Galápagos invasores, un problema para los ecosistemas acuáticos

Galápagos invasores, un problema para los ecosistemas acuáticos

Por Raúl Mérida

Los galápagos de Florida, adquiridos como mascotas y luego abandonados, han llegado a los lugares más increíbles. Se han instalado en fuentes, estanques, balsas de riego, campos de golf, ríos, lagos y cualquier lugar que pudiera acumular unas cuantas gotas de agua

Cuando en los años ochenta, a una empresa importadora de animales catalana se le ocurrió traer tortugas procedentes de México y Estados Unidos, las famosas Trachemys scripta elegans, más conocidas como los galápagos de Florida, no creo que en ningún momento se les llegara a pasar por la cabeza que, con ellas, estaban trayendo uno de los mayores problemas medioambientales actuales de España.

Las primeras tortugas diminutas, de colores vivos y llamativos que llegaron a nuestro país invadieron en primer lugar el escaparate de la mayoría de tiendas existentes especializadas en la venta de animales. Recordar aquellos patéticos terrarios de plástico, que todavía hoy se venden por internet, con una isla simulada en una esquina y una palmera de plástico sobre la misma, aún pone los pelos de punta. Sin embargo, está claro que fue un buen negocio. De hecho, en los años noventa su venta se convirtió en un auténtico bombazo.

«En los años 90, la venta de los galápagos de Florida fue un auténtico bombazo»

Muchas personas las llegaron a adquirir sin ni si quiera saber qué comían. Recuerdo que, por aquella época, había quien intentaba mantenerlas en sus casas a base de tomate y lechuga sin saber que estaban ante un animal  omnívoro de un apetito voraz. Otros,  por el contrario, optaban por la solución más cómoda, ofreciéndoles un buen cuenco de pienso para perros o gatos, algo, desde luego, no muy recomendable para su salud. Como siempre, ya se sabe, todo vale cuando lo que menos vale es la vida.

Galápagos de Florida ('Trachemys scripta elegans'). | FOTO: Anna Mariola
Galápagos de Florida (‘Trachemys scripta elegans’). | FOTO: Anna Mariola

De la ilusión inicial al desconocimiento

Durante los años siguientes, los propietarios de los galápagos de Florida fueron descubriendo algunas cosas que no habían imaginado y que, tampoco, nadie les había contado. Supieron que la tortuga que tenían en casa podía llegar a vivir, perfectamente, más de 40 años y también descubrieron que su tamaño se iba a ir alargando según pasaran el tiempo, pudiendo llegar a alcanzar fácilmente los 30 centímetros de largo. Todo ello, por supuesto, sin contar que este tipo de tortugas, como todas, también excretan y mucho. Lo hacen a través de la “cloaca”, nombre con el que se conoce a una abertura que poseen en la parte trasera para dicho fin.

«La gente no sabía que comían. Fueron muchas las tortugas que murieron de hambre y muchas más las que se alimentaron mal, a menudo, a base de pienso de perros y gatos»

Me imagino que todo lo anterior sumó y el resultado fue que muchas de esas miles de tortugas que habían llegado a los hogares españoles acabaran, a los pocos meses, abandonadas en los sitios más extraños.

Abandono masivo de mascotas

A lo largo de todos estos años, desde los ochenta hasta aquí, se han podido ver y desgraciadamente aún pueden verse, galápagos de Florida abandonados por decenas en estanques públicos de Barcelona, por centenares en fuentes de Madrid, por miles en los principales lagos de los parques de golf de toda España y, me atrevería a decir, que por cientos de miles en cualquiera de los ríos españoles.

Evidentemente, para poder sobrevivir todas esas tortugas deben comer todos los días y, desde luego, no se alimentan del aire. Lo hacen atacando la supervivencia de otras especies autóctonas.  Sin embargo, siempre recordaré el primer lugar en el que tuve que enfrentarme al grave problema que suponían las mismas. Fue hace casi 30 años al vaciar los estanques, en realidad balsas de riego, del bosque ilustrado del Campus de la Universidad de Alicante.

El espectáculo que allí nos encontramos fue dantesco. Había tantas que, literalmente, estaban en el fondo apiladas unas sobre otras. Por eso, cuando muchos años después las autoridades las declararon especie invasora, ya era tarde para evitar el daño porque, a esas alturas, ya lo habían invadido todo. Actualmente, los galápagos de Florida están incluidos en el Catálogo Español de Especies Exóticas invasoras, que abarca más de 200 especies de flora y fauna sumamente dañinas para los ecosistemas.

Primer plano de un galápago de Florida ('Trachemys scripta elegans') que muestra el tamaño que puede llegar a alcanzar este reptil vendido en el pasado como animal de conpañía. | FOTO: Underworld
Primer plano de un galápago de Florida (‘Trachemys scripta elegans’) que muestra el tamaño que puede llegar a alcanzar este reptil vendido en el pasado como animal de conpañía. | FOTO: Underworld

«Soltar una tortuga en un estanque, lago o río constituye el principio de un gravísimo problema ambiental»

Actualmente, hasta los centros de recuperación de especies están desbordados con su presencia. Por eso, todas las entidades pertenecientes al grupo Agbar que gestionan espacios con agua en los que es posible el acceso de las mismas, realizan, a diario, una ingente labor para evitar la presencia de esta especie invasora.

En el caso de Hidraqua, lo hace principalmente en los  parques de la Marjal en Alicante y el Recorral en  Rojales, intentando evitar que éstas puedan acceder a sus estanques y, cuando, pese a lo anterior, lo consiguen, realizando continuos rescates de las mismas y depositándolas posteriormente para su cuidado en el Centro de Recuperación de Fauna silvestre de Santa Faz, instalación perteneciente a la Generalitat Valenciana, que es la que les pertenece por su ubicación en la provincia de Alicante.

Además de las anteriores acciones, también desarrollan un completo programa de concienciación, desarrollando charlas al respecto, como la que se dio recientemente el pasado 22 de mayo en el parque la Marjal, aprovechando la celebración del Día Internacional de la Diversidad Biológica y en la que tuve el honor y  la oportunidad de participar como ponente.

Durante dicha ponencia, igual que en el presente artículo, expliqué respecto a este tema que, pese a que la presencia de los famosos galápagos de Florida acaba con todo el equilibrio medioambiental que debe reinar en un espacio natural o en un parque, ellos no son los culpables. La responsabilidad es única y exclusivamente del ser humano. Por eso, es tan importante explicar, una y otra vez, las consecuencias tan graves que se derivan de nuestros actos y como algunas acciones que, a priori pueden parecer que carecen de importancia, como soltar una tortuga en un estanque, lago o río, sin embargo, pueden constituir y de hecho constituyen el principio de un gravísimo problema ambiental.


Raúl Mérida es naturalista y divulgador,  especializado en el rescate y protección de los animales  y  el medioambiente. Es presidente del Arca de Noé y de la Fundación Internacional para la Protección Animal FIPARM




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