LA HISTORIA
La desescalada es la hoja de ruta de un descalabro. ¿Hoteles al 30% con todos los trabajadores en activo y para clientes de la misma provincia? ¿Empresas que no pueden garantizar la salud de sus trabajadores porque sanidad les incauta el material? ¿Aeropuertos sin medidas pioneras para garantizar la seguridad de los viajeros en una de las más grandes potencias turísticas del mundo?
¿Poner cara de Don Tancredo mientras, como dice Ferrán Adriá, la hostelería y la restauración española van a perder 60 millones de clientes en los próximos meses? ¿Y qué decir del drama del comercio?
¿PERO QUÉ PODEMOS HACER?
Trabajadores y empresarios somos los españoles que generamos la riqueza que sustenta el país, su estado de bienestar y todas las estructuras y servicios públicos de los que nos hemos dotado como sociedad. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras un vendaval de malas y/o falsas decisiones destruye el aparato productivo del país, y con él nuestros empleos y nuestro futuro. El presente es tan sombrío que si se concreta en el futuro inmediato, no podremos hablar de sostenibilidad ni de cambio climático en años.
Sector a sector, empresarios y trabajadores a través de sus organizaciones deben consensuar urgentemente propuestas de reactivación rápida acompañadas de planes seguros para trabajadores y clientes (en su caso).
PERO HAY MEDIDAS SANITARIAS QUE SON DE TIPO GENERAL
Efectivamente, más allá de que las empresas pudieran cuidar de sus trabajadores sin la intromisión negativa de Sanidad -que debería ser exactamente al revés, positiva, facilitando y monitorizando el cuidado de los trabajadores en sus propios centros- hace falta también la monitorización de la población no activa a través de la estructura sanitaria, desarrollando las capacidades de nuestra industria que tanto ha despreciado el ministro Illa.
Ha llegado el momento de una acción ciudadana exigiendo una intervención sanitaria de otro calado que nos permita enfrentar la reapertura económica y la reconstrucción a un ritmo muy distinto del que supone en la práctica el ¿plan? de desescalada.
¿PERO CÓMO SE HACE ESO?
Sector a sector. Esa es la realidad concreta. Organizaciones empresariales y sindicales deben reunirse, trabajar juntos y tomar la iniciativa. Buscar la complicidad de los ciudadanos y sus organizaciones más independientes. Muchos alcaldes estarán de acuerdo y ansiosos por colaborar. Son los políticos más próximos a la gente. La mayoría no son como Colau, que propone que Seat no vuelva a producir vehículos, ni venda los que tiene en stock para que no contaminen. Hay muchos como Abel Caballero o Martínez Almeida, con los que se puede contar.
No podemos permitir que la dolorosa y mal gestionada crisis sanitaria se convierta en nuestra ruina. Por supuesto, hablamos de hacer propuestas desde el conocimiento y la experiencia de cada sector, y de presionar desde la legitimidad de amplios consensos internos entre trabajadores y empresarios y sus organizaciones.
Buscando siempre la institucionalidad, porque el caos y la revuelta no tienen nada que ver con la creación de riqueza ni con la vida de las familias. Ni con la democracia.