecto invernadero podría generar en España inversiones anuales de hasta 38.000 millones de euros y un ahorro de 18.000 millones al año durante las dos próximas décadas.

«Las empresas españolas destacan a nivel mundial en la integración en sus políticas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 dedicado a la igualdad de género»

Se ha dado luz verde a la hoja de ruta del sector nuclear en España para el próximo lustro. El Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha aprobado esta semana el Plan Estratégico del regulador para el periodo 2020-2025, que incluye entre sus objetivos principales la comunicación a la sociedad y la transparencia, aunque también se han abordado cuestiones más prácticas, como la solicitud de renovación de la licencia de explotación de Vandellós II (Tarragona). El nuevo plan estratégico define tanto la misión como la visión del organismo, establece objetivos y actividades y será sometido a la aportación de comentarios de los trabajadores.

Las directrices del plan incluyen cómo se plantea el CSN conseguir sus metas estratégicas, que están orientadas a la seguridad nuclear y radiológica, y detalla el camino para conseguir unos objetivos transversales que estarán definidos por los Indicadores Clave de Rendimiento (ICR) y permitirán hacer un seguimiento y análisis de su consecución.

Esta semana también se ha lanzado el gran plan de reactivación del sector del automóvil con 1.050 millones de euros en ayudas y créditos para cambiar de coche. Aunque busca incentivar la adquisición de vehículos eléctricos, los de combustión también tendrán ayudas, una decisión que ha cuestionado el camino hacia la descarbonización y una movilidad más sostenible.

El objetivo principal del plan es el de impulsar al sector del automóvil, que genera el 10% del PIB y el 9% del empleo en España, pero el Ejecutivo asegura que se han tenido en cuenta también el compromiso europeo con la descarbonización y la transición ecológica. “Se trata de hacer lo que haga falta para amortiguar las enormes pérdidas del sector en 2020 mientras sentamos las bases de la industria del mañana: una industria que saldrá fortalecida de la mano de la electrificación y la digitalización y que contribuirá a que nuestro país avance en la senda de la transición ecológica justa“,

Y así seguimos adentrándonos en la nueva normalidad, en la de ese uno por ciento de la población mundial que refugiados lejos de sus casas no han encontrado refugio para mantenerse a salvo del coronavirus.

Unos 79 millones y medio de personas viven refugiados en campos donde el confinamiento ya era su día a día y donde el hacimiento hace inviable mantener la distancia de seguridad y hasta acceder a ese antídoto en el que se ha convertido el agua potable con jabón para evitar los contagios.

Y aquí, que podemos distanciarnos en lo físico que no en lo emocional, seguimos llenando los espacios públicos para desahogarnos de tantos días de cuarentena y encierro, haciendo oídos sordos y ojos ciegos a las secuelas socioeconómicas, pensando en la montaña, en la playa, en esa gastronomía sostenible y ese turismo que este año nos reserva un papel protagonista a los nacionales y nos promete que el de 2020, mascarilla en ristre, será el verano ded nuestras vidas.



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