Sin la ciencia de nuestro lado no podremos hacer frente a los efectos del cambio climático. Naciones Unidas ha puesto en marcha esta semana un proyecto para impulsar la Inteligencia Artificial como herramienta para mejorar la gestión de los desastres naturales y climáticos cada vez más frecuentes
La ciencia y la tecnología son herramientas clave si queremos lograr el éxito en la lucha contra el cambio climático. Consciente de ello, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el organismo especializado de las Naciones Unidas para las tecnologías de la información y las comunicaciones, ha lanzado esta semana un nuevo Grupo Temático de trabajo para hacer frente a la creciente prevalencia y gravedad de los desastres naturales con la ayuda de la inteligencia artificial (IA).
En estrecha colaboración con la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el nuevo grupo temático apoyará los esfuerzos mundiales para mejorar la comprensión, modelización y gestión de peligros naturales y desastres a través de IA y creará una hoja de ruta para la acción internacional.
Y es que en los últimos 50 años, más de 11.000 desastres se han atribuido a peligros meteorológicos, climáticos y relacionados con el agua, que han provocado dos millones de muertes y pérdidas económicas por valor de 3,6 billones de dólares. Si bien el número medio de muertes registradas por cada desastre se ha reducido en un tercio durante este período, el número de desastres registrados se ha multiplicado por cinco y las pérdidas económicas se han multiplicado por siete.
El causante de este incremento es el cambio climático, que ha hecho que los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos sean más frecuentes, más intensos y más graves, y estén afectando de manera desproporcionada a las comunidades vulnerables. Paralelamente, una de cada tres personas todavía no está adecuadamente cubierta por los sistemas de alerta temprana. La aplicación de la Inteligencia Artificial intentará poner remedio a esta situación.
Una de las regiones de España más azotada por este incremento de eventos meteorológicos extremos se ha puesto manos a la obra para hacer frente a los efectos del cambio climático. Se trata de Murcia, que esta semana ha anunciado que incluirá en sus planes de ordenamiento urbano la implantación de sistemas de drenaje sostenible, como parques inundables, redes separadas de aguas pluviales y residuales y sistemas de reutilización, para hacer frente a las inundaciones cada vez más frecuentes que sufre.
Así, el objetivo es crear ‘ciudades esponja’ como solución sostenible para gestionar de forma eficiente las lluvias y los episodios de fuerte escorrentía que azotan la cuenca del Mar Menor.


Dejamos Murcia para viajar hasta Canarias, que esta semana ha sufrido un episodio de alta contaminación debido a la calima. Las islas han registrado una de las peores calidades del aire del mundo por concentración de partículas PM2.5 y PM10 en suspensión, con niveles muy superiores a los máximos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La llegada de viento cargado de materiales del Sáhara es algo natural y relativamente habitual en Canarias en esta época, dada la cercanía de su territorio al continente africano, pero algunos expertos alertan de que la intensidad y frecuencia de este fenómeno podrían estarse amplificando como consecuencia del cambio climático.


Un cambio climático frente al cual, todas las herramientas son pocas. Incluso, Naciones Unidas está planteando resucitar el Protocolo de Kioto que esta semana ha cumplido años. El 16 de febrero de 2005 entró en vigor este acuerdo internacional, ocho años después de su adopción, el primero que estableció objetivos de reducción de emisiones netas de seis gases de efecto invernadero con un calendario de cumplimiento. También llegó ocho años después la ratificación de su segundo periodo de vigencia, apenas tres meses antes de que expirase a finales de 2020.
Esta sensación de “llegar tarde” ha acompañado al Protocolo de Kioto durante toda su trayectoria. También con la firma del Acuerdo de París, que no impone metas de reducción concretas, quedó relegado a un segundo lugar, algo que según muchos expertos nunca debió ocurrir.
Por ello, Naciones Unidas quiere dar una tercera oportunidad al protocolo japonés para que en esta década vaya de la mano con el acuerdo francés. Es decir, unir las estrategias de mitigación que los países están poniendo encima de la mesa gracias a París con los calendarios y metas concretas que exige Tokio.
Así, en la COP26, que se celebrará en noviembre en Glasgow (Escocia), se presentará una nueva enmienda al Protocolo con un tercer período de vigencia, de 2021 a 2031, en paralelo con el Acuerdo de París.
Veremos si a la tercera va la vencida.


Y cerramos la semana con un toque de humor. Como no hay nada tan serio que no pueda decirse con una sonrisa, un pueblo de Laponia ha lanzado una campaña de concienciación sobre el cambio climático que se ha hecho viral. Bajo el lema “Salva Salla, salva el planeta” el pequeño enclave finlandés de Salla presenta su candidatura a acoger los Juegos Olímpicos de verano de 2032 y sus habitantes se entrenan en diferentes deportes como el voley playa o el surf en medio de la nieve.
La supuesta candidatura olímpica cuenta además con su propio logotipo oficial, en el que destacan unos montes nevados que se derriten, y con una mascota llamada Kesa (verano), representada por un reno aturdido debido a unas altas temperaturas a las que no está acostumbrado.
Una campaña que con mucha ironía y humor pone el dedo en la llaga y nos hace reflexionar sobre la necesidad de actuar ya. Por que si no, en 10 años podríamos irnos a tomar el sol a Laponia.


¡Buen fin de semana a todos!