Moda circular, la escala importa

Moda circular, la escala importa

Por Brenda Chávez

La industria de la moda se apunta a la circularidad, pero la escala de las empresas influye en su efectiva aplicación: cuanto más grande es el productor y su mercado, más complejo es lograr la excelencia

Cada europeo genera más de 15 kilos de residuos textiles anuales, en 2030 serán 20 kilos, un 30% más, según el informe de la consultora McKinsey & Company Scaling textile recycling in Europe — turning waste into value (Escalando el reciclaje textil en Europa: creando valor a partir de los residuos) que analiza y desarrolla los escenarios del desarrollo de los volúmenes de residuos textiles, las tasas de recolección y reciclaje hasta 2030.

El 85% de los desechos se produce en los hogares (prendas, ropa de hogar), un tercio de toda la ropa posconsumo se recoge para la venta como artículos de segunda mano o se recicla como productos textiles en bruto (trapos, aislantes).

Dentro de los 27 países de la Unión Europea y Suiza, menos del 1% de estos residuos se recicla para recuperar o reaprovechar las fibras y materiales para nuevos productos, y más del 65% se transporta a los vertederos o se incineran. Un problema de desechos textiles donde la escala de los negocios importa. El informe de 2021 de la organización sin ánimo de lucro Remake señala que las firmas de moda pequeñas logran puntaciones mucho más altas en sus estrategias de sostenibilidad, funcionan mejor, usan menos recursos naturales y crean menos residuos. La escala respecto del consumo también es relevante: un armario sostenible supondría reducir las compras de ropa un 75%.

Pequeños y grandes

Una empresa con pequeños volúmenes de fabricación (y ventas) puede controlar mejor su producción y circularidad. La firma alicantina vegana de zapatillas Vesica Piscis nació con filosofía circular, si alguien posee un par que no es posible usar más puede reciclarlo. Premian su conducta con un descuento del 10% –si se desea un par nuevo–, posibilitan la devolución directamente a la empresa, o a través de tiendas colaboradoras. El calzado se diseña para ser desmontado y reutilizar sus materiales. Su nuevo servicio Reweart permite personalizar un modelo con telas de prendas a las que se tiene especial cariño, y no se pueden utilizar. Las aparadoras que manufacturan su calzado en Elche –un sector castigado por las malas condiciones laborales– cobran sueldos dignos.

Saltando de escala, muchas grandes corporaciones de moda se han sumado a modelos circulares –reventa, alquiler, segunda mano, reutilización, reparación, vintage– pero su circularidad es una aspiración de futuro, más que una realidad. Sobre todo para los modelos lineales de moda rápida con lógicas de bajo coste y maximización de beneficios, tan alejados de ella, por sus grandes volúmenes de fabricación, sus objetivos de ventas crecientes, su cultura de “usar y tirar” con una veloz rotación en tienda y más de 50 colecciones anuales, así como por su incitación al consumo, lo que conlleva muchos residuos.

FOTO: Triocean

 

H&M fue de las primeras en aspirar a ser circular. Dice estar trabajando para escalar la reventa y otros modelos de crecimiento financiero que no dependan de nuevos productos y para apuntar a una producción donde fabrique lo que venda. En 2018 contaba con 4.300 millones de dólares en inventario sin vender. El grupo tiene cerca de 5.000 tiendas en el mundo, ocho marcas y un crecimiento sin signos de desaceleración: su informe financiero de la primera mitad del año recoge un fuerte aumento de las ventas y ganancias superando las expectativas de 471 millones de dólares entre marzo y mayo, un 33% respecto al año anterior. Además persigue duplicar sus ventas en 2030.

Recientemente, Vogue Business, tituló la entrevista a Helenna Helmersson, CEO del grupo y exjefa de sostenibilidad: ¿Podrá H&M ser sostenible alguna vez?  En ella, afirmaba que la circularidad es posible aunque reconocía deficiencias, también que la reducción de emisiones es difícil de cuadrar con su crecimiento financiero y sus objetivos: “Es muy, muy desafiante. Tenemos algunas respuestas pero no todas”, decía. Para 2030 no han determinado qué tamaño deben alcanzar sus modelos circulares para reducir emisiones mientras aumenta sus ventas, y se negó a dar detalles sobre la cuestión: “Hemos estado trabajando con modelos comerciales circulares durante bastante tiempo, pero realmente debe asegurarse que sea sostenible respecto al impacto en el planeta, en las personas y también el crecimiento rentable, antes de poder escalarlo”, explicó.

Asimismo, alegó que el 80% de sus materiales ahora están hechos de fuentes «más sostenibles», pero admitía no ser suficiente y necesitar opciones más holísticas e innovadoras, incluidos materiales circulares hechos de ropa vieja u otros textiles.

La empresa ha estado envuelta en diversas controversias: violaciones de derechos humanos a los uigures en la provincia Xinjiang (China); dudas sobre la integridad de los datos y de la metodología del Índice Higg (del que es socio clave) y su consiguiente revisión urgente por expertos independientesabusos laborales en sus cadenas de suministro; denuncias de organizaciones que monitorean el sector; violencia de género, su código sobre acoso sexual ha recibido críticas. Además, una investigación de Quartz desveló que las tarjetas de puntuación ambientales de las prendas contenían información engañosa o falsa, las retiró atribuyendo la desinformación a un fallo técnico accidental.

En 2019, la autoridad del consumidor noruega consideró su colección Conscious como “engañosa”, Elisabeth Lier Haugseth, directora del ente, comentó: “Consideramos las afirmaciones de H&M engañosas, no falsas. De acuerdo con la ley de marketing noruega, las afirmaciones sobre las principales cualidades de un artículo deben ser accesibles y fácilmente comprensibles por el consumidor. Afirmar que un producto es sostenible cuando no está claro qué lo hace así en particular es, en la mayoría de los casos, engañoso. Dado que H&M no brinda información precisa al consumidor de por qué tienen etiqueta Conscious, concluimos que los consumidores tienen la impresión de que son más sostenibles de lo que realmente son”.

A los consumidores cada vez más confundidos con los mensajes de sostenibilidad y circularidad de la moda, quizás nos sirva de brújula una cita de Charles Dickens: “No juzgue nada por su aspecto, sino por la evidencia. No hay mejor regla”.



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