LA HISTORIA
Se atisban ya en un horizonte próximo, los remedios farmacéuticos para superar la crisis sanitaria. Por el camino quedará dolor y tristeza en muchos hogares. Serán más con cada día que el fármaco curativo se retrase, pero el día D está a la vista.
A partir de ahora toca pensar en el día después.
Sin perder la tensión –que nunca llegó a ser suficiente- en el frente de la crisis sanitaria, pero sin perder un minuto, para evitar que la brutal crisis económica que se nos viene encima -de hecho, ya estamos en ella- suponga la catástrofe innecesaria que ha resultado ser la sanitaria, por no haber entendido a tiempo su gravedad.
¿DEBO ASUSTARME?
¿La verdad? No es para menos. Nunca en la historia de España se había producido un parón de la actividad productiva y del consumo como el que ha provocado la pandemia. Ramón Tamames cifra, en una primera aproximación, en el 12% la caída del PIB anual en relación con el año pasado. Piénsese que, en el peor momento de la pasada crisis, la caída fue del 8,5%. Se habla de recuperación rápida, en V, pero cada vez parece menos claro. Nuestros dos grandes motores, el turismo y la industria automovilística, dependen enormemente de la salud económica de los países de nuestro entorno, que sin duda también saldrán tocados de esta crisis del coronavirus. Y el consumo no se recuperará rápidamente en un escenario deprimido.
¿TIENE EL GOBIERNO UN PLAN PARA AMORTIGUAR EL GOLPE?
Tanto el gobierno español como el BCE tuvieron una primera reacción ridícula en relación con la dimensión de la tragedia económica que se avecina. Afortunadamente ambos cambiaron drásticamente a los pocos días. Y hablamos del BCE y de la relajación fiscal de la UE, porque no olvidemos que, sin sus medidas de estímulo y sus compras masivas de deuda nacional, no hay plan estatal que valga. Y yendo al plan del señor Sánchez, lo mejor que podemos decir es que es una declaración de buenas intenciones. Todo depende de los ritmos de las ayudas económicas, de la agilidad de los ERTE’s, de la cicatería con que se gestionen las herramientas anunciadas, porque una cosa es predicar y otra dar trigo. Todo depende.
¿TODOS LOS ESCENARIOS SON PESIMISTAS?
Bueno, vamos a ponernos en el mejor de los escenarios posibles. La ministra de Industria habló ayer de forma esperanzadora sobre la colaboración y las necesidades de las empresas españolas. Teresa Ribera, desde el MITECO, ha gestionado su parte de la crisis de la mano con las empresas. Celaá ha negado el fin anticipado del curso escolar, que sería otro error con consecuencias laborales, productivas y educativas. Todavía estamos a tiempo de salvar de verdad a los autónomos que no están facturando nada y a los que hay que exonerar de sus cuotas, a tiempo de organizar mecanismos extraordinarios para hacer cosas extraordinarias. Que la liquidez sea real y no solo para el que casi no la necesita. Y que llegue a tiempo, no cuando hayan muerto miles de pymes. Es una estupidez pensar en actuar como siempre y esperar conseguir resultados distintos.
Estamos ante una desglobalización parcial. Descubrimos que hay industrias que parecen menores y son estratégicas. Lo decía la ministra ayer. Es tiempo de generosidad y audacia. El COVID-19 ha abierto una grieta en el terreno económico y hay que decidir de qué lado nos quedamos, en el pasado y la frustración o en el del futuro y la esperanza. Necesitamos resolver la crisis económica todos juntos. Las fuerzas vivas están dispuestas, solo hay que contar con ellas y empujar, y no paralizar.
Los de siempre llevan toda la crisis gritando desde la orilla, molestando a los que trabajan, y perturbando con soflamas caducadas a las buenas gentes. Tampoco, es cierto, se pueden pedir peras al olmo.
Pero sí le podemos pedir al presidente del Gobierno que se replantee sus alianzas para definir, aprobar y gestionar los presupuestos de reconstrucción que el país necesita desde ya. Lo que podía tener un sentido en diciembre, ahora ya no lo tiene.
Es tiempo para la acción. El día después empieza hoy.