“Cabe preguntarse si las sequías ibéricas son ahora más frecuentes y extremas que antaño y, en caso afirmativo, si dicho comportamiento puede relacionarse con el cambio climático”, se pregunta en este artículo el meteorólogo José Miguel Viñas. Visto el panorama, argumenta, la gestión del agua en España debe de ser prioritaria para adaptarnos a los cambios en la frecuencia e intensidad de las sequías
Las lluvias y nevadas que hemos tenido durante el mes de marzo, aunque han servido para aliviar, en parte, el déficit hídrico que venimos arrastrando desde hace meses en amplias zonas de España, son todavía insuficientes para dar por concluida la actual sequía. Es necesario que la primavera sea lluviosa en su conjunto, o que al menos durante parte de ella llueva de forma abundante y generalizada, para que se revierta la situación. De momento, las predicciones estacionales apuntan a un trimestre abril-mayo-junio sin una señal clara de un tiempo más húmedo de lo normal en nuestro entorno geográfico.
Con la sequía aún inconclusa, a falta de conocer cuál será su duración y la magnitud final que alcanzará (medida objetivamente por un indicador como, por ejemplo, el de la cantidad de agua embalsada), cabe preguntarse si las sequías ibéricas son ahora más frecuentes y extremas que antaño y, en caso afirmativo, si dicho comportamiento puede relacionarse con el cambio climático.
Lo primero que hay que señalar es que el fenómeno de la sequía en España es recurrente. Sin una periodicidad fija, es una de las señas de identidad de nuestro clima. Existen numerosos registros instrumentales y referencias históricas de sequías acontecidas en el conjunto o en parte de la península Ibérica, de magnitud similar o mayor que la que tenemos en este momento.
“Cabe preguntarse si las sequías ibéricas son ahora más frecuentes y extremas que antaño”
Dicho lo anterior, hay que indicar que en los últimos años el comportamiento pluviométrico –irregular por naturaleza– está sufriendo alteraciones que se pueden vincular a la subida global de la temperatura y a los impactos derivados de ella.
Por un lado, se constata una intensificación de la lluvia, la nieve y el granizo en los episodios meteorológicos que ya de por sí generan precipitaciones intensas; por otro, se está reduciendo el número de días de precipitación, por lo que hay más rachas secas y aumenta la probabilidad de que se inicien sequías, como la actual.
La cadencia de sequías de larga duración sigue siendo parecida, pero en el nuevo escenario climático tenemos más periodos de semanas o meses seguidos sin apenas precipitaciones; alguno de los cuáles culmina en sequía, complicando la disponibilidad de agua para la agricultura.


“El ciclo hidrológico está alterándose, produciéndose una transferencia neta de agua dulce desde las zonas cálidas a las zonas frías de la Tierra”
En un reciente estudio publicado en Nature (número del 23 de febrero de 2022), se ha podido constatar que el ciclo hidrológico está alterándose, produciéndose una transferencia neta de agua dulce desde las zonas cálidas a las zonas frías de la Tierra, debido a la manera en que están cambiando la evaporación y la precipitación en el citado ciclo, tanto su distribución espacial como la cantidad de agua implicada en ellos.
Al alejarse el agua de las zonas secas y cálidas hacia las húmedas y frías, las sequías ganan protagonismo en algunas regiones de la Tierra, intensificándose los episodios de lluvias torrenciales e inundaciones en otras, que es lo que se viene observando en los últimos años.
La sequía es un fenómeno recurrente
En la parte del Grupo I de Trabajo del Sexto (y último) Informe del IPCC (AR6) se otorga un nivel de confianza alto al aumento en la frecuencia de olas de calor y de sequías simultáneas a nivel global.
Aunque se dan importantes diferencias regionales, el citado informe del IPCC indica que hay cambios perceptibles tanto en la intensidad como en la frecuencia de las sequías meteorológicas, con un claro dominio de regiones del mundo donde se producen aumentos sobre aquellas donde disminuyen. Entre las primeras se encuentra la región mediterránea; nuestro entorno geográfico. Las proyecciones climáticas indican que esa tendencia seguirá aumentando a lo largo del presente siglo.


“El IPCC prevé un aumento de olas de calor y de sequías simultáneas a nivel global”
Los impactos, la vulnerabilidad y la adaptación al previsible aumento de las sequías son aspectos abordados en detalle en la parte del Grupo II de Trabajo del Sexto Informe del IPCC (AR6), cuyo resumen para políticas fue dado a conocer el pasado 28 de febrero.
En el citado documento se constata que el citado aumento hasta la fecha –junto al de las olas de calor y las inundaciones– ha provocado ya unas elevadas tasas de mortalidad de especies animales y vegetales, y, dicha circunstancia está provocando que millones de personas en todo el mundo padezcan escasez de alimentos y disponibilidad de agua potable, particularmente en África, Asia, América Central y del Sur, así como en el Ártico.
Aunque en Europa la situación no es tan crítica, el informe pone de relieve la elevada vulnerabilidad de la región mediterránea. Todo un toque de atención que no debemos subestimar. La gestión adecuada del agua en España debe de ser prioritaria, para adaptarnos a los cambios en la frecuencia e intensidad de las sequías que todavía están por llegar.
José Miguel Viñas es meteorólogo en Meteored.
