Investigadores españoles trabajan en Cabo Verde ayudando a proteger al petrel gon-gon, un ave marina de la que apenas hay 2.500 parejas en el mundo. Su mejor herramienta es un perro. Una hembra Springer Spaniel que ayuda a localizar los nidos, escondidos en oquedades del fracturado paisaje rocoso de estas islas africanas
Avanza. Se detiene. Barrunta algo. Continúa. Husmea por entre el terreno volcánico, empinado y seco, su hocico convertido en la vara de un zahorí de aromas, en un detector no de metales, sino de aves. Sus compañeros humanos la observan atentos desde la distancia. Todo el trabajo de esta mañana depende de ella. Como el de muchas mañanas desde comienzos de año aquí en Cabo Verde. La brisa que llega del océano a estas cumbres desnudas es cada vez más caliente.
África, una hembra Springer Spaniel que cumplirá cuatro años este 14 de abril, está ya cansada. Se le nota. Pero persevera. Insiste en su olfateo, concentrada en su condición de radar de olores y fragancias. Han sido casi tres horas de ascenso desde el pueblo. Y al llegar, otra más de busca. El sol avanza ahora hacia el mediodía. Un cuervo desertícola grazna en la reverberante distancia.
Entonces, África se sienta. Y con actitud convencida, se gira hacia los investigadores. Estos entienden de inmediato el mensaje. Se ponen en marcha hasta llegar donde ella les aguarda paciente. ¿Habrá acertado? Lo más probable es que sí. Cada vez lo hace mejor. Se agachan. Buscan en el interior de un hueco entre las rocas ásperas y oscuras. Casi enseguida lo encuentran: un nido de petrel gon-gon. Sobre un puñado de ramitas, un pollito de espeso plumón gris pizarra ve por primera vez en su vida a unos humanos.
Son investigadores de la Universidad de Barcelona. Coordinados por el catedrático Jacob González-Solís, están aquí, en la isla de Santo Antão, en el archipiélago de Cabo Verde, para saber más acerca de estas y otras especies de aves oceánicas, y contribuir así de forma capital a su conservación. Mientras felicitan a África por su enésima demostración de sabiduría ornitológica, esta mueve su rabo de lo más satisfecha.


“En todo el planeta no hay más que en torno a 2.500 parejas de petrel gon-gon”
Según Jacob González-Solís, en todo el planeta no hay más que en torno a 2.500 parejas de petrel gon-gon (Pterodroma feae). Y solo crían en cuatro islas de Cabo Verde: Santiago, Fogo, Santo Antão and São Nicolau.
Son unas aves extraordinarias, de vida plenamente oceánica salvo entre noviembre y mayo, cuando acuden a tierra a reproducirse. Sobre las olas son voladoras rápidas y ágiles, que se desplazan en la brisa y el viento trazando amplios arcos. Desde lejos, su silueta se reconoce por esa forma característica de volar y por el contraste entre su vientre blanco y la tonalidad oscura de las partes inferiores de las alas. Su dorso es color gris nube.
Al ser muy similares a otras dos especies de petreles reproductores más al norte, en el archipiélago de Madeira (el petrel de Madeira y el petrel de las Desertas; ambos también con una población muy reducida), durante mucho tiempo se consideró que pertenecían a la misma especie, pero los periodos de reproducción son totalmente distintos, lo que propicia su aislamiento reproductivo.
Las parejas de petrel gon-gon son monógamas de por vida. Las hembras ponen un solo un huevo por temporada. Tanto ellas como sus compañeros se encargan de su incubación durante alrededor de 50 días. El cascarón se suele romper entre finales de febrero y principios de marzo. Luego, durante dos meses y pico, los padres visitan el nido cada noche con alimento para su polluelo, que crece muy rápido, hasta que en mayo o inicios de junio sale por fin de entre las rocas volcánicas, extiende sus alas y vuela hacia el mar.
En total, el equipo de la Universidad de Barcelona calcula que en el mundo hay en torno a 5.000 ejemplares adultos de esta especie.
Un perro ornitólogo
África se ha puesto a buscar de nuevo, mientras sus compañeros toman medidas y marcan con una anilla científica al joven gon-gon. Va y viene en silencio, con disposición ensimismada y profesional. Aprendió a buscar nidos de petrel de la mano de su entrenador Pedro Salas, de la escuela para perros Sniper Nose. Sus aulas de formación están muy lejos de aquí: en las costas próximas a Ferrol, en Galicia.
Pedro Salas lleva más de 20 años educando perros para múltiples tareas: “Empecé con 17 años como entrenador comercial y practicante de diferentes disciplinas deportivas con perros, para después poner toda mi energía en la especialidad de detección, siendo esta una puesta muy arriesgada, ya que aunque he tenido la suerte desde muy joven de colaborar con diferentes unidades de la Policía y el Ejército, era una especialidad totalmente hermética y que sólo desarrollaban ellos”.


