La sangre de la naturaleza - EL ÁGORA DIARIO

La sangre de la naturaleza

Por José Luis Gallego

José Luis Gallego vuelve a la Mirada del Agua para hablarnos de la importancia del agua en la naturaleza y evocar la desesperación que supone no encontrarla cuando la necesitamos. La gestión responsable de este tesoro debe ser la prioridad cuando la falta del recurso puede marcar la vida de cada ser de este planeta

La utilizamos para saciar nuestra sed, obtener alimentos o mantener nuestra higiene. Recurrimos a ella para producir energía, la usamos como medio de transporte y la convertimos en recurso económico para generar valor y riqueza.

Sin embargo a menudo nos olvidamos de su principal condición. Y es que, más allá de cualquier otra cualidad o de su valor como recurso, el agua es la sangre de la naturaleza.     

Los ecólogos insisten en resaltar esa condición del agua para señalar que, mucho antes de planificar su gestión como recurso y determinar la cantidad que vamos a destinar a cada uso, ya sea industrial, agrícola o urbano, es necesario establecer el caudal ecológico de los ríos y el nivel de regeneración de los acuíferos: es decir, el agua que hay que dejar en la naturaleza para el sostenimiento de los ecosistemas y la conservación de la biodiversidad.

Porque la falta de agua desangra a la naturaleza. No hay situación más desesperada que la de ser liebre, ardilla o rebeco, bajar a beber al arroyo y que el arroyo no esté. Subir hasta la cumbre, donde el manantial -allí seguro que sí, allí siempre mana agua- y hallarlo seco.

Sentir los primeros efectos de la falta de hidratación y echar a correr, con las últimas fuerzas, hasta el siguiente aguazal. Y descubrir su lecho cuarteado. Y notar que tu tiempo llega a su fin.

No hay mayor angustia que la de no tener una fuente a la que acudir porque la sequía las ha cerrado todas. No disponer de una balsa o un charco en el que calmar la sed porque hace meses que no llueve. Y notar que te empiezas a resecar por dentro, que pierdes las fuerzas. Echarte un rato para recuperar las fuerzas y no volver a levantarte. Y así como se secan los árboles y las plantas, secarte para siempre.

Y eso es lo que está aconteciendo en nuestra naturaleza ante la sequía que estamos sufriendo. Una sequía anónima que tiende a cronificarse a medida que la crisis climática acontece. Anónima  porque las reservas de nuestros embalses, aunque año tras año más alejadas de la media, nos permiten seguir disfrutando del enorme privilegio que supone abrir el grifo y que salga agua. Y eso es todo lo que le pedimos al agua: que no nos falte.

Pero en la naturaleza falta cada vez más. Por eso cuando desde el conservacionismo defendemos el uso adecuado del recurso y exigimos un servicio lo más excelente posible que permita contener y reducir su demanda, estamos defendiendo el agua de la naturaleza.

El ciclo integral del agua debe ser gestionado como se gestiona el tesoro, de la manera más eficaz y segura, minimizando el derroche, optimizando cada paso, cada uso, cada gota.

La gestión del agua debe ser impecable porque es urgente revertir la demanda para rehidratar la naturaleza. Para recuperar nuestros humedales y nuestras reservas subterráneas es necesario avanzar de una vez por todas hacia un uso más responsable del agua de riego: el 75% del agua que se consume en España es para regar y el 60% de esa agua acaba derrochándose.

Cuando exigimos multiplicar la inversión en estaciones depuradoras para hacer posible un uso circular del agua regenerada es porque queremos dejar un poco más de agua en los ríos y en los acuíferos, para que la naturaleza siga bombeando sangre a los ecosistemas; manteniendo las especies y los espacios naturales.

La mala gestión del agua como recurso provoca el desangrado de la naturaleza y la pérdida de biodiversidad. Por eso desde una posición ecologista y desde el compromiso con el medio ambiente hay que exigir los mejores modelos de gestión del agua, es decir los más capacitados, más eficientes y responsables. Modelos que nos permitan ser cada vez más autosuficientes y más circulares en el uso del agua para ir devolviéndole a la naturaleza el agua que le debemos.




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