Este año se conmemora el 450 aniversario del fallecimiento de Pieter Brueghel el Viejo, maestro flamenco del paisaje y el primero de una saga familiar continuada por sus hijos. Los Brueghel plasmaron paisajes helados del norte de Europa, pues no en vano les tocó vivir una época de enfriamiento climático en el Hemisferio norte, la llamada Pequeña Edad de Hielo, que provocó duros inviernos que no han vuelto a repetirse. Merece la pena repasar sus obras, expuestas en Bruselas y en El Prado y también, hasta abril de 2020, en la muestra Brueghel. Maravillas de arte flamenco en el Palacio de Gaviria de Madrid
Tras contemplar la creciente alarma mundial por el calentamiento global, un reto que fue objeto de reflexión en la Cumbre del Clima del pasado 23 de septiembre en Nueva York, y la sucesión de eventos meteorológicos extremos por todo el planeta, como el paso del tifón Hagibis por Japón o las pasadas lluvias torrenciales en el sureste español, resulta de gran interés acercarse a la obra pictórica de la saga de los Brueghel y pensar en cómo el clima también se reflejó en su trabajo hace siglos.


Pieter Brueghel el Viejo (1525/30- Bruselas, 1569) y sus dos hijos, Pieter Brueghel el Joven (Bruselas, 1564/5-Amberes, 1637/38) y Jan Bruegel el Viejo o Brueghel de Velours (Bruselas, 1568-Amberes, 1625), este último nombre utilizado para distinguirlo de su hijo Jan, hábil discípulo y colaborador suyo, cultivaron el paisaje con gran destreza técnica y optaron por reflejar numerosas escenas invernales.
Los Brueghel pintaron sus paisajes durante dos siglos enmarcados en la llamada Pequeña Edad de Hielo, un período que abarca desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del siglo XIX y en el que se sintió un descenso pronunciado de las temperaturas en el Hemisferio norte.
Los paisajes de los Brueghel muestran terrenos inusualmente fríos, testimonio de una época de la historia climática
Esta período frío comenzó hacia 1550 y sus causas se atribuyen a la disminución de la actividad solar y a un aumento del vulcanismo, que provocó nubes de ceniza que redujeron la insolación. La Pequeña Edad de Hielo fue un período de sufrimiento y malas cosechas para Europa; se considera que en los momentos más críticos de ese enfriamiento la esperanza media de vida era de 30 años.
Algunos de los paisajes pintados por los Brueghel muestran precisamente terrenos inusualmente fríos, nevados y helados, como testimonio de una época de la historia climática
Precisamente, este año se está conmemorando el 450 aniversario del fallecimiento de Pieter Brueghel el Viejo, con numerosas exposiciones y actividades impulsadas por Visit Flanders que están permitiendo acercarse a los lugares en los que se formó y pintó el artista flamenco.
Originario del ducado de Brabante, vivió en Amberes, ciudad en la que se inscribió en la guilda o gremio de pintores de San Lucas en 1551, antes de viajar por varias ciudades italianas durante tres años.
De nuevo en Amberes, ayudó a compilar grabados de grandes paisajes, cultivó composiciones satíricas que recuerdan a El Bosco y comenzó a pintar en 1557. Seis años más tarde se desposó con Mayken Coecke, también hija del pintor Pieter Coecke, y tuvo dos hijos: los citados Pieter y Jan.
Sería entre 1559 y 1563 cuando Pieter Brueghel experimentó un cambio importante en su expresión artística. Influido por la cultura clásica del Renacimiento, llevó a cabo una renovación radical del paisaje en la pintura europea, en parte tras conocer los espectáculos naturales que los Alpes le brindaban.
El Museo del Prado cuelga en sus salas algunas obras maestras como El vino de la fiesta de San Martín, 1566-1567, y El triunfo de la Muerte, una composición moralista de 1562-1563 en la que se observa la gran influencia que el autor de El jardín de las delicias tuvo en su obra.


