Fundada por el hijo del legendario explorador antártico Robert Falcon Scott, el Wildfowl and Wetlands Trust es una de las organizaciones pioneras en el cuidado de la naturaleza. Centrados en los humedales y las aves que en ellos habitan, su historia puede servir de inspiración
Toda esperanza estaba perdida. Había encontrado la primera mala noticia nada más llegar al polo sur, objetivo de la expedición británica que él comandaba, y que llevaba años preparando: por solo 33 días, los noruegos de Amundsen se le habían adelantado en la conquista de aquel hito geográfico. No quedaba sino afrontar la frustración. Y, cuanto antes, la vuelta a casa. No lo lograría.
Tras mes y medio de lucha contra las inclemencias antárticas, el capitán Robert Falcon Scott y los dos hombres que con él aún sobrevivían tuvieron que reconocer que su fin era inminente. Scott dedicó sus últimas horas de aquel mes de marzo de 1912 a escribir una carta a su esposa, que comenzó así: “A mi viuda”. En ella, además de despedirse, dedica varias líneas a su hijo, que entonces tenía dos años: “El chico será tu consuelo. Había esperado poder ayudarte a criarlo, pero es una satisfacción sentir que está a salvo contigo”. Y añade: “Haz si puedes que el niño se interese en la historia natural, es mejor que los juegos”. El hijo único de Scott se llamaba Peter por Peter Pan, el personaje creado por su padrino, JM Barrie.
Tres décadas después de aquella tragedia, en 1946, Peter Scott, tras haberse convertido en apasionado ornitólogo, además de regatista y medallista olímpico, y muy reputado pintor, fundó el Severn Wildfowl Trust, entidad que poco después pasó a denominarse Wildfowl and Wetlands Trust. Este año de 2021 celebra su 75º cumpleaños como una de las organizaciones que más ha trabajado en la conservación de los humedales y de sus aves, y en la divulgación de la necesidad de preservar este tipo de ecosistemas en todo el planeta.


Los primeros pasos de aquel Wildfowl and Wetlands Trust consistieron en crear una reserva natural privada, pero abierta al público, en la localidad de Slimbridge, a orillas del río Severn. Y en comenzar a criar allí a algunas de las especies de patos y gansos más amenazadas del mundo, además de mantener amplias tierras destinadas a alojar grandes bandadas de aves salvajes. En los siguientes años, el modelo se fue replicando en otros lugares del Reino Unido, hasta mantener en la actualidad un total de nueve espacios de este tipo.
Uno de ellos, situado en el mismísimo Londres, constituye uno de los paseos más diferentes e inspiradores que ofrece esta ciudad. Denominado WWT London Wetland Centre, fue fruto de la conversión en humedales naturales de cuatro embalses victorianos en desuso e inmediatos al Támesis. Con una superficie total de más de 40 hectáreas, este lugar acoge diariamente a un público muy numeroso. Y no solo constituido por escolares y paseantes de todas las edades con sus prismáticos colgados del cuello, sino, sobre todo, por multitud de aves, que lo utilizan tanto para criar como para invernar, o como parada y fonda durante sus viajes migratorios. Parte de sus instalaciones, de hecho, imitan las de cualquier aeropuerto: sus paneles informan de las llegadas y partidas de los viajeros emplumados que visitan el humedal cada jornada. Además, hay numerosos senderos, pasarelas y observatorios desde los que disfrutar de la inmediatez de infinidad de especies de aves acuáticas.


Con el príncipe Carlos como patrono y la popular presentadora de la BBC Kate Humble como presidenta, y vicepresidentes a la altura de Sir David Attenborough, Mark Carwardine, David Lindo o Chris Packham, el Wildfowl and Wetlands Trust ha preparado para el próximo mes de noviembre diversos actos relacionados con este aniversario.
Seguro que en todos ellos brillará de manera muy especial el recuerdo de los dos Scott, padre e hijo. Este último, además de fundar esta organización y llegar a ser rector de la Universidad de Birmingham, tuvo un papel muy destacado en la creación de WWF, hasta el punto de que el célebre logotipo de esta organización, el oso panda a una tinta, fue obra suya. También fue el creador de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Estos y otros méritos le hicieron merecedor en 1973 del título de Sir.


Su voz, además, fue de las que mejor alcanzó los corazones y la imaginación de miles de niños y mayores británicos, primero desde las ondas y luego desde las emisiones televisivas de la BBC. Esta labor de divulgación no solo convirtió en naturalistas a varias generaciones de jóvenes británicos, sino que hizo posible que el deseo que expresó su padre en su carta de despedida se extendiera a infinidad de otras familias: sus hijos aprendieron así a observar aves, a fascinarse por la belleza y los misterios de la biodiversidad, y a preocuparse cada vez más por su conservación.
Hoy muchos de ellos son profesionales o voluntarios de esta tarea cada vez más urgente e ineludible, tanto desde la administración como desde las numerosas organizaciones que desde el Reino Unido han servido de modelo a muchas otras, en numerosos países. De entre ellos, no son pocos los que se esfuerzan en continuar despertando en los más jóvenes el asombro ante la naturaleza, y el compromiso por su cuidado y su restauración, escribiendo así las primeras líneas de los próximos capítulos de esa ya larga historia que es la del esfuerzo por conservar la biodiversidad.
