Hay que seguir generando una cultura y educación sobre el agua orientada al cuidado, renaturalización y conservación del recurso, reflexiona Amelia Pérez Zabaleta en este nuevo artículo en su sección de La Mirada del Agua. Conceptos como ahorro, reutilización, economía circular, sostenibilidad se están haciendo hueco en nuestras vidas.
La sequía ha reaparecido con virulencia. Ha culminado el año hidrológico 2021-2022 con una reserva hidrológica mínima, la tercera peor desde que hay registros en 1960. El agua acumulada en los embalses registra el peor dato en 27 años. El agua y la sequía ocupan ya un lugar destacado en los medios de comunicación, pues los ciudadanos sentimos la escasez.
Este septiembre hemos alcanzado el ecuador del compromiso de la Agenda 2030. Y en este ecuador y fin de curso hidrológico, nos preguntamos: ¿Qué calificación hemos obtenido por el momento en el ODS6? ¿Cómo llevamos la asignatura de proteger un recurso tan preciado como el agua? ¿Estamos alcanzando con buena nota las metas del agua?
Los problemas relacionados con el medio ambiente, en especial con el recurso hídrico, cada vez son más evidentes: olas de calor y frío extremos, incendios forestales, sequías e inundaciones …lo que pone de manifiesto la necesidad de seguir generando una cultura y educación sobre el agua orientada al cuidado, renaturalización y conservación del recurso.
Las personas que no han tenido un conocimiento, bien vivencial o educativo, con las distintas facetas del agua, no logran sentir la importancia que tiene este recurso, lo que dificulta una cultura de agua en la sociedad en general y en la educación en particular.


A esto se añade que las señales que emiten los mercados, por ejemplo, el precio del agua, siguen distorsionadas. Porque en la mayor parte de los casos, el precio del agua no refleja ni su escasez en cantidad ni en calidad. Y salvo que se llegue a situaciones extremas, y nos encontramos en una de ellas, el problema resulta ajeno.
En este contexto y poco después del comienzo de un curso académico, la educación ambiental juega un papel clave para abanderar este proceso de transformación que supone avanzar en el camino hacia el uso sostenible del recurso hídrico. El objetivo último de este proceso es concienciar a la sociedad sobre la importancia que tiene adoptar comportamientos que ayuden a cuidar este recurso y el medio ambiente y a salvaguardar el entorno tanto para las generaciones actuales como para las futuras.
La educación proporciona las competencias necesarias, aportándonos conocimientos, destrezas y valores para llevar a cabo los cambios que deben producirse y para implementar las medidas precisas de forma que puedan alcanzarse los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el cumplimiento de la Agenda 2030.
¿Qué calificación hemos obtenido por el momento en el ODS6?
En los últimos años, se ha avanzado en materia de educación ambiental. A modo de ejemplo, la UNESCO ha desarrollado el programa de Educación para el Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo es hacer que la educación y la formación sean un componente más importante y visible de la respuesta internacional a la crisis climática, y también para cumplir los ODS, en particular la meta 4.7, relativa a la educación para el desarrollo sostenible.
Desde la UNESCO señalan que es necesario un enfoque multidisciplinar e interdisciplinario cuyo objetivo sea el de lograr avances en el conocimiento científico a través de la capacitación de especialistas en ciencia, así como fortalecer y mejorar el sector.
En esta misma línea, a principios de año, la Comisión Europea hacía un llamamiento a los países de la UE para impulsar la educación ambiental y dotar a los alumnos de conocimientos y capacidades sobre sostenibilidad, cambio climático y medio ambiente.
La sequía enseña que debemos hacer algo. Aunque los deseos de que esta situación mejore, y pensamos que el próximo ciclo hidrológico que ha comenzado puede revertir en parte esta situación, no soñemos con que el agua caerá del cielo para paliar la situación, actuemos como ciudadanos, estando más informados y formados; como universitarios, investigando y enseñando y como gestores públicos o privados, propiciando el conocimiento, sensibilizando y llevando a cabo políticas y medidas que tiendan al uso racional y la gestión sostenible del recurso hídrico.
«En la mayor parte de los casos, el precio del agua no refleja ni su escasez en cantidad ni en calidad»
En España, la formación en materia de agua ha mejorado en los últimos años. En los niveles preuniversitarios, con actividades educativas y de sensibilización ambiental para niños y adolescentes, y en la Universidad, tanto en los planes de estudio como en lo que se denomina la formación permanente. Los profesionales que contribuirán al desarrollo de la sociedad se nutren de los conocimientos adquiridos. Conceptos como ahorro, reutilización, economía circular, sostenibilidad… se están haciendo hueco en nuestras vidas.
Ahora bien, para seguir avanzando y poder cumplir con los desafíos y metas del agua de la Agenda 2030, es necesario reforzar el conocimiento y la investigación, así como una estructura académica y formativa en todos los niveles, incluida la educación superior.
Hay formación específica sobre el agua, como la de la Escuela del Agua, que acaba de celebrar su décimo aniversario. O la que se vincula a la Cátedra Aquae de Economía del Agua (Fundación Aquae-UNED) que cumplirá su décimo aniversario el año próximo. Gran número de instituciones, asociaciones, universidades… públicas y privadas, comprometidas con el reto del agua.
Además de formación, en el campo de la divulgación y la sensibilización pública se están desarrollando distintas iniciativas, tales como la puesta en marcha de programas de sensibilización ambiental, entre los que destaca la celebración de los días mundiales. Relacionado con el ODS 6: Agua limpia y saneamiento, cada año, el día 22 de marzo se celebra el Día Mundial del agua, para recordar la relevancia de este recurso esencial y concienciar acerca de la crisis mundial del agua, y el 19 de noviembre, el Día Mundial del Retrete, con el que se pretende visibilizar que casi la mitad de la población mundial carece de servicios de saneamiento gestionados de forma segura.
Hace pocas semanas que ha comenzado el curso escolar, académico y universitario, 2022-2023, y una asignatura de la que tendremos que volver a matricularnos es, sin duda, el agua y la gestión ambiental. Sin agua, no habrá educación de calidad e igualitaria; y sin educación, no dispondremos ni de agua en cantidad y calidad ni de saneamiento.
La sequía nos enseña que hay lecciones que aprender.
Amelia Pérez Zabaleta es vicerrectora de Economía de la UNED y directora de la Cátedra Aquae de Economía del Agua.