En la actualidad, casi todo su trabajo está relacionado con la conservación de la biodiversidad. En esta línea colabora con entidades como el Instituto Jane Goodall o la norteamericana Wildlife Conservation Society. Además, imparte numerosos cursos para diferentes instituciones.
Salas sintetiza así la clave principal del entrenamiento de África, que llegó a sus manos con solo dos meses de edad: “Algo muy importante para mí es que entreno a todos mis perros con técnicas amables, priorizando su bienestar frente a cualquier objetivo del entrenamiento”.
La tarea, en este caso, fue enseñarla a localizar y marcar plumas tanto de pollo como de adulto de petrel gon-gon, facilitadas por el equipo de Jacob González-Solís. Y a desplazarse con seguridad por los barrancos y zonas de difícil acceso en las que iba a trabajar. Para esto, se aprovechó de los empinados acantilados gallegos.
“Son cada vez más los proyectos de conservación de aves que se sirven del olfato canino”
A continuación, se desplazó a Cabo Verde para continuar el entrenamiento ya junto a los investigadores de la Universidad de Barcelona, “Con el objetivo de asegurarme su perfecta aclimatación y para formar a su futuro guía y trabajar para conseguir hacer un buen equipo entre las dos partes”. A fin de que África comprendiese bien lo que se esperaba de ella, “Utilizamos localizaciones de nidos ya conocidas, para que entendiese que lo que tenía que marcar eran los nidos, ya que el número de restos biológicos alrededor de los mismos eran muchísimo más numerosoa que lo que ella estaba acostumbrada a localizar (una pluma)”.
Son cada vez más los proyectos de conservación de aves que se sirven del olfato canino. Esta técnica es particularmente efectiva en la detección de especies que se reproducen en cavidades.
En Nueva Zelanda, por ejemplo, se han demostrado muy eficaces con kiwis y con kakapos, unos grandes loros de montaña, incapaces de volar y de los que solo existen poco más de 200 ejemplares.
En Reino Unido los perros de raza Border Collie destinados a esta tarea en islas galesas o escocesas saben incluso discriminar si un nido pertenece a un paíño común o a una pardela pichoneta. También en España se suceden las iniciativas. De hecho, entre el 14 y el 16 de septiembre de este año, tendrá lugar en el Valle de Arán de los Pirineos el I Congreso Nacional sobre Perros Detectores y Conservación, organizado por la entidad Odor Naturae con el apoyo de muchas de las principales ONGs de conservación de la naturaleza de nuestro país.
África se sienta frente a otro conjunto de rocas volcánicas. Sus compañeros acuden ipso facto, buscan entre las grietas y localizan un nuevo nido de petrel gon-gon. La mañana está resultando de lo más provechosa.
Jacob González-Solís, quien ha facilitado las fotografías que acompañan este reportaje, explica cómo “esta especie a menudo se reproduce cerca de las comunidades rurales, y afronta amenazas como la depredación por parte de gatos y ratas, la recolección humana o la contaminación lumínica”.


