Un reciente estudio de investigadores de la Universidad de Santiago de Chile entregó preocupantes datos sobre la disminución irreversible de la nieve en la cordillera de la zona central de los Andes, lo cual implica definir medidas urgentes de adaptación ante la pérdida de agua que esto generará



La Cordillera de los Andes es un macizo montañoso que los habitantes de Chile conocemos bien. Ella no solo es parte de nuestros libros de historia y geografía, donde se nos explica desde niños su nacimiento, extensión y cómo se mueve a diario, convirtiéndonos en uno de los países más sísmicos del mundo y con gran cantidad de volcanes activos, pero también, en nuestra principal fuente de agua.
Una característica que en el trajín de la vida diaria pareciera que hemos olvidado, y de lo cual solo reparamos cuando los sucesos noticiosos al respecto nos golpean en las portadas de prensa o noticieros. Y si lo hacen, es por sucesos que nos hablan de cómo está perdiendo su capacidad de almacenar agua, del derretimiento de los glaciares o de las diversas faenas productivas que en ella se desarrollan.
Éste es el caso, pues un reciente estudio indica que la Cordillera de los Andes está sufriendo cambios graduales, constantes, los cuales no es posible detener ni remediar, pero sí conocer, para poder definir medidas concretas y urgentes para no seguir provocando más daño.
La cordillera más larga del mundo
La Cordillera de los Andes se extiende por siete países y tiene una extensión estimada de casi nueve mil kilómetros de largo. En el caso puntual de la sección chilena, se trata de un cordón lleno de vida y biodiversidad, donde habita flora y fauna que va cambiando según la zona del país donde se encuentra, la cual ha sido golpeada no solo por acción humana, sino también por el cambio climático.
Bien lo saben los científicos de Antarctica, el Grupo de Investigación Antártica del Departamento de Física de la Universidad de Santiago de Chile, quienes detectaron una baja significativa en la cobertura nival, entre la latitud 23°S (Calama) y la latitud 39°S (Talca) al mes de mayo de 2021, la cual presenta un déficit promedio de casi 60%, lo que indica que la Cordillera de los Andes se está quedando sin nieve.
De ello nos cuenta el Dr. Raúl Cordero Carrasco, climatólogo y líder de esta investigación, quien indica que “antes de comenzar a hacer estos análisis, nosotros ya sabíamos que la cobertura nival estaba retrocediendo, y esto porque la nieve es muy sensible al alza de temperaturas, también a la baja en precipitaciones, e inicialmente estuvimos tratando de estudiar si es que el material particulado generado en las ciudades o en la industria minera, típica actividad industrial en la cordillera, estaba generando, que, al depositarse sobre la nieve, contribuía a derretirla”.


“Lo que tenemos claro es que la Cordillera de los Andes, irónicamente, está perdiendo nieve como en todo el mundo, a un 10% por década y el factor clave, determinante, es la caída en las precipitaciones, o sea llueve menos y cada vez cae menos nieve y eso está contribuyendo a la pérdida de nieve. Ahora, el alza de temperatura, que es significativa, no es el principal mecanismo por el cual estamos perdiendo nieve, y la contaminación, más allá de que haya lugares más impactados que otros, tampoco es el gran responsable, el gran responsable sigue siendo la baja en precipitación”, enfatiza el académico.
En esta investigación en particular, los científicos de Antarctica pudieron, gracias a imágenes entregadas por satélites, comparar la cobertura nival detectada por el satélite durante el mes de mayo de 2021, con todos los meses de mayo de un período de referencia de 20 años, que es desde cuando han estado disponibles estos satélites, lo que da, de todas formas, un buen marco de referencia según los especialistas.
Fue así como detectaron que el déficit de cobertura nival de mayo de 2021 era significativo al 60%, aunque también ha habido meses con resultados menos extremos. Aun así, el Dr. Cordero Carrasco explica que “estamos perdiendo 10% por década, esa tendencia comenzó aproximadamente hace cuatro décadas en Chile, por lo tanto hemos perdido ya un 30% de nieve, por lo que podemos resumir la historia como que 1/3 de la cobertura nival de Los Andes centrales en Chile, se perdió”, lo cual “es poco probable que recuperemos, porque tendríamos que recuperar precipitaciones y eso es difícil que pase, pues todos los modelos climáticos indican que, con diferentes grados, vamos a seguir perdiendo precipitaciones hasta mediados de siglo más o menos, o sea hasta que al fin detengamos el proceso de calentamiento global”.


