El dramático futuro de Chile ante el cambio climático - EL ÁGORA DIARIO

El dramático futuro de Chile ante el cambio climático

Un reciente estudio de la Universidad de Chile, centrado en desarrollar proyecciones de cambio climático para temperaturas mínimas, máximas y también precipitaciones, mostró los efectos que se vivirán en el país, hasta fines del siglo XXI. Cifras realistas y duras, que invitan a definir acciones de largo plazo para mitigar los inminentes efectos del cambio climático en diversas áreas.


El cambio climático es un proceso que cada año avanza con mayor rapidez y de manera sostenida en todo el planeta. En el caso puntual de Chile, se trata de un suceso que no causa aún alarma general, sobre todo porque sus efectos no son fácilmente percibidos por la gente. El agua potable sigue llegando a gran parte de los hogares; las frutas y verduras abundan en supermercados y ferias libres; el consumo de carne no ha mermado y en los sectores urbanos, es posible ver con facilidad amplios parques y jardines bien cuidados.

Quizás por estas razones y muchas más, nos cuesta asimilar que el cambio climático lleva años cambiando la fisonomía del país y que esto no solo es irreversible, sino que tampoco podrá detenerse. Sin embargo, ante el panorama catastrófico que se nos viene en las próximas décadas, es posible adelantarse, a fin de preparamos y mitigar sus efectos.

Acciones para mitigar el cambio climático hay muchas y las hemos escuchado más de una vez: disminuir las emisiones de carbono; hacer un uso responsable de los recursos; girar hacia una economía circular; generar menos residuos; cuidar y conservar nuestros ecosistemas, los océanos, los bosques nativos; crear áreas de conservación de la naturaleza y así, muchas acciones por concretar y por las cuales trabajar.

Es por ello que, pensando precisamente en saber con certeza cuál será el panorama de Chile frente al cambio climático, es que un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile analizó las proyecciones de temperaturas y precipitaciones en 400 puntos del país para todo el siglo XXI, estudio que permitió identificar las señales de cambio climático en las distintas macrozonas de Chile, bajo distintos modelos de simulación, para los períodos 2016-2035, 2046-2065 y 2081-2100, y para tres escenarios: optimista (RCP2.6), estabilización (RCP4.5) y pesimista (RCP8.5).

Un panorama cambiante

El equipo clave en esta investigación, liderado por el académico y bioquímico Manuel Paneque Corrales, e integrado por las y los investigadores Juan Manuel Uribe, Daniela Araya-Osses, Ana Casanueva y Celián Román-Figueroa, tiene como línea de trabajo principal los ecosistemas desérticos, mejoramiento genético y cambio climático, donde desarrollan, en una estación experimental ubicada a 3.200 metros de altura en medio del desierto chileno, adaptación de especies en zonas extremas, para la producción de biomasa y su valorización en bioenergía y captura de carbono, así como la reducción de degradación de ecosistemas.

Precisamente, con el fin de saber qué se esperaba para Chile en las próximas décadas, fue que realizaron este estudio, bajando las proyecciones de los escenarios futuros a escala local, para los períodos 2016-2035, 2046-2065 y 2081-2100, usando para ello la información de 400 estaciones meteorológicas a lo largo del territorio, con una data de 30 años, lo que les permitió analizar las tendencias de temperaturas y precipitaciones para todo el siglo XXI, identificando las señales de cambio climático en las distintas macrozonas de Chile, y bajo seis modelos de simulación.

Los resultados a los que llegaron fueron alarmantes.

Laguna Torca completamente seca (Maule, Chile). | Foto: Claudia Bosch

En cuanto a temperaturas mínimas y máximas, el escenario más favorable para las temperaturas mínimas proyecta aumentos de hasta 2°C para todo Chile en los tres períodos de estudio. El modelo más pesimista, por otra parte, proyecta aumentos de hasta 2°C para todo Chile en el futuro cercano (2016-2035), hasta 4°C para el futuro medio (2046-2065) y aumentos sobre los 4°C para el período futuro lejano (2081-2100). Para este último, además, los aumentos de temperatura en los meses de invierno son mayores que los proyectados para los meses de verano.

