La digitalización y la economía verde y baja en carbono son las palancas para lograr una reconstrucción tras el coronavirus que sea sostenible, en línea con la Agenda 2030 de la ONU
Acompañado de un temporal de viento y oleaje, con mucha lluvia y con temperaturas propias de una ola polar que en cotas altas han dejado las primeras nieves, ha llegado el otoño de 2020.
Un otoño que nos invita a quedarnos en casa, a resguardo de esta segunda ola de la pandemia de la Covid-19 que nos recuerda que el virus no está vencido y que mientras la ciencia no logre ofrecernos una vacuna no conseguiremos doblegar nuevamente la curva para recuperar una cierta normalidad.
Una nueva normalidad en la que el escenario climático marca la reconstrucción apoyada en la digitalización como palanca estratégica del cambio y en la economía sostenible; una economía que sea compatible con la salud del planeta, porque si el planeta enferma los humanos también. Y como primer paso para liderar esa reconstrucción verde España ha aprobado el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático.
Un plan que define las áreas estratégicas y objetivos que marcarán la transición ecológica de España hasta 2030, y que se articula en 81 líneas de acción en ámbitos, como la salud humana, el agua y los recursos hídricos, el patrimonio natural, la biodiversidad y las áreas protegidas, costas y medio marino, protección forestal, lucha contra la desertificación, agricultura y ganadería o seguridad alimentaria.
Esta nueva realidad otoñal se escribe en términos de Sostenibilidad, que requiere consenso y una visión integradora, inclusiva y multilateral para “no dejar a nadie atrás”, en una reconstrucción marcada también por la crisis climática y la necesidad de proveer soluciones sostenibles y responsables a las aspiraciones de los 1.200 millones de jóvenes que viven en el mundo.
Y precisamente por ese futuro por y para la juventud, que pasa por la reconstrucción del sistema en términos de sostenibilidad, es un buen momento para aprovechar(nos) del notorio consenso existente entre políticos, empresas y sociedad civil sobre la necesidad de acelerar la transición ecológica. Solo así será posible sumar los esfuerzos y voluntades necesarias para contribuir a acelerar y cumplir los objetivos que plantea la Agenda 2030, con sus 17 ODS y sus respectivas metas.
Y una gran noticia. Este mismo miércoles, China, el mayor contaminador mundial, se ha comprometido a ser neutral en carbono para 2060, un auténtico hito que refleja la enorme inercia política y social que hay ahora mismo en torno a la lucha climática.
Y como El Ágora, resiliente, también trabaja para avanzar en su adaptación a los nuevos escenarios empezamos curso refirmando nuestro compromiso con la sostenibilidad en mayúsculas, con una nueva dirección que afronta el reto de convertir este medio en el espacio de referencia sobre desarrollo sostenible y agua, combinando contenidos científicos y divulgativos en este entorno de creciente digitalización, como señala Curro Lombardo, director de nuestro diario, en su tribuna titulada Es la sostenibilidad, estúpido.
Una digitalización que aún no ha logrado suplir a las mascarillas como barrera de protección frente al contagio del nuevo coronavirus, así que habrá que seguir con ella hasta que la ciencia avance; eso sí no olviden que aunque enferma la naturaleza no las necesita.
