El cambio climático se acelera

El cambio climático se acelera

Por Jorge Olcina

Si nuestro clima funcionase sólo con los factores naturales, deberíamos estar en una tendencia de ligero descenso de temperaturas en nuestro planeta, explica Jorge Olcina en esta tribuna, que señala la preocupante tendencia al calentamiento atmosférico debida a la actividad humana

Este verano 2022, tan caluroso, está sirviendo para que los escépticos y los negacionistas del cambio climático se den cuenta del error de sus creencias. Los datos comienzan a ser evidentes y confirman las previsiones que se señalaban hace años en esta cuestión. Incluso más. Comienza a preocupar el ritmo acelerado del proceso de calentamiento y sus efectos en las temperaturas y las precipitaciones en muchas regiones del planeta. Por no hablar de los efectos ecológicos, con alteraciones en especies vegetales y animales más que notables.

Entre el quinto (2013-14) y el sexto informe del IPCC (2021-22) este organismo dependiente de las Naciones Unidas no había tenido una actividad editorial tan destacada con la publicación de documentos intermedios entre los grandes informes del estado del clima mundial. En esos años se publican informes sobre la evolución de los océanos y los hielos y sobre el suelo en el contexto del proceso de calentamiento planetario; y el más conocido de todos el informe sobre el calentamiento global de 1,5º C. Este último a modo de llamada de atención a los gobiernos para que no centrasen sus objetivos de reducción de emisiones en la obtención de 2ºC a finales del siglo XXI, como señala el Acuerdo de París. Porque en efecto, una subida de 1,5ºC respecto a los valores existentes en 1850 supone ya una alteración importante en la dinámica atmosférica con efectos climáticos evidentes en las diferentes regiones del mundo.

“El próximo mes de septiembre el IPCC tiene previsto publicar un informe de síntesis del estado del clima mundial”

El próximo mes de septiembre el IPCC tiene previsto publicar un informe de síntesis del estado del clima mundial, como recopilación de las ideas más destacadas publicadas en los tres volúmenes del 6º informe, con actualización de parámetros numéricos y de modelización climática. Recordemos que los modelos climáticos actuales tienen capacidad constante de actualización porque están continuamente corriendo en los grandes centros de computación de los laboratorios climáticos del mundo.

Y es que desde que comenzó la pandemia COVID-19 a la actualidad los datos que se están registrando de emisiones de CO2 a la atmósfera, que no dejan de crecer año tras año, pese a los esfuerzos de algunos países y regiones para reducirlas (Europa, Japón,  Austrlia y Nueva Zelanda), así como los valores de temperaturas del aire y del mar que se están anotando en la red mundial de observación, son cada vez más preocupantes.

Desde 2010, la tendencia de calentamiento se está incrementando. Y ya no depende de procesos naturales. El sol está registrando una menor actividad nuclear en su interior desde que comenzó este siglo. Y el actual ciclo solar (ciclo nº 25) que culminará en 2032 está resultando del mismo modo, con una actividad solar muy moderada. Algunos estudios señalan que podría ser similar al registrado durante el “mínimo de Maunder”, entre los siglos XVII y XVIII, en plena Pequeña Edad del Hielo.

De manera que, si nuestro clima funcionase sólo con los factores naturales, deberíamos estar en una tendencia de ligero descenso de temperaturas en nuestro planeta. Y sin embargo estamos registrando todo lo contrario. Un aumento continuado en las temperaturas terrestres, debido a la alteración en el Balance Energético Planetario que están provocando la acumulación constante de CO2 de origen antrópico en la troposfera terrestre.

“Desde 2010, la tendencia de calentamiento se está incrementando. Y ya no depende de procesos naturales”

Esto es innegable, por mucho que haya gente o colectivos que no se quieren creer que el ser humano está consiguiendo cambiar el clima terrestre. Son personas, algunos desde el ámbito de la ciencia incluso, que no conocen el funcionamiento del clima terrestre y de su balance de energía. Por eso, resulta tan sencillo el negacionismo o la incredulidad. Si no se sabe de que se habla, es mejor callarse. O estudiar y documentarse científicamente. Porque el mensaje del “no” demuestra ignorancia científica e irresponsabilidad ciudadana.

El problema es que estamos experimentando procesos atmosféricos que los modelos dibujaban para dentro de una o dos décadas. Y ya están ocurriendo. En nuestro país, lo más preocupante es la prolongación en el calendario de la estación cálida del año y la intensidad que están alcanzando los episodios de calor, entre mayo y septiembre. El verano se extiende hacia los extremos y se hace poco soportable en sus semanas centrales.

Y en el litoral mediterráneo, lo que resulta más destacado es el calentamiento de las aguas del mar en su cuenca occidental. Un mar que se ha calentado ya 1,4º C por término medio desde 1980, con las implicaciones climáticas y ecológicas que esto está suponiendo. Proliferación de las “noches tropicales” en las ciudades costeras del mediterráneo español, incentivación de los procesos de lluvias intensas con situaciones atmosféricas de inestabilidad. Y alteraciones en la fauna y flora marina, con incorporación de especies exóticas e invasoras más acostumbradas a las aguas cálidas.

“Si nuestro clima funcionase sólo con los factores naturales, deberíamos estar en una tendencia de ligero descenso de temperaturas en nuestro planeta”

Por todo ello, comienza a ser preocupante, por lo acelerado de las evidencias que se van registrando, el comportamiento climático mundial y regional. En nuestro país, en el litoral mediterráneo se puede hablar sin duda de “mediterraneización” del calentamiento climático, debido a las alteraciones que imprime en la dinámica atmosférica el propio calor que se está acumulando en el mar Mediterráneo.

El clima terrestre está cambiando. Tenemos en privilegio de pertenecer a esas generaciones que están viviendo, en directo, este cambio. Pero tenemos, también, la responsabilidad de intentar devolver al clima terrestre su funcionamiento natural. A corto plazo parece muy improbable. Pero debemos intentar que no se alcance una subida de 2ºC a finales de siglo. Al ritmo actual de emisiones, en 2060 los habremos registrado ya. Malas perspectivas.


Jorge Olcina es catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante.



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