Respecto a las tendencias sobre temperaturas máximas, el modelo más favorable indica que los aumentos también serían de hasta 2°C para todo Chile en los tres períodos. El escenario más negativo, en tanto, proyecta aumentos de hasta 2°C para todo Chile en el futuro cercano (2016-2035), aumentos sobre 4°C en los meses de invierno para el futuro medio (2046-2065) y aumentos entre 2°C y 4°C en las otras temporadas. Finalmente, las proyecciones para el futuro lejano bajo este modelo indican aumentos sobre los 6°C en los meses de invierno y sobre los 4°C en las otras temporadas.

Manuel Paneque Corrales, subdirector del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Chile y líder del estudio, nos explica que estas alzas de temperatura “significan mucho, porque si aumentan las temperaturas mínimas y máximas, se afecta el lugar donde nieva, es decir la isoterma asciende. Así, se acumularía menos nieve, ya que hay una transferencia de sólida a líquida, aumentando la escorrentía invernal y disminuyendo la de verano, y no podremos acumular esa agua que ahora llegaría en forma líquida y no como nieve, para otro período”.

En cuanto a las estimaciones de precipitación, éstas presentan mayor variabilidad espacial en comparación a los resultados de temperatura. A nivel general, se prevén disminuciones de entre un 20 y un 80% en las precipitaciones entre las regiones de Valparaíso y Aysén, dependiendo del escenario y período futuro considerado. Destacan, además, las proyecciones para el período 2081-2100 bajo el escenario más pesimista, con bajas en las precipitaciones por sobre el 60 por ciento entre las regiones de Atacama y Los Ríos, tanto en verano como en invierno, mientras que en el altiplano y la zona austral las precipitaciones aumentarían sobre un 40 y 20 por ciento, respectivamente.

Lago en Atacama, Chile.

El escenario optimista advierte disminuciones en la zona centro-sur para la temporada de verano, entre las regiones de Coquimbo y Aysén, para todos los períodos futuros. En los meses de invierno, esta disminución abarcaría un área mayor, que va desde la región de Atacama hasta la de Magallanes. Por otro lado, se proyectan grandes áreas con aumentos de precipitación para la zona altiplánicas de las regiones de Antofagasta y Atacama en verano.

El escenario de estabilización, presenta un aumento de las precipitaciones estivales desde la región de Arica y Parinacota hasta la de Coquimbo en el futuro cercano, medio y lejano. Para los meses de invierno se estiman aumentos solo en la región de Antofagasta en el período 2016-2035, mientras que para los períodos 2046-2065 y 2081-2100 se proyectan principalmente disminuciones a lo largo de todo el país, exceptuando zonas de altura en el Altiplano, donde las precipitaciones crecerían.

Finalmente, el escenario más pesimista alerta disminuciones superiores al 60% en el futuro medio y lejano entre las regiones de Antofagasta y Aysén. Solo en la región de Magallanes ocurrirían incrementos de precipitaciones en verano, las que aumentarían en más de un 80%. En el futuro cercano, se proyectan disminuciones de hasta un 40% entre Atacama y Aysén durante el invierno, con incrementos sobre un 40 por ciento en Antofagasta. Para el futuro medio, en tanto, se estiman disminuciones en las mismas regiones, pero con una caída del 60 por ciento en las precipitaciones. Por último, en el futuro lejano, la disminución de las precipitaciones superaría el 80% entre las regiones de Arica y Parinacota y Valparaíso.

Sobre estas variaciones de precipitaciones, Paneque indica que “la tendencia de las precipitaciones es a la baja, los cambios en el paisaje son todos sutiles y no se dará de un día para otro, sino paulatinamente. Recordemos que, un déficit de precipitaciones cercano al 30% ha provocado una megasequía en la zona central, pero no hemos dejado de utilizar el agua para consumo humano o para la agricultura. Y esto es porque los ríos siguen corriendo, sigue habiendo agua de glaciares, las plantas se van adaptando a ese déficit hídrico, por lo tanto, esos cambios no son bruscos, sino que se dan a más largo tiempo. Pero no podemos relajarnos, porque lo que sí tenemos claro es que la zona central tiene una tendencia de precipitaciones a la baja y las proyecciones climáticas indican que esa tendencia se va a mantener en el tiempo”.

