LA HISTORIA
El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter cercano a las costas japonesas provocó un tsunami que arrasó casi 600 kilómetros de litoral, causando 19.000 muertos. La ola gigante inundó la central atómica de Fukushima, dañando sus sistemas de refrigeración y provocando la fusión total o parcial de tres de sus reactores.
PERO LA HISTORIA CONTINUA
Como en las historias de antiguos crímenes, el pasado persigue a Fukushima. A pesar de haber pasado ya casi una década, el reactor siniestrado sigue requiriendo trabajos de descontaminación y refrigeración que necesitan de toneladas de agua para llevarse a cabo. Este agua, contaminada por radiación, se guarda en la propia central y supone un enorme “desafío” para Japón, que debe buscar fórmulas para deshacerse de ella.
¿POR QUÉ SIGUE GENERANDO AGUA RADIOACTIVA FUKUSHIMA?
Las vasijas se lograron volver a cerrar y los reactores quedaron sellados, pero aún no tenemos la tecnología necesaria para retirar el combustible fundido de los reactores, ya que es tan radioactivo que un ser humano moriría en cuestión de segundos con solo acercarse a él. Para que el combustible no vuelva a hacer estallar el muro de contención ni libere más radiación a la atmósfera, es necesario inyectar agua subterránea a los reactores para refrigerarlos y mantenerlos a 30 grados.
¿Y QUÉ SE HACE CON ESA AGUA RADIOACTIVA?
Tepco, la empresa responsable de la central, ha ido almacenando ese agua que pasa por los reactores en más de mil tanques especiales instalados en la central, lo que supone supone más de un millón de toneladas de agua contaminada. Para poder hacer frente a un ciclo interminable, de en torno 150-200 metros cúbicos de agua residual al día, la empresa sigue construyendo más contenedores, que tienen capacidad para recibir entre 1.000 y 1.200 toneladas de agua y tarda en llenarse entre siete y diez días.
La empresa ya ha avisado de que en tres años se quedará sin espacio.
¿Y QUÉ PIENSAN HACER CON TANTA AGUA CONTAMINADA??
A finales de 2018 una misión de expertos de la OIEA aconsejó a Japón que tomara una “decisión urgente” sobre la ruta de gestión del agua, que ahora se trata con un proceso llamado ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos).
A principios de febrero de este año, el comité de expertos de Japón presentó al Gobierno un informe en el que planteaba diferentes opciones, que aún se desconocen, para eliminar el agua después de limpiar los contaminantes radiactivos salvo el tritio.
Una opción muy real es la de verter los residuos al mar para diluirlos, una vez limpios de casi todos sus componentes radioactivos. Esta posibilidad provoca, sin duda, fuerte rechazo entre pescadores y ecologistas, y como mínimo la preocupación en los países vecinos.
¿Y QUÉ PINTA VALENCIA?
Pues que la antorcha olímpica en su camino hacia Tokio va a pasar por Fukushima, como muestra de la recuperación de la normalidad en el entorno de la central nuclear (aunque una normalidad relativa, como hemos visto). Y que esos Juegos Olímpicos en Japón podrían suspenderse por culpa del coronavirus igual que ha ocurrido con las Fallas de Valencia (y las fiestas de la Magdalena en Castellón, menores pero también formidables).
Así el coronavirus podría unir en la distancia, y en la desgracia, a Tokio, Fukushima mediante, y Valencia, que sufre así su particular terremoto.