La pandemia del nuevo coronavirus provocará un incremento del hambre y del número de pobres en los países de América Latina y Caribe en torno al 13%, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)



América Latina superó el pasado fin de semana los 150.000 casos de contagios del nuevo coronavirus que causaron la muerte a más de 7.400 personas en la región.
El avance de la pandemia y su impacto en la actividad económica y el empleo en una región que parte en desventaja desde el punto de vista de seguridad alimentaria, hará que el número de personas pobres pase de los 186 millones actuales a los 214 millones antes de que acabe el año.
Esta es una de las principales advertencias del informe de la Organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura en América Latina y Caribe (FAO) con un prolijo análisis sobre el impacto de la COVID-19 en los sistemas alimentarios de la región.
El informe asegura que la mejor forma de minimizar el impacto económico que tendrá la pandemia en los países de la región, es generando estrategias conjuntas de solución.
Los efectos del COVID-19 sobre los sistemas alimentarios y la seguridad alimentaria en los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), variarán, en primer lugar, según las estrategias sanitarias desarrolladas en cada uno de los países, y serán más profundos según se extienda su aplicación en el tiempo, en ausencia de políticas complementarias.
Adicionalmente, los impactos sobre la oferta y demanda de alimentos dependerán de las estructuras productivas y comerciales de los países, de sus niveles y grado de desigualdad de los ingresos, y de factores externos relacionados con los mercados energéticos y crediticios, o los tipos de cambio.
La CEPAL estima que en 2020 el número de pobres en la región subirá de 186 a 214 millones de personas, en tanto que el número de las personas en pobreza extrema podrían aumentar de 67,5 a 83,4 millones.
Esto significaría que entre 2019 y 2020 la tasa de pobreza regional pasé de 30,3% a 34,7% y la tasa de pobreza extrema de 11,0% a 13,5%.


En relación al número de personas con hambre (millones), la República Bolivariana de Venezuela (6,8), Haití (5,4), México (4,7), Perú (3,1), Guatemala (2,6) concentraban más de la mitad de los subalimentados de la región.
«La región ha visto empeorar su seguridad alimentaria en los últimos años y esta nueva crisis podrá impactar de forma especialmente severa a ciertos países y territorios», señala el organismo en el documento que encargó México en su calidad de presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En ese sentido, la FAO resaltó a los países donde hay inseguridad alimentaria aguda por factores económicos y climáticos: Venezuela, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Haití.
Agregó que el mayor riesgo en el corto plazo es no poder garantizar alimentos «a la población que está cumpliendo con las medidas de seguridad sanitaria para evitar la propagación del virus, y que en muchos casos ha perdido su principal fuente de ingresos».
Por ello, el organismo afirma que los gobiernos deben declarar la alimentación y agricultura como actividades estratégicas de interés público nacional.
América Latina y el Caribe producen suficientes alimentos para satisfacer las necesidades de todos sus habitantes. El problema central del hambre en la región no es la falta de alimentos, sino las dificultades que los más pobres enfrentan para poder acceder a ellos.
«Es esencial mantener vivo el sistema alimentario para que la crisis sanitaria no se transforme en una crisis alimentaria«, insiste Julio Berdegue, representante regional de la FAO.
El organismo recomienda reforzar los programas de apoyo nutricional para madres en edad fértil y niños menores de cinco años, así como asegurar la alimentación escolar y expandir programas de protección social.
«Para garantizar la oferta de alimentos, la FAO recomienda facilitar el transporte y acceso económico a insumos productivos (semillas, fertilizantes, piensos, etc) y a maquinaria e infraestructura».
También insta a apoyar el transporte y envasado de productos agropecuarios y «resolver problemas logísticos de las cadenas de valor alimentaria” y resalta que es necesario, a su vez, garantizar la operación de puntos de venta como mercados y supermercados.
