Centroamérica, región "perfecta" para un laboratorio climático

Centroamérica, región «perfecta» para un laboratorio climático

El Corredor Seco de Centroamérica, una de las áreas «más vulnerables al cambio climático», podría ser la región «perfecta» para instalar un «gran laboratorio de acción climática», según han apuntado expertos en un encuentro del PNUMA


Sequías prolongadas que asolan cultivos, inseguridad alimentaria, incendios e inundaciones devastadoras. Esos son los principales problemas climáticos que afectan de manera recurrente al Corredor Seco de Centroamérica y las zonas áridas de República Dominicana, una de las zonas del planeta más vulnerables al calentamiento global. Sin embargo, también podría ser el lugar ideal para instalar un «gran laboratorio de acción climática», que permita recoger experiencias basadas en la naturaleza para mitigar los impactos ambientales, sociales y económicos de la crisis climática.

Así lo han planteado este miércoles los expertos que han participado en el evento «Diálogo de alto nivel: Soluciones basadas en la naturaleza en el Corredor Seco de Centroamérica y las zonas áridas de República Dominicana», organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD). «Centroamérica y República Dominicana es una de las áreas más vulnerables al cambio climático y es el sitio perfecto para, lo que yo denomino, el gran laboratorio de acción climática», ha explicado el director ejecutivo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), Carlos Manuel Rodríguez.

El Corredor Seco es una franja que se extiende desde el norte de Centroamérica hasta el oeste de Panamá, principalmente en la vertiente del Pacífico, y donde la época de sequía es más prolongada que en el resto de la región. Aquí, al igual que en República Dominicana, las consecuencias de los fenómenos climáticos se ven exacerbadas por la degradación ambiental y la vulnerabilidad de la población, que vive mayormente en condiciones de pobreza, es fuertemente dependiente de la agricultura y a menudo se ve forzada a migrar debido a estas condiciones.

Además, las perspectivas de futuro no son demasiado buenas, y es que la transformación del clima global a causa del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero sólo promete aumentar la periodicidad e intensidad de los eventos extremos. Según las proyecciones climáticas, para fines de siglo las temperaturas en esta zona subirán entre 3 y 3,5°C en un escenario intermedio de reducción de emisiones y entre 6 y 7°C en el caso de que la trayectoria actual se mantenga.

«Lo que sucede en Centroamérica y República Dominicana puede pasar en el resto del planeta, eso significa que lo que hagamos (aquí) es un laboratorio de acción climática para recoger experiencias y replicarlas a nivel global», ha añadido Rodríguez.

Soluciones basadas en la naturaleza

La propia naturaleza ofrece soluciones para que las comunidades del Corredor Seco y las zonas áridas de República Dominicana estén mejor preparadas ante los efectos del cambio climático. De hecho, un estudio del PNUMA, encontró que las medidas de adaptación basadas en ecosistemas pueden ayudar a garantizar el acceso al agua para mantener los cultivos todo el año, aumentar la productividad, reducir la inseguridad alimentaria y beneficiar la biodiversidad.

Medidas como mejorar la conservación y restauración de bosques en la parte alta de las cuencas ayudaría a reducir la erosión y regular los caudales, mientras que el riego por goteo en los cultivos de hortalizas puede disminuir el consumo de agua hasta 70% para rendir las reservas de agua. Además, otras soluciones como el cultivo de café con sombra contribuye a aumentar la fertilidad del suelo, mientras amplía el acceso de los agricultores a otros mercados como el de frutas o leña.

Centroamérica
Un agricultor nicaragüense en su plantación de pimientos.

«Las soluciones basadas en la naturaleza son necesarias con prácticas como la reducción de la desforestación, manejo de orgánica, uso de variedades criollas o reforestar partes altas de la cuenca», ha señalado el director regional del PNUMA en América Latina y el Caribe, Leo Heileman. Y es que esta estrategia de infraestructuras puede ayudar a restaurar los servicios ecosistémicos garantizando el suministro de agua, la prevención de desastres y la continuidad de la agricultura para contribuir a largo plazo a combatir el hambre y crear fuentes de ingresos para las comunidades, dando alternativas a la migración, mientras se protege la biodiversidad

“Los campesinos de estas tierras no han causado el cambio climático y, sin embargo, están pagando las peores consecuencias. Ahora bien, no hay que buscar las soluciones solamente afuera. La mayor parte de las técnicas para mejorar calidad de vida de las personas y aumentar la productividad de los cultivos se encuentra en la propia naturaleza», ha añadido Gustavo Máñez, coordinador regional de la misma organización.

El agua, fuente de oportunidades

La vertiente del Pacífico alberga las ciudades más pobladas de Centroamérica, es el hogar de 70% de la población de estos países y sin embargo hace uso de sólo 30% del agua disponible debido a la recurrencia de las sequías y la gestión poco eficiente.

Para intentar poner remedio a esta situación, el PNUMA ha identificado a través de una evaluación de vulnerabilidad local las cuencas con mayor exposición y sensibilidad frente a los efectos del cambio climático y menor capacidad de adaptación en los siete países estudiados. En total, 36 municipios donde viven 1.157.000 personas fueron priorizados para potenciales intervenciones tras considerar variables como suministro y demanda de agua, situación del agua superficial y subterránea bajo distintos escenarios de aumento de temperatura, dependencia rural, disponibilidad de técnicas de irrigación y acceso a servicios financieros.

Además, se desarrollaron análisis hidrológicos detallados en tres cuencas de Honduras, Costa Rica y República Dominicana con el fin de diseñar acciones de adaptación que puedan ser replicadas en los demás municipios.

“La aplicación de estas medidas ayudaría a capacitar a las autoridades y comunidades respecto a la efectividad de la adaptación basada en ecosistemas. Para implementar estas soluciones, será fundamental ampliar el acceso de los gobiernos locales y agricultores a servicios financieros innovadores como las microfinanzas para promover las soluciones basadas en la naturaleza. En el Corredor Seco, sólo 10% de los pequeños productores tiene acceso a financiamiento”, ha asegurado Máñez.



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