Después de casi 10 semanas parece que España ha logrado no sólo doblegar la curva de contagios sino controlar la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19, en una semana en la que Bruselas ha iniciado por fin haber el camino de la reconstrucción post-coronavirus
Tras otra semana en la que la desescalada del confinamiento por el coronavirus ha vuelto a copar casi toda la actualidad, repasamos en este informe semanal las principales noticias de los últimos siete días. Después de más de dos meses, parece que España ha logrado no sólo doblegar la curva de contagios sino controlar la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19, un paso adelante que se ha logrado gracias a la disciplina y la ejemplaridad de la ciudadanía que, salvo incívicas excepciones ha permanecido confinada en casa hasta que las autoridades han considerado que era el momento de encarar al virus.
Ahora, con el 70% del territorio nacional entrando en fase 2 de la desescalada y cuatro islas en fase 3 toca apelar a la sensatez y al sentido común para dar tiempo a los hospitales y a los sanitarios para repasar los aciertos y los errores en el manejo de la enfermedad y preparar el campo de batalla para posibles rebrotes de la COVID-19.
Pero, si queremos seguir avanzando en esta desescalada, no nos sirve correr si a la mínima volvemos para atrás y si no, ahí están los rebrotes de Lleida o de Totana. O en Ceuta, donde por un cumpleaños, hay ya 200 personas confinadas y 30 enfermos que estuvieron en contacto con un solo positivo.
Dicen los expertos que el aire libre es un aliado contra la pandemia, a la vista de que la nueva normalidad es una doble realidad, una la que vivimos los ciudadanos y las empresas enfrentados a un virus y dispuestos a luchar por capear la debacle económica y social que viene detrás, y otra la que vive la clase política distraída en su propia guerra de juegos dialécticos, combinación de colores y primando la ideología sobre las ideas. Quizá sea bueno, sacar al exterior a esos parlamentarios a ver si respirando el mismo aire que respiramos los demás salen de su bucle electoralista e ideológico y se ponen a remar con todos para salir esta y desescalar juntos sin descalabrarnos.
En Bruselas parece que las ganas de sobrevivir a la COVID-19 han podido más que cualquier otro argumento y pese a todo la Comisión ha logrado una propuesta que transferirá recursos a los países más afectados en forma de subsidios a fondo perdido, una operación que implica cruzar el Rubicón europeo de endeudarse colectivamente en los mercados financieros. En total, el plan de recuperación económica frente a la pandemia de coronavirus supondrá 750.000 millones de euros en ayudas a socios comunitarios.
Esta inyección de liquidez no puede servir para volver a lo de antes, necesariamente debe apuntalar la fortaleza del sector sanitario comunitario para prepararse de cara a futuras pandemias, para el refuerzo del fondo de cohesión y transición justa y la movilización de inversiones privadas en sectores clave para la economía.
E imbuidos de este espíritu de reconstrucción, que en España no termina de cuajar, Europa apuesta por liderar los avances en economía verde, con el Gran Pacto Verde Europeo como bandera en un decidido avance en la descarbonización en 2050 tal y como se pactó en el Acuerdo de París. Éste tendrá su espaldarazo final en noviembre de 2021 en Glasgow en la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, porque el coronavirus no puede suponer un paso atrás en la lucha por salvar el planeta.
Pero Bruselas ha estado diligente y también ha mejorado su propuesta para el Marco Financiero Plurianual que consolida el Green New Deal, y el Fondo de transición justa. España se beneficiará del aumento en la dotación del Fondo para la Transición Justa de la Comisión Europea para apoyar a los sectores económicos más dependientes de los combustibles fósiles y recibirá 1.806 millones para abordar inversiones verdes, lo que supone 1.500 millones más que lo recogido en el plan inicial.
Con la nueva propuesta presupuestaria de Bruselas este Fondo pasará de 7.500 millones de euros a 40.000 millones, por lo que los países que ya aparecían en el primer plan comunitario recibirán más fondos. Es el caso de España, que en términos porcentuales contará con el 4,5% de las inversiones totales del fondo, mientras que en la propuesta inicial concentraba un 4% de las asignaciones.
Donde la cosa no ha caído del todo bien, ha sido en el sector agroalimentario que, si bien ha recibido una propuesta presupuestaria para la Política Agraria Común que minora el recorte inicial del 14 al 9%; no acepta que lejos de verse reforzado se le someta a nuevos retos y condicionalidades para producir con menos presupuesto.
La parte buena el recorte es que ha sido más incisivo en las ayudas directas y algo menos en el Desarrollo rural, que permitirá afrontar esos avances en la sostenibilidad de la agricultura y que probablemente sirva para afrontar definitivamente la modernización de los regadíos españoles. Y para poder regar siguen siendo necesarios los trasvase, cada vez más cuestionados y que en el caso del Tajo-Segura se enfrenta a una gran revisión de sus normas de explotación para determinar caudales ecológicos.
Y ahí siendo europeos tenemos una ventaja y es que la UE se encuentra entre los principales actores mundiales de producción científica y lidera la investigación en materia climática y en bioeconomía, según muestra el informe anual de Ciencia e Investigación de la UE, que también pide que se asegure las inversiones en ciencia ante el desafío que supone la digitalización.
Para también hace falta recordar que guantes y mascarillas no pueden tirarse por el inhodoro, ni dejar que formen parte de la nueva biodiversidad y para que no nos olvidemos de que estamos en plena temporada de incendios forestales. Y aunque en 2020 solo ha ardido la mitad de la media anual, se debe “en buena parte” a unas condiciones meteorológicas favorables, un marzo muy húmedo y al confinamiento a causa del estado de alarma.
No dejemos que esta secuela memorística de la COVID-19 nos deje sin aire libre donde cargar las pilas para afrontar la entrada en la nueva realidad.
