El Delta del Ebro se recupera, gracias al esfuerzo de los que lo habitan, de los estragos causados por la borrasca Gloria. El naturalista José Luis Gallego nos transporta por este bellísimo humedal amenazado por la crisis climática y nos invita a contemplar la riqueza de sus parajes. Un enclave por descubrir para aprender a apreciarlo y defenderlo
El paso de la borrasca Gloria por el Delta del Ebro causó importantes daños en diferentes puntos de este enclave natural, afectando a las gentes que lo habitan en las diferentes labores que realizan.
Arrossaires, pescadores, mariscadores, hosteleros y comerciantes sufrieron uno de los peores zarpazos vinculados a la crisis climática en nuestro país. Pero, curtidas en la ardua tarea de plantar cara a los envites de la naturaleza y sobreponerse a los males, los habitantes del Delta ya han empezado a cerrar las heridas.
Y lo están haciendo como siempre lo han hecho: solos. Los discursos y las promesas de los políticos que lo visitaron en viaje relámpago (algunos tan solo lo sobrevolaron en helicóptero) para salir en el telediario, se han quedado en eso. Y los estragos del temporal no se restauran con palabras sino con medios, con jornales y con dinero: que es lo que le están poniendo una vez más sus gentes.
El Delta del Ebro está seriamente amenazado por la crisis climática, pero a pesar de las falsas promesas, de los cantos de sirena y de las deslealtades de los responsables políticos de Barcelona y Madrid, volverá a la normalidad: está volviendo de hecho.


Escribo este apunte sobre el terreno, con las botas manchadas todavía de barro. Y debo decir que es emocionante asistir a esta prueba de tesón, esta firme decisión de mantenerse en pie, de resistir y de volver a empezar de sus gentes. La voluntad y el apego a la tierra de los vecinos de los pueblos deltaicos es encomiable.
Y luego está su impresionante belleza natural: más azul, más asilvestrada y más indómita que nunca.
El Delta es uno de los humedales más importantes del sur de Europa. Pero también es uno de los rincones más bellos del continente. Hay que venirse aquí para comprobarlo. Hay que disfrutar de sus paisajes, su biodiversidad, sus tesoros naturales.
Las más de 350 especies diferentes de aves que aquí se pueden ver lo convierten en uno de los mejores lugares de todo el continente para practicar la afición a la ornitología. Una afición que en los países del centro y el norte de Europa agrupa a millones de aficionados (birdwatchers) que tienen en este Parque Natural y Reserva Mundial de la Biosfera uno de sus destinos predilectos.


Pero además de su extraordinaria riqueza ornitológica, el Delta del Ebro encierra muchos más encantos para disfrutar de una maravillosa estancia, y éste es un buen momento para comprobarlo. Acudir ahora al Delta es la mejor manera de mostrar la solidaridad con sus gentes, de descubrir lo mucho que está en juego y aprender a estimarlo y defenderlo.
Por eso me atrevo a recomendar a todos los lectores de El Ágora que planean sus vacaciones de semana santa o su próxima escapada que acudan a estas benditas tierras bajas: un hermoso lugar amenazado de muerte por el cambio climático, pero defendido con dientes y uñas por todos los que lo amamos.
