El naturalista Carlos de Hita nos transporta con sus sonidos a los jardines de la Granja de San Ildefonso, donde acompañado de las acuarelas de Javier González Hontoria nos deleita con los bramidos y silbidos del líquido elemento mientras recorre las fuentes monumentales de este Real Sitio
… a fertilizar pensiles
a tumultuar las cascadas,
a sosegar los estanques,
a alimentar a las plantas,
a dar matiz a las flores,
a dar a los troncos almas,
a dar primor a las fuentes,
movimiento a las estatuas…
Juan Díaz de Torres, c.1724
El agua suena con mil voces distintas en los jardines de La Granja, en Segovia, a punto ya de cumplir tres siglos de historia. Lo hace al escurrir por los ríos y arroyos del Guadarrama, o cuando gotea como nieve fundida de las copas de los pinos. Suena también detenida, como un espejo acústico, en los estanques de los jardines (El Mar, en insuperable exageración, el Cuadrado, en insuperable simpleza).
Brama y ruge mientras corre encerrada por cañerías, impulsada por la gravedad, y silba en las bocas de las fuentes monumentales para dar movimiento a las estatuas. O cuando, detenida en el frío invernal, matiza el tañido de la campana.
Todas estas voces y las vías por las que discurren, los viajes del agua, están sugeridas en un libro extraordinario, fruto del amor de un paseante, la sabiduría de un fontanero y la mirada de un artista. Un trío insuperable para describir un prodigio hidráulico que bebe de las aguas salvajes de la sierra.
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Editado por las librerías Ícaro y Farinelli, de La Granja de San Ildefonso, Un prodigio hidráulico está escrito por Pedro Heras -el paseante- y Luis Vallejo, Fontanero Mayor de los jardines y descendiente de una larga estirpe de artesanos del agua. Las acuarelas de Javier González Hontoria están diluidas en las mismas aguas que riegan y dan forma a estos jardines.
