El sector del agua abandera la economía circular con el reciclaje de materiales y la eficiencia energética, explica Lorenzo Dávila en este artículo que pone como ejemplo las biofactorías del grupo Agbar
Como siempre, no hay nada mejor que para expresar un concepto, como la economía circular, que acudir a los clásicos. Así, sin ir más lejos, nos encontramos como Shakespeare en la escena II del acto V de Hamlet, aquella en la que, junto al joven príncipe, en el cementerio, se encuentra Horacio y un sepulturero y les dice, hablando de los grandes de la historia, aquello de: “Alejandro fue sepultado, Alejandro se redujo a polvo, el polvo es tierra, de la tierra hacemos barro… ¿y por qué con este barro en que él está ya convertido, no habrán podido tapar un barril de cerveza? El emperador César, muerto y hecho tierra, puede tapar un agujero para estorbar que pase el aire… ¡Oh!… Y aquella tierra, que tuvo atemorizado el orbe, servirá tal vez de reparar las hendiduras de un tabique, contra las intemperies del invierno…”.
Un buen ejemplo, digno de un genio, de cómo hasta nosotros mismos, tarde o temprano seremos circulares.
Vivimos en un planeta vivo (de momento) y en su propia naturaleza se encuentra su circularidad. Mantener en equilibrio no sólo del ecosistema sino el propio planeta implica dicha circularidad; facilitar esta no es más que remar en la misma dirección que la naturaleza y para que esto pueda ser mantenido en el tiempo necesitamos incorporar el concepto de la sostenibilidad, que aunque es un término manido al que es necesario hacer una aproximación conceptual global -porque sostenibilidad no sólo es medioambiental, sino también financiera o social- lo cierto es que la incorporación de este parámetro como un principio director de la actuación de los operadores de servicios públicos se convierte en algo esencial y ejemplificante.
En España, afortunadamente, la concienciación del parámetro de la sostenibilidad crece con fuerza, entre otros motivos por la existencia de empresas motoras que han apostado por ello desde hace muchos años. Son ejemplos que los encontramos, entre otros, en las empresas eléctricas españolas, punteras en fuentes de energías renovables a nivel mundial, en empresas de residuos que incorporan procesos de reciclado en la vanguardia o en empresas del sector del ciclo integral del agua, como el que traigo a colación, que lidera el uso de energías renovables en todos sus procesos desde hace muchos años.
“Cualquier inversión, cualquier proceso productivo, tiene que establecer una línea roja en la creación de residuos no reutilizables”
Me refiero a una empresa como Agbar, que en su plan estratégico de desarrollo sostenible, contempla el ambicioso reto de desvincular las emisiones de CO2 de la gestión integral del agua ya en el 2023 para lo que contempla más de 110 instalaciones de generación de energía renovable con un potencial de generación de 27 GWh anuales.
Toda esta generación no sólo vendría de tecnologías de energía renovable como son la solar fotovoltaica, sino que también contemplaría el autoconsumo procedente del biogás del propio proceso de depuración del tratamiento de aguas mediante modelos de biofactorías, en los que las plantas depuradoras se convierten en la piedra angular de la economía circular de todo el proceso mediante la generación de energía en la propia planta para autoconsumo, como hemos dicho, al tiempo que se produce un proceso de revalorización de los residuos y sobre todo la reutilización de todo el agua.
Este camino recorrido por Agbar, en el que es vanguardia, es un recorrido por el que tienen que pasar todas las empresas productivas de cualquier sector, camino en el que la clave consiste en tener la sensibilidad suficiente hacia nuestro entorno como para pensar en todo momento en la circularidad.
Cualquier inversión, cualquier proceso productivo, tiene que establecer una línea roja en la creación de residuos no reutilizables. Todos nosotros tenemos que establecer dicha línea roja en nuestras vidas cotidianas.
El futuro depende de ello, cosa que cada día se hace más evidente, independientemente de que tengamos que tapar un barril de cerveza o las hendiduras de un tabique contra las intemperies del invierno. Como siempre, los clásicos.
Lorenzo Dávila es arquitecto y economista y director gerente de OSUR.
