LA HISTORIA
Se ha constituido en el Congreso de los Diputados la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, con el objetivo de alcanzar acuerdos entre las fuerzas parlamentarias capaces de relanzar económicamente el país tras la crisis sanitaria. El socialista Patxi López ha sido elegido su presidente.
¿Y QUÉ SE SUPONE QUE TIENE QUE HACER LA COMISIÓN?
Según López, los objetivos del nuevo órgano de trabajo son:
- Reforzar el sistema de salud pública como «pieza fundamental del estado de bienestar”.
- Impulsar a las empresas para recuperar el empleo cuanto antes.
- Tejer «la más tupida red de solidaridad y protección social«, desarrollando una posición común frente a la Unión Europea , para conseguir el «rescate ciudadano”.
¿ESO ES TODO?
Bueno, López también ha dicho lo que no es la Comisión: «Esta comisión no es una sesión de control», dijo, «no es una mesa de negociación entre la oposición y el Gobierno sino que es la manifestación del esfuerzo colectivo de todos los representantes de la ciudadanía para buscar juntos una salida global, social y económica para nuestro país”.
UNA BUENA COLECCIÓN DE TITULARES
Y algunos contradictorios. Porque si no se quiere que la comisión sea una sesión de control -lo que es razonable-, el primer objetivo no puede ser una evidente exculpación de la gestión sanitaria sobre la base de la debilidad del sistema de salud pública.
La situación de crisis económica y de destrucción de tejido productivo y de puestos de trabajo es tan brutal que hay que centrar toda la energía en sintonizar con cada uno de los sectores económicos y sociales para optimizar su reconstrucción mediante medidas audaces y complejas, técnicamente sofisticadas, y que relancen a los sectores hacia delante.
Si la comisión no se apoya en expertos reconocidos por los representantes de empresarios y trabajadores de cada área de actividad, los trabajos desembocarán en fatuos eslóganes para justificar lo que no se ha hecho, orillando los intereses de los ciudadanos.
¿Y LA EDUCACIÓN?
También la educación debería entrar. Oír las simplistas propuestas de la ministra Celaá pone los pelos de punta. En este confinamiento ha quedado en evidencia que la teleenseñanza está muy lejos de su punto óptimo, y que en la práctica supone una fuerte discriminación entre alumnos y colegios, no ya entre públicos y privados, sino entre los distintos públicos por variadas razones. Eso sin hablar de la imposibilidad para la mayoría de las familias de atender los horarios que propone la ministra.
Nadie dice que las soluciones sean fáciles, pero tampoco que las tenga que diseñar cualquiera. Aunque sea ministra