Los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, en Bruselas, atesoran en sus colecciones reveladoras y originales obras de Pieter Brueghel el Viejo. Son composiciones ejecutadas con libertad, en las que maneja una paleta de colores intensos y luminosos, con un gran dominio de la perspectiva y donde el agua, líquida o helada, adquiere gran protagonismo.
Entre ellas cabría mencionar primero dos obras que denotan una concepción sólida. La primera es El censo de Belén, una tabla pintada en 1566, en la que Brueghel se inspira en el Evangelio según san Lucas para representar un paisaje de agua helada, propio de Brabante en un entorno nevado.
La segunda es La caída de Ícaro, uno de los pocos óleos sobre tela atribuidos al maestro flamenco y su única pintura de tema mitológico. La obra no tiene datación concreta y, en ella, Brueghel el Viejo llama la atención con una singular perspectiva del barco y mostrando sólo las piernas de Ícaro al caer al agua.


La segunda obra es Paisaje invernal con patinadores y trampa para pájaros, pintado en 1565, donde Brueghel el Viejo representa la vida cotidiana de una aldea durante uno de esos duros días invernales en los que el agua se ha helado.
La tabla conmueve por esa atmósfera monocromática plena de misterio, donde el tercio superior está ocupado por el cielo levemente beige-amarillento que enmarca una serie de casas rojizas, muchas de ellas cubiertas de nieve, con esa parte superior característica de la tipología arquitectónica de los edificios flamencos y holandeses, y una iglesia de una aldea pequeña cercana a Brabante. Al fondo vemos la silueta de una ciudad que muy probablemente fuera la floreciente Amberes de la segunda mitad del siglo XVI.


Es invierno, los árboles están desnudos, la parte superior del río o canal que atraviesa la aldea está helada y, sobre esa superficie, encontramos una serie de personas ataviadas con colores vibrantes, dispersadas en el hielo, a veces solas o en pequeños grupos.
Parecen estar jugando o patinando sobre el hielo. Se cree que algunos de ellos están practicando el colf, un juego que se remonta al siglo XIII y cuyo ejercicio se prolongó hasta el siglo XVII, con diferentes reglas a lo largo del tiempo. El colf se trasladó a Escocia y tal vez dos siglos más tarde diera lugar al golf actual. Dentro de esa narrativa en miniatura un observador atento no puede dejar de mencionar el pequeño detalle que muestra esa trampa o jaula de pájaros que da nombre a la composición.
Ese paisaje de Pieter Brueghel el Viejo parece real, pintado desde un aparente naturalismo donde contrasta la alegría de los patinadores sobre el agua helada con la exposición al peligro de los pájaros en esa sutil trampa. Tal vez el pintor estuviera evocando la fragilidad de la existencia humana.
Esa composición inicial dio origen a numerosas copias, muchas de ellas pintadas por su hijo Pieter a partir de 1601, tanto la del Kunsthistorisches de Viena como la versión del Museo del Prado, cercana a esa fecha. La que atesora el Prado tiene mayor luz en el cielo, pero conserva los rasgos esenciales de la que pintó su padre casi 40 años antes, aunque su hijo supo dotarla de una pincelada más suelta.


De Jan Brueghel el Viejo, hijo menor de Pieter, el Prado posee varias obras relacionadas con la misma temática como Paisaje con patinadores, un óleo sobre tabla de 1615-1625, pintado junto a Joost de Momper II, donde la mirada de ambos vuelve a detenerse en la vida cotidiana de un corto día invernal. Mientras Momper sigue la estela de una perspectiva elevada con esa línea del horizonte en un día plomizo y elimina lo alegórico de las pinturas de paisajes de Pieter Brueghel el Viejo, su hijo Jan fue concibiendo las figuras que llenan de vida el paisaje.


Hay otro cuadro de Jan titulado La vida campesina, pintado hacia 1621, que nos revela una serie de tareas y costumbres de los trabajadores del campo en Flandes, desde cómo ordeñan las vacas a la carga de productos para el traslado y venta en la ciudad. Esta obra ofrece numerosos detalles, tanto de las ropas que visten los diferentes personajes como en la forma delicada de representar la naturaleza y el agua que parece discurrir en medio de la vida.


Jan Brueghel el Viejo. La vida campesina, hacia 1621. Óleo sobre lienzo. 130 x 293 cm. © Cortesía del Museo Nacional del Prado
Si pueden, además de visitar el Museo del Prado y los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica de Bruselas, actualmente se puede ver hasta el 20 de abril en el Palacio de Gaviria de Madrid la muestra Brueghel. Maravillas de arte flamenco, organizada por Arthemisia España. Una saga pictórica para la historia.