Sin ciencia no hay soluciones - EL ÁGORA DIARIO

Sin ciencia no hay soluciones

Se acabó la incertidumbre: el curso escolar ha comenzado con la certeza de que estamos en plena segunda ola de contagios de la pandemia del COVID-19. Y la convicción de que, como el riesgo cero no existe, hay que aprender a convivir con el virus sí o sí porque la tierra sigue dando vueltas


Nada menos que 365, un año completo el que ha pasado ya desde aquellos fatídicos 12 y 13 de septiembre de 2019 en los que el cielo cayó sobre la vertiente mediterránea peninsular anegando toda la Vega del Segura.

El dulce nombre de María es el que acompaña a la peor catástrofe ambiental del levante español en el último siglo y medio. Coincidiendo con esta onomástica se conmemora el primer aniversario de una de las peores riadas que se recuerdan en Alicante y Murcia, que anegó más de 300 kilómetros cuadrados, se llevó por delante la vida de siete personas y provocó daños por más de 1.000 millones de euros.

Hoy, un año después y con todas las reparaciones realizadas, administraciones, agentes locales y ciudadanos lo recuerdan como un golpe de realidad que nos hizo ver que el cambio climático está aquí y que nos ha tomado la delantera.

Aquella Dana de septiembre, que no fue la única de 2019, nos dejó lecciones que se han abordado en el punto cero de la catástrofe en el Congreso Nacional de Inundaciones, el principal riesgo para España en este escenario climático donde se ha manifestado la necesidad de ser más ambiciosos en la inversión para adaptar las infraestructuras, las hidráulicas y las urbanas, carreteras, alcantarillados, tanques e tormenta y anticontaminación, drenajes para que nuestras ciudades sean más resilientes y se adapten al clima que se nos viene encima.

Y es que como nos ha destacado el portavoz de Aemet, Rubén del Campo, el Mediterráneo es un punto caliente del cambio climático y estamos avocados a sufrir cada vez más a menudo y con más virulencia este tipo de fenómenos meteorológicos adversos.

Y seguimos girando.

Aunque en Bruselas nos señalen por las carencias que aún arrastramos en saneamiento, donde nos urgen a agilizar avances e inversiones, esta semana tanto la Comunidad Valenciana como Castilla y León y Extremadura anunciaban pasos adelante. Con el Plan Renhace Segura que prevé que las 29 depuradoras de la Vega del Segura se modernicen para reutilizar el cien por cien de sus aguas regeneradas y los 120 millones comprometidos por el gobierno castellano leonés para llevar a cabo 300 actuaciones de depuración de aguas durante la presente legislatura en municipios de entre 500 y 2.000 habitantes equivalentes.

También en materia de energía avanzamos con más inversión pública para acelerar la transición energética en España. El Consejo de Administración del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) ha aprobado las primeras convocatorias del paquete de 316 millones de apoyo público para financiar proyectos innovadores de tecnologías renovables.

Y sobre todo, España cuenta ya con la nueva Estrategia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que pretende duplicar los recursos financieros públicos y privados para alcanzar así una inversión en ciencia del 2,12% del PIB español que nos equipare a la media europea. Una equiparación necesaria porque otra de las certezas que tenemos es que las respuestas y las soluciones, también a la pandemia que vivimos, las tiene la ciencia.

Ciencia que nos alerta de que la pérdida de hielo ártico confirma los peores augurios de los expertos. El hielo flotante en el Ártico ha descendido a una extensión mínima, con niveles de récord. Desde que empezaron a tomarse mediciones de satélite a finales en los años 90, el casquete polar se ha reducido en verano unos dos millones de kilómetros cuadrados, cuatro veces España.

Y ciencia que nos ayuda a constatar que sin los esfuerzos de conservación, se hubiesen extinguido hasta 60 especies, cuatro veces más de las 15 perdidas en los últimos 30 años.

Y ciencia que nos ayudará a no extinguirnos nosotros mismos, aunque eso requiera también de voluntad y disciplina, ahora más que nunca, en cumplir las indicaciones sanitarias para prevenir contagios de la COVID-19.

Y recuerden, la naturaleza no necesita mascarillas, nosotros sí.



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