LA HISTORIA
Teresa, pequeña empresaria hostelera de Peñíscola: “Hago el 70% de la facturación entre junio y septiembre. La mayoría de mis clientes, franceses con más de 20 años de fidelidad, me dicen que este año no vienen. Hacienda me confirma que no me da ni un aplazamiento más, aunque lleve tres meses sin facturar un euro. Mi banco (voy a cambiarme) solo me gestiona un crédito ICO si es para renovar, aunque aún no toca, un crédito previo con ellos para asegurarse el 80% que cubre el ICO. Cada año contrato seis personas durante siete meses. Este año no voy a contratar a nadie. De hecho, no sé si llegaré viva a final de año. Pero, aunque no parece importarle a nadie, con este negocio mantenemos a los seis miembros de mi familia, mis hijos estudian, mi madre está a cubierto, y nosotros vivimos dignamente. Somos empresarios, pero solo tenemos nuestro trabajo, y sin trabajo no tenemos nada. Ya sé que muchos tampoco, pero no soporto ni un insulto más».
¿QUÉ DECIR?
No hay nada que decir. Hay que pasar a la acción. Es una buena noticia que el gobierno haya cambiado de opinión y haya abierto las fronteras al turismo el próximo 21 de junio, como el resto de Europa. Es bueno que Ana Botín, cuyo banco no está entre los que hacen trampa, en esa supercumbre de los empresarios españoles, defienda como prioritario salvar al soldado turismo, y es bueno que no sea la única, que lo mismo piensan la mayoría de los grandes ejecutivos españoles. La pirámide se construye desde abajo, y ahí está el turismo, en la base de nuestra economía.
Le preguntamos a Teresa si las empresas de servicios públicos, agua y electricidad también la atosigaban y nos dijo que no, que le habían aplazado todos los pagos hasta después de la temporada de verano.
Hasta Unidas Podemos, ante la posibilidad de perder el momio dice que hay que escuchar a los empresarios. Porque este país y su sistema de bienestar social lo mantienen trabajadores y empresarios. La casta son el resto.
PERO TODO EL MUNDO SABE QUE LAS EMPRESAS SON LAS QUE CONSTRUYEN UN PAÍS…¿NO?
No crea. Le pongo un ejemplo. Inditex acaba de anunciar que, en vista de la experiencia de tres meses de confinamiento global, adelanta su plan de digitalización para poder competir con empresas como Amazon. Eso comporta cerrar tiendas físicas y abrir tiendas virtuales. Inditex se ha comprometido, en el proceso de transición, a reubicar a los trabajadores afectados. La decisión y las inversiones subsiguientes permitirán, en el medio y largo plazo, mantener el empleo y la posición competitiva de la compañía en el mundo. Pues bien, a los que llevan años criticando que Amancio Ortega dedique parte de su legítima fortuna a fines sociales y altruistas les ha faltado tiempo para echarse a degüello por el anuncio de la transformación.
Porque aniquilar el prestigio y la consideración social de Amancio Ortega y su compañía es uno de los principales objetivos del populismo. Ningún español normal está de acuerdo, claro.
Por eso es tan importante que por una vez las empresas, donde trabajan millones de trabajadores, digan lo que piensan, lo que el país necesita, hablen de concordia, hablen de consenso, hablen de construir frente a los que hablan de confrontación y trincheras. Faltan ocho días de propuestas. Aire fresco.
Hay que salvar al soldado turismo, al soldado industria, al soldado servicios públicos, en riesgo porque sigue sin aprobarse el reequilibrio financiero de las compañías. Hay que salvar al país, que son sus empresas y sus trabajadores. Hay que salvar el empleo, las personas, las familias. Hay que salvar España.