“El calentamiento global significa para nosotros menos lluvia y menos lluvia significa menos nieve, menos precipitaciones en la cordillera y menos nieve en la cordillera”, reitera el científico de la Universidad de Santiago.
Un antecedente alarmante, pues esta nieve es “el gran reservorio de agua, la gente siempre dice que los glaciares son los reservorios, pero en verdad el caudal de nuestros ríos en la zona central durante la primavera es nieve derretida, lo que se conoce como nieve estacional. Entonces cuál es el problema, que si la nieve simplemente no cae el caudal de los ríos va a la baja, por lo que al perder lluvia, también perdemos nieve y caudal de río en la temporada seca, es decir en primavera y verano. Al perder nuestros grandes reservorios de agua natural vamos a tener que construir reservorios artificiales probablemente, más embalses”, expone el climatólogo.
Un caso particular
Aunque la contaminación no es un factor determinante en la disminución de la cobertura nival en la cordillera de la zona central de Chile, el científico Raúl Cordero Carrasco, nos explica que sí está afectando la calidad de la nieve de un par de centros de ski en Santiago, específicamente a los complejos de La Parva y Valle Nevado, ubicados a 30 kilómetros de la capital del país.
En esos lugares nos indica que probablemente se encuentra la nieve más sucia de la Cordillera de Los Andes, y esto porque, tras mediciones de los vientos en la estación de monitoreo de La Parva que posee la Universidad de Santiago, corroboraron que los vientos que vienen de la ciudad de Santiago, trae consigo una nube contaminante que ensucia la nieve.


“Son partículas que se depositan, lo que se llama deposición seca, que es cuando caen por gravedad o deposición húmeda cuando cae nieve y la arrastra al piso. El hollín, el carbono negro que le dicen, no es negro, sino que absorbe la radiación solar, se calienta la partícula y derrite la nieve. Entonces, nosotros estimamos que La Parva y Valle Nevado pierden alrededor de unos 30 cms de nieve cada año, cada invierno, esa nieve se derrite antes de lo que debería producto de la contaminación, pero esos 30 cms se pierden solo en esa zona, el resto de la cordillera está razonablemente limpio aún”, explica el investigador.
Ésta podría ser una nueva alarma para otros centros de ski a lo largo del país, pero sobre todo un nueva señal de este punto sin retorno que implica el avance del cambio climático, si es que no hacemos nada. “Muchos me dicen que el cambio climático va a afectar a nuestros hijos, cómo que a tus hijos les digo, si es ahora cuando no llueve, ahora, hay que destacar eso, de que no es que nosotros vamos a perder nieve, no es que vamos a perder glaciares, estamos perdiendo y hemos perdido ya un tercio de nuestras lluvias, un tercio de nuestra cobertura nival, gigantes volúmenes de hielo, glaciares, producto del cambio climático”, indica enérgicamente el climatólogo Raúl Cordero Carrasco.
“Entonces, la moraleja es que esto requiere urgente acción, adaptación, vía compensar la pérdida de nuestros embalses naturales, y mitigación, vía acelerar la transición energética. Chile es exitoso, es uno de los países que ha tenido una transición energética, es rico en esa energía y por fin podemos y estamos explotándola, lo cual es un mérito, pero aun así se puede hacer más rápido, hay que relevar la urgencia, porque si no vamos a llegar a mediados de siglo con una cordillera sin nieve”, finaliza el investigador de Antarctica.
