Ruido de lluvia - EL ÁGORA DIARIO

Ruido de lluvia

Por Carlos de Hita

Una semana más, el naturalista Carlos de Hita vuelve a El Ágora con un nuevo post. En esta ocasión, su sección “Cuando el agua suena” está dedicada al ruido de lluvia.

Las hojas de las plantas son las que hablan con más elocuencia el lenguaje de la lluvia.

David George Haskell, Las canciones de los árboles.

Todos los bosques llaman al agua. Y el sonido de la lluvia en las hojas es la imagen sonora de su diversidad vegetal.

En plena sequía estival un fuerte aguacero riega una zona de arbolado mixto, con pinos silvestres, álamos temblones, avellanos, robles y árboles frutales. No hay sonido mejor. No oímos al agua, que cae suavemente, sino el ruido de la lluvia contra las hojas. Cada gota golpea contra una  de ellas como una baqueta contra el parche de un tambor, y emite un sonido distinto. Al principio, el chaparrón no es más que un chisporroteo contra las hojas de hierba aún secas. Pero sube de intensidad y produce un murmullo que imita el bramido del viento en las copas de los pinos. Poco a poco la tamborada sobre el dosel exterior acumula suficiente volumen de agua, las gotas se mezclan, engordan  y escurren como grandes lágrimas por los ápices de las hojas y caen sobre las que están situadas por debajo. El susurro inicial sube de intensidad, gana en sobretonos, y los  árboles, robles y guindos, emiten musicalidades más contundentes. El viento, ahora el de verdad, se suma al concierto; las ramas de los álamos amplifican su voz, las grandes hojas crepitan, y el golpeteo se vuelve concreto, seco -valga la contradicción-, cuando el granizo percute contra las anchas láminas de los avellanos.

Llueve a cántaros, el agua chapotea en los charcos del suelo. El estampido del trueno incorpora la sección sonora de las bajas frecuencias.

 

 



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