La crisis del agua en Chile atraviesa todos los niveles económicos y sociales, pero supone sobre todo un duro golpe para los sectores más vulnerables y las zonas rurales. Repasamos los principales dilemas y los posibles cambios que afronta el país a medio plazo



Chile comienza oficialmente su otoño pero como ha sucedido desde hace poco más de una década, el cambio de estación ya no es como antes. El tránsito de verano a otoño y luego, de invierno a primavera, es abrupto y notorio, y pareciera ser que ahora solo tenemos dos grandes estaciones al año: invierno y verano. “¿Qué está pasando?”, se siguen preguntando muchos, y cuesta creer que, en esta etapa que vive el país, con sequía y crisis hídrica en muchos sectores, haya que seguir explicándolo.
Sin embargo, esta pregunta hace hincapié en un tema que, en los últimos meses y ad portas del plebiscito del 11 de abril, en que se elegirán los constituyentes que trabajarán en la creación de la nueva Constitución chilena, se ha evidenciado mucho. Hay una falta de información verídica y actual de lo que pasa en el país, en materia de cambio climático, crisis hídrica y gestión del agua, entre otros puntos, todos de gran importancia para los votantes y, cómo no, para el ciudadano común y corriente.
Resolver este dilema y votar informados es también imperioso para entender lo que vive hoy Chile más allá del plebiscito. Es cambiar el pensar y el sentir de toda una nación que sigue creyendo que el agua es un bien inagotable; que podemos usarla a destajo, pues para eso tenemos reservas naturales infinitas y que la sequía solo tiene que ver con el cambio climático y en ella, el ser humano no tendría nada que ver.
La gobernanza del agua
Hace poco más de un año les contábamos que la crisis hídrica en el norte de Chile estaba obligando a pequeños ganaderos a emigrar, junto con sus animales, a ciudades del sur de Chile, buscando alimentos y también agua. Una medida extrema que podría volverse más habitual de lo que pensamos, si es que no se definen en el mediano plazo alternativas para mitigar la sequía creciente que afecta la zona, pero también si no se establece un nuevo marco que regule las diversas actividades productivas y ponga freno a una crisis hídrica, donde el ser humano tiene mucho que ver.


Para todo esto se requiere voluntad y organización. Bien lo sabe la subgerente de sustentabilidad en Fundación Chile y líder de Escenarios Hídricos 2030, Ulrike Broschek, quien desde el año 2016 viene desarrollando un trabajo multisectorial, donde participan de más de 170 instituciones públicas, privadas, ONG y el mundo académico.
Ella nos cuenta que “durante este trabajo multisectorial, nos hemos dado cuenta que al momento de abordar las soluciones hay muchos acuerdos y consensos, vemos que existe mucha motivación y voluntad de parte de los diferentes actores para avanzar. Sin embargo, necesitamos el desarrollo de una política de Estado efectiva, co-construida desde los territorios y en estrecha colaboración con el sector productivo, ciudadanía y especialistas, que trascienda a los gobiernos, y una institucionalidad adecuada que aborde políticamente, de manera completa, el problema del agua. Un problema que hoy, lamentablemente, se está viendo de forma sectorial, de manera fragmentada sin la mirada común de todos los actores y la puesta en común en los territorios”.
“Requerimos un modelo de gestión que responda a la necesidad de agua de múltiples usuarios. Por ejemplo, las comunidades rurales y el medioambiente no cuentan con derechos de agua y no tienen las herramientas ni los recursos para acceder a soluciones”, explica Broschek.
En este año de pandemia, el trabajo de Fundación Chile no ha cesado. “El año pasado lo dedicamos en gran medida a trabajar con los actores territoriales, para conocer y reconocer su mirada en relación a la estrategia para avanzar hacia la seguridad hídrica, es decir, garantizar la disponibilidad de agua para el bienestar humano, el desarrollo socioeconómico y asegurar los ecosistemas hídricos”, finaliza la vocera de Escenarios Hídricos 2030.
Adaptación al cambio climático
Por su extensión y condiciones geográficas, Chile posee una riqueza y diversidad en cuanto a bosque nativo, bastante excepcional. Sin embargo, saber si el cambio climático y la disminución de precipitaciones en Chile ha afectado al bosque nativo de manera concreta, no está muy claro aún, aunque desde el mundo científico sí han podido dar cuenta de que en el país se está dando un impacto importante en mortalidad de especies nativas, especialmente en la zona central.


Los bosques esclerófilos son los que han venido sufriendo los efectos del cambio climático y de la depredación humana con mayor intensidad, ya sea por medio de incendios, talas, la ganadedría intensiva o la introducción de especies exóticas. Sin embargo, estos episodios han revelado un hecho preocupante, y es que, a diferencia de episodios anteriores, hoy la capacidad de regeneración natural del bosque nativo pareciera estar cambiando.
Mundo rural y escasez de agua
En muchos sectores rurales, especialmente de la zona norte y centro del país, el agua es un bien escaso o, en el peor de casos, inexistente. Esto provoca que a diario cientos de mujeres y, en ocasiones, también sus hijos e hijas, dediquen extenuantes jornadas a buscar el agua en quebradas, riachuelos y pozos lejos de sus casas.
Una tarea que dificulta el desarrollo económico de las comunidades, pero sobre todo, de esas mujeres que dedican su vida a recolectar agua para sus familias, exponiéndose al peligro de subir sola por sitios pedregosos y solitarios. Pero, además, esta crisis revela el rol que mujeres y niñas están cumpliendo en sus comunidades, al ser ellas las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente.


Y aunque el Estado entrega 50 litros semanales de agua por persona en camiones aljibes en algunas localidades rurales, no es suficiente para poder desarrollar una vida normal, que les permita vivir sin estar en función de la obtención de agua y pensando en qué sucederá si la vertiente se seca.
Pensar en soluciones
Cada una de las realidades expuestas anteriormente, es la consecuencia de una serie de sucesos naturales, pero también de la acción humana. Ponernos a enumerar y analizar cada una de ellas podría llevarnos horas, pero sí podemos pensar en las soluciones.
Una de ellas es terminar con la fragmentación que tiene Chile en materia institucional, lo cual fue recomendado por un informe del Banco Mundial, el cual indicó que el país tiene 42 organismos vinculados con el agua, entre ellos 9 ministerios. El problema central hoy es que Chile carece de una política nacional del agua, democrática, consensuada con los actores del territorio, y respaldada por organismos como el congreso nacional o un comité de expertos. Sin duda, un problema urgente que se debe superar.


Y aunque uno de los problemas principales es la gobernanza del agua, no podemos negar que hay zonas con problemas reales generados por el cambio climático. Por ello, también se hace necesario buscar soluciones de diversa índole, las cuales requieren de tecnología, inversión económica pública y privada, pero también de conciencia y un cambio cultural, para resolver un problema que requiere de una sociedad organizada, informada y comprometida.
El primer pasó será ver, post resultados del plebiscito, si estamos a la altura de tal dilema.