Zona Sur de Chile.

“Además, cuando tenemos un déficit de lluvias a corto plazo, las precipitaciones pueden mitigar en parte la sequía, pero lo que sucede es que, si las precipitaciones a largo plazo disminuyen mucho y además tenemos un período de sequía importante, las consecuencias más profundas serán para los ecosistemas y nosotros, porque dependemos de las precipitaciones para las distintas necesidades y no se podrá suplementar o estará disponible para ello. Las sequías son un evento natural, que van a ser más peligrosas, porque de alguna forma están reforzadas por la señal de cambio climático identificada”, analiza en investigador.

Por otro lado, se debe considerar que la disminución de precipitaciones, incidirá directamente en el aporte directo de agua almacenada en embalses, ríos y napas subterráneas.

Zona central de Chile la de mayor impacto

El estudio de la Universidad de Chile, proyecta también que la zona central de Chile será una de las más afectadas del país, dado que es donde se esperan los mayores aumentos de temperaturas mínimas y máximas, así como también disminuciones en las concentraciones de precipitación. Uno de los impactos de estas proyecciones es el desplazamiento de la isoterma 0 a zonas más altas, lo que a su vez reduciría las áreas con almacenamiento de nieve y, por lo tanto, afectaría en la disponibilidad de agua dulce.

Otro efecto se daría en la producción agrícola de frutales, pues muchos requieren una cierta cantidad de horas de frío para salir del estado de dormancia, por lo que esta disminución de horas de frío provocaría floración tardía o escasa, deformación de frutos y reducción en la calidad de éstos.

La agricultura es una de las áreas que más se verá afectada con el cambio climático. “Con estos cambios que planteamos tenemos problemas graves, ya que los ciclos de las plantas comienzan a modificarse, porque en el período en que uno espera la floración no ocurre o se dio en una fecha fuera de lo que estaba previsto que ocurriera. Y si eso se da con precipitaciones, que afecten de alguna manera la cuaja del fruto, entonces se van a dar fenómenos que pueden afectar la actividad frutícola”, explica el académico de la Universidad de Chile.

Pero también, “en la medida que aumentan las temperaturas, puedes propiciar que aparezcan enfermedades en los cultivos, las cuales quizás hoy no tenemos en nuestro territorio, pero sí empiezan a proliferar en otras áreas del planeta. Esto llevará a que la agricultura va a tener que moverse hacia zonas en que se den las condiciones climáticas que requiere”, continúa Paneque.

Valle vitícola de Casablanca, Chile. | Foto: Tetyana Dotsenko

Ante ello, “la agricultura también tiene un reto, que es hacer mejoramiento genético de estas especies, tenemos tecnología disponible para ello. Nosotros los científicos podemos generar plantas que sean resistentes al déficit hídrico, a las alzas de temperaturas, y que puedan producir en condiciones más extremas. Por lo que creo que el mejoramiento genético de las distintas especies frutales y que son para alimentación debiera ser una prioridad país, donde los centros de investigación que trabajan en eso hoy se potencien, para poder generar especies que nos permitan suplir los problemas relacionados con el cambio climático”.

Por ello este estudio sobre escenarios que considera períodos dentro de los años 2016-2100, es un aporte sustancial para la toma de decisiones del mundo político y también al mundo científico, que suma una evidencia más de que el cambio climático es una realidad, y nuestro país se va a ver afectado por esta condición.

Y para finalizar, el líder del equipo investigativo, Manuel Paneque Corrales, reflexiona diciendo que “es importante migrar a un desarrollo sostenible, no sustentable, porque hoy en día es muy difícil serlo, porque sustentable es cuando el ecosistema por sí mismo puede recuperarse. Hoy los ecosistemas necesitan ayuda y la ayuda es nuestra, de cómo impactamos menos sobre ellos”.



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