LA HISTORIA
El 22 de abril de 1970, la Organización del Día de la Tierra, promovida por el senador estadounidense Gaylord Nelson, convocó una manifestación a la que asistieron casi 20 millones de personas en muchas ciudades de Estados Unidos.
Ese mismo año, se creó la Agencia de Protección Medioambiental de los EEUU (EPA), origen de las organizaciones públicas para la protección del medio ambiente. Dos años después de la primera manifestación se realizó la Cumbre de la Tierra en Estocolmo, con el objetivo de sensibilizar a los líderes mundiales sobre los problemas ambientales. En el 2009, la ONU proclamó el 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra.
Hoy celebramos el 50 aniversario de aquella manifestación que está en el origen de la actual conciencia ambiental.
CON LA CRISIS DEL VIRUS, QUIÉN SE ACUERDA?
El antropólogo Eudald Carbonell lo dijo en estas páginas: “Sin la capacidad tecnológica y de conocimiento que el hombre ha alcanzado en su evolución hoy no podría desafiar la selección natural y, como en anteriores colapsos evolutivos, nos veríamos enfrentados a una descarga demográfica cercana a los 3.000 millones de humanos”.Para contener este embudo la humanidad debe poner la vida en el centro de sus prioridades. Las actuales estructuras no favorecen la adaptación del hombre al planeta.
Insiste Carbonell en que no se trata de una cuestión de valores sino de una conciencia crítica de especie que, si conseguimos asimilar la revolución científico-tecnológica que estamos viviendo, nos adentrará en un mundo nuevo: el humanismo científico.
ESTAMOS EN LA TIERRA, PUES HABRÁ QUE CUIDARLA
Pensar que estamos “en” la Tierra es un planteamiento equivocado. Es un punto de vista antropocéntrico poco inteligente. No estamos en la Tierra sino que formamos parte de ella. Por eso las agresiones al planeta en cualquiera de sus formas tienen mucho de autolesiones. Como dice Carbonell no se trata de una cuestión de valores sino de entender realmente lo que pasa: nos estamos haciendo daño, y hasta hace poco no sentíamos el dolor.
Este 2020 estamos
encerrados en casa y no podemos salir a la calle, pero podemos mirar al cielo desde las ventanas, o a los árboles, o por un día podemos sustituir las series que llenan tantas horas estos días por
algún capítulo de El hombre y la tierra de Félix Rodriguez de la Fuente, pionero mundial en comprender que
pertenecemos a la Tierra y no al revés.
¿Y SABER LO QUE SOMOS SIRVE CONTRA EL VIRUS?
Si los que nos gobiernan hubieran sabido lo que somos, hubieran diseñado
un confinamiento adaptado y menos traumático,
en lugar del mismo que se hubiera hecho hace siete siglos. Es intelectualmente ridículo y
nos va a costar muy caro. Claro que, para eso, tendríamos que haber empezado mucho antes. De hecho, mucho antes de la pandemia, cuando muchos y buenos
alertaron del peligro de virus mortíferos de alcance planetario.
Esperemos que esta crisis nos acerque al humanismo científico. Hemos de aprender a ser leales al planeta, leales a nosotros.
Y MIENTRAS… “IL MONDO GIRA”
Mientras tanto, entre los que nos gobiernan, los oportunistas desleales, dos minutos antes de la comparecencia del ministro de Sanidad para anunciar la decisión final de permitir una flexibilización del confinamiento de los niños, se adelantan en las redes para capitalizar una medida muy deseada por la población.
Ellos, que están en el origen de casi todos los errores, se apropian de los pocos momentos de redención que puede vivir este gobierno. El presidente debería tenerlo en cuenta.