El objetivo final de su equipo es sobre todo “identificar áreas de reproducción para poder gestionarlas a fin de controlar esas amenazas y mejorar la conservación del gon-gon. Sin embargo, esta especie es muy reservada, y sus nidos se distribuyen en grandes áreas, a menudo de difícil acceso, por lo que es realmente difícil encontrarlos; de ahí la idea de utilizar un perro”. El resultado está siendo de lo más satisfactorio.
En esta aventura de estudio y conservación del petrel gon-gon y otras aves marinas de Cabo Verde, la Universidad de Barcelona trabaja en íntima colaboración con la ONG local Projecto Vitó, nacida en 2009 a partir del rescate de una tortuga marina (Vitoria o Vitó) encontrada por un pescador local en la isla de Fogo, hecho que motivó la movilización de numerosos activistas ambientales, y posteriormente la creación de esta entidad.
Hoy es una de las que trabajan de manera más eficaz en la conservación de la biodiversidad de Cabo Verde. El trabajo con estas aves es además posible gracias al apoyo de la Fundación MAVA, fundada en 1994 por el difunto Luc Hoffman, el ornitólogo y filántropo suizo cofundador de WWF que, entre otras proezas conservacionistas, y junto a José Antonio Valverde y Mauricio González Gordon, contribuyó a convencer al dictador Francisco Franco de convertir Doñana en Parque Nacional, en lugar de destinarla a plantaciones de eucaliptos.


África recibe nuevas felicitaciones. Y muy contenta de cómo ha salido todo, da por terminada su jornada laboral tumbándose a la bartola. A sus compañeros aún les queda algo de tarea. Luego, una vez realizado todo el trabajo en el nuevo nido, recogen y regresan todos juntos ladera abajo. Mañana será otro día.
Cuando acaba cada temporada en Cabo Verde, explica el entrenador Pedro Salas, “África lleva una plácida vida con el biólogo encargado del proyecto, y algún año viene a mi casa a Galicia para reciclar el trabajo. Lleva entonces la vida de cualquier perro de familia. De hecho, incluso durante la temporada de trabajo convive y comparte casa con su guía”.


Un perro con agenda internacional
Este año aún le queda tarea por delante. En breve viajará con sus compañeros a Madeira. Allí buscará nidos de pardela pichoneta (Puffinus puffinus) en el contexto del proyecto Life4best. Meses después, a finales de año, colaborará además en la detección de nidos de una especie catalogada como amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el petrel antillano (Pterodroma hasitata). Será en la isla de Dominica, en el mar Caribe… ¡Y su agenda de 2023 ya comienza a llenarse!
En cuanto a los petreles gon-gon, cuando los nidos se vacían a partir de finales de primavera, jóvenes y adultos se distribuyen por las aguas abiertas del Atlántico, sin alejarse mucho de su archipiélago natal. Con todo, quizá en sus desplazamientos algún aventurero llegue de vez en cuando frente al norte de Galicia, y se cruce allí con algún paisano: el 10% de los habitantes de Burela, uno de los puertos pesqueros más importantes del norte de Lugo, son originarios de Cabo Verde.
Y es que cada verano y otoño se detectan en esas aguas del mar de Galicia, desde costa y desde barcos, ejemplares de petreles. Hasta ahora, los pocos que se han podido identificar a partir de fotografías corresponden a las otras dos especies muy parecidas a esta: el petrel de Madeira y el de las Desertas.
Si llegase a acercarse alguna vez un gon-gon caboverdiano frente a esas costas gallegas, quizá coincida su paso distante frente a los acantilados de Ferrolterra con las más que merecidas vacaciones allí de África. Y quizá entonces ella, tumbada a la sombra de un carballo y como quien barrunta algo feliz, mueva en sueños su cola, de lo más satisfecha.
