La renta mínima ¿El principio del principio o el principio del fin? - EL ÁGORA DIARIO

La renta mínima ¿El principio del principio o el principio del fin?

La renta mínima ¿El principio del principio o el principio del fin?

La renta mínima es un instrumento que evitará la exclusión de millones de personas. Pero la situación no es sostenible más que a muy corto plazo. Es urgente crear las condiciones para que las empresas vuelvan a crear millones de puestos de trabajo



LA HISTORIA

Ya está a punto la renta mínima, concebida como una pensión no contributiva. Hoy, en pleno proceso de formación del ciclón de devastación económica más brutal vivido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, a nadie le parece mal la creación de un instrumento que evite la exclusión de millones de personas primero, y la implosión social subsiguiente. Pero hoy también, apenas 11 millones de personas realmente en activo soportan con su trabajo 19 millones de rentas pasivas, además de mantener a sus propias familias. A nadie se le escapa que esta situación no es sostenible más que a muy corto plazo.

¿Y QUÉ PODEMOS HACER? 

En la situación actual, que no hará sino empeorar en el futuro inmediato, la ley de renta mínima no puede ser sino el origen de un nuevo acuerdo nacional, cuyo siguiente paso urgente es la creación de las condiciones para que las empresas vuelvan a crear millones de puestos de trabajo, y para que puedan poner a disposición la liquidez necesaria para financiar la inversión pública.

¿POR QUÉ? 

En un escenario de déficit entre el 10 y el 20 por ciento, con la deuda disparada, y con la economía en caída libre, la financiación del sector público no puede hacerse aumentando los impuestos ni aumentando la deuda. Las inversiones -más necesarias que nunca- deben apoyarse en el sector privado, mientras que los recursos públicos deben dirigirse al gasto social, al que hoy ya apenas pueden hacer frente. Millones de trabajadores no han empezado a cobrar aún los ERTEs o el paro por despido desde el mes de marzo. En los próximos meses la destrucción de empresas alcanzará a las 200.000, con la consiguiente destrucción asociada de puestos de trabajo. El tremendo estrés del sistema que está produciendo la crisis hace chirriar la maquinaria y la caja del estado.

Si no tomamos conciencia rápida de esto y adoptamos medidas inmediatas, el deslizamiento de nuestra economía por la pendiente se hará imparable hasta que llegue al fondo, y para entonces las consecuencias son imprevisibles.

¿PERO CÓMO NO VAMOS A TOMAR CONCIENCIA DE UNA EVIDENCIA?

¿Increíble verdad? Pues hay sectores vinculados a la parte morada del gobierno que afirman y proponen que hay que endeudar aún más al sector público, con tal de no poner en valor y prestigiar a las empresas.

Según ellos la creación de empleo no importa, porque todo se soluciona con rentas pasivas y subsidios que pagarán “los ricos”, que acabarán siendo los trabajadores en activo, que cada vez serán menos. Es decir, imposible. Recordemos que siguen queriendo derogar la reforma laboral con cuyas medidas se está enfrentando la crisis.

Eso sin hablar de la posibilidad de que, con la desglobalización en curso, repunten los tipos de interés y que, con el tamaño de la deuda pública, los intereses arrasen los presupuestos del estado del bienestar. Los mismos que quieren endeudarse ahora, añaden que en ese momento se dejarán de pagar los intereses, para pasar a ser un estado insolvente y anticapitalista. Genial.

Los empleos los crean las empresas ideando y tomando riesgo, y la riqueza la crean los trabajadores y las trabajadoras, de la primera al último, trabajando. Tenemos la oportunidad de asumir nuestro gran Compromiso Histórico en el momento más oscuro. Haciendo cada uno lo que sabe y puede hacer mejor. Pero lo tienen que liderar los que respetan y multiplican, no los que odian y dividen.


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