Nuestro experto en arte Julián H. Miranda nos acerca esta semana a la obra de Jan van Goyen, un pintor paisajista neerlandés que está considerado uno de los maestros del Barroco y fue el autor de más de un millar de óleos
El género del paisaje en el Siglo de Oro de la pintura neerlandesa alcanzó su cénit gracias al talento de artistas como Jan J. van Goyen (Leiden, 1596-La Haya, 1656), Solomon van Ruysdael (1628-1682), Pieter de Molijn (1595-1661) o Simon de Vlieger (1601-1653), entre otros, que fueron capaces de fijar la vida natural, las marinas y los canales de las ciudades costeras holandesas, reconocibles varios siglos después, en un período histórico y artístico esplendoroso dominado por el talento de Rembrandt, Vermeer y Frans Hals.
Quizá Jan van Goyen, nacido en la misma localidad que Rembrandt, sea un buen ejemplo de cómo llegó a convertirse en un maestro de este género, con una labor sostenida en el tiempo que le permitió pintar o dibujar más de un millar de óleos. Hijo de un zapatero, tras estudiar en su ciudad natal con varios pintores (Coenraet van Schilperoort, Isaac van Swanenburgh, Jan de Man y Hendrick Clock), viajó a Francia cuando tenía 19 años, regresando un año después a Haarlem, donde comenzó a trabajar en el taller de Esaias van de Velde, que le influyó mucho en sus primeras obras. En 1618 se casó en Leiden con Annetje Willemsdr. van Raelst.


Muchas de sus pinturas pueden admirarse hoy en los dos grandes museos holandeses, el Rijksmuseum de Ámsterdam y el Museo Marithuis de la Haya, y en España, entre otras instituciones, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ofrece la posibilidad de acercarnos a un modo singular de concebir las marinas y paisajes de los Países Bajos. Hace cuatro años tuve la posibilidad de reencontrarme con algunas de sus composiciones, debido a una breve estancia en las dos ciudades holandesas.
Me llamó la atención nuevamente su concepto del paisaje, directo y realista, a la hora de conseguir con sencillez esas vistas locales, gracias a una paleta que se reducía a marrones, ocres y verdes, confiriendo efectos atmosféricos para plamar las diferentes estaciones del año, en especial el invierno o el verano, la situación de los pólder y ese paisaje con dos robles, expuestos en el Rijksmuseum, buenos ejemplos de un estilo tonal de gran elegancia.


Varios años más tarde dejó Leiden y se trasladó a La Haya en 1632, donde alternó su labor como pintor con el comercio del arte y del tulipán, actividades que no le fueron muy propicias en lo económico. Unos años más tarde (1640) fue nombrado decano del gremio de San Lucas y se dedicó a viajar por Alemania y otros lugares de los Países Bajos, que le inspiraron para numerosos dibujos de ese periplo. Vivió en un ambiente artístico, tuvo como alumno a Jan Steen, quien posteriormente se casó con una de sus hijas en 1649. Otro pintor holandés, Jacques de Claeuw, contrajo matrimonio ese mismo año con otra hija de van Goyen.
En uno de los óleos de la Colección Carmen Thyssen, Paisaje de dunas con cabaña y figuras, 1629, ya se observa ese estilo paisajístico tonal, con una escala cromática sobria, a base de ocres, marrones y verdes, donde los tonos terrosos acaban dominando en esa obra de madurez, cuando el pintor tenía 35 años. Vemos una casa de aldea, en medio de un paisaje salpicado de sombras que pueblan varios campesinos, con los árboles iluminados en segundo plano, todo muy contenido en la forma de representar la escena.
En una pintura realizada un poco antes, entre 1627 y 1628, titulada Paisaje con Puente, conocido como ‘El Puente Pequeño’, atribuido al círculo de van Goyen, el artista de Leiden esboza la quietud a través de esa conjunción de paisaje y paisanaje, con ese hombre faenando en su barco amarrado, mientras otro reclina su cuerpo en la barandilla de un puente y otro pescador parece recoger algo del agua o ese grupo de mujeres que parecen estar conversando con esos árboles mecidos por el viento. Un efecto atmosférico suave destaca la luminosidad del momento.


En otra composición propiedad de la colección Carmen Thyssen, Paisaje fluvial con transbordador y cabañas, 1634, merece mencionarse cómo varios árboles inclinan sus ramas hacia el río, reflejados en el agua; en la orilla de una cabaña un transbordador lleno de personas y animales se dirige lentamente al curso del río y un poco más allá solo vemos la silueta de unos pescadores, unos barcos de vela que fondean y a su derecha un molino de viento. El cielo está nublado, con leves toques de azul y una pequeña claridad entre dichas nubes, lo que lleva a crear una sensación de cercanía para quien contempla la obra.


Una de las cosas que llama la atención de Paisaje invernal con figuras en el hielo, una tabla de1643, que actualmente forma parte del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, es cómo van Goyen amplió el horizonte en una ciudad, que probablemente fuera Dordrecht, en la que puede verse una cartografía humana muy variada sobre el río helado, el Viejo Mosa, realizando sus labores cotidianas, algunos acarreando mercancía, otros pescando, jóvenes jugando con largos palos, familias en un trineo o patinando. Y al fondo la iglesia protestante de Grote Kerk, barcos atracados en el puerto y diferentes molinos de viento en medio de la luz invernal que ayuda a detener nuestra mirada en un reducido espacio pictórico.


Y eso conecta con Vistas al río (1644-1648), Vista del río con iglesia y granja (1653) y Vista del Rin cerca de Hoog-Elten (1653), los tres de la colección del Museo Maurithuis de La Haya, en los que nuevamente utilizó poco color, con una composición simple y casi siempre con un horizonte brumoso. En el caso de la primera tiene una luz más clara, mientras en la segunda el pintor capta nuestra mirada hacia la orilla opuesta del río, en la que representa una torre de iglesia y un gran pajar, y la silueta oscura del bote de remos en primer plano llega a reforzar la sensación de profundidad vemos en los transbordadores y barcos de vela, bajo una luz más matizada y terrosa.


Por último, mencionar otra tabla de la Colección Carmen Thyssen, Estuario fluvial con «smalschips» y pescadores, 1651, una composición de tipo vertical. En primer plano unas figuras faenan en una barca de remos y su derecha en una lengua de tierra dos vacas parecen mirar al pintor. Detrás un barco de vela con pasajeros está arrastrando un pequeño bote, cerca otros barcos de vela más pequeños surcan el estuario y al fondo una línea de casas y una iglesia con una torre alargada. Van Goyen en esta marina introdujo hondos contrastes tonales y zonas de color en el cielo para dotarla de armonía, serena belleza y un fuerte sesgo poético, rasgos que definen bien su estilo.


