Copernicus advierte que los incendios en Argentina y Paraguay durante el primer semestre de 2022 han tenido una intensidad y número récord. Las catástrofes han derivado en emisiones de gases invernadero muy elevadas



El Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) ha registrado una actividad «inusualmente alta» con una «intensidad récord» de incendios en Sudamérica durante el primer trimestre de 2022. Copernicus señala que los incendios que se declararon desde enero y que siguieron activos a lo largo de febrero y marzo en la región central de Sudamérica dejaron emisiones de gases invernadero «excepcionalmente elevadas». En algunas regiones y provincias de Paraguay y del norte de Argentina se registraron emisiones récord para esa época del año.
El CAMS, que se implanta a través del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio en representación de la Comisión Europea, subraya que los incendios, en concreto en Paraguay, Argentina, Colombia y Venezuela han tenido una intensidad récord y se sitúan «muy por encima» de la media del periodo 2003-2021. La observación es recabada mediante sensores satelitales de los datos del poder radiactivo del fuego (FRP por sus siglas en inglés), un parámetro sobre la generación de calor que permite categorizar la intensidad de los incendios.
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El punto máximo de estas emisiones inusuales se registró en enero de 2022, pero siguieron bastante por encima de los niveles medios a lo largo de febrero y algunos fuegos continuaron en marzo. El norte de Argentina y Paraguay han estado experimentando condiciones cálidas y secas durante todo el verano, lo que ha tenido como resultado un mayor riesgo de incendios que se correlaciona con la actividad observada. En concreto, Copernicus analiza los datos del Sistema Mundial de Asimilación de Datos sobre Incendios (GFAS) del CAMS y concluye que en Paraguay y Argentina, del 1 de enero al 28 de febrero hubo un récord de emisiones de CO2 en una serie que comenzó en 2003.
En el norte de Argentina, estos fuegos han estado activos de manera continua en la provincia de Corrientes y el humedal de Esteros de Iberá. Las emisiones diarias totales estimadas han sido inferiores en la primera semana de marzo que en enero y febrero, pero continúan por encima de la media del periodo 2003-2021.
Los datos del GFAS entre el 1 de enero y el 28 de febrero muestran unas emisiones totales estimadas de carbono de los incendios en Paraguay de aproximadamente 5 megatoneladas. Mientras que las emisiones totales estimadas de carbono en Argentina en el mismo periodo ascienden a cerca de 12 megatoneladas. De estas más de 8,5 las produjeron los incendios en el norte del país y 5,5 de ellas procedieron de la provincia de Corrientes.
Las condiciones meteorológicas agudizan los incendios
El CAMS ha hecho un seguimiento de los incendios provocados por la sequía severa en algunas regiones de Colombia y Venezuela, donde la temporada de fuegos suele comenzar en febrero y continúa hasta abril. Los datos del GFAS mostraron mayores emisiones de incendios hacia finales de enero y a comienzos de febrero de 2022. Según el Sistema de predicción global de incendios (GEFF, por sus siglas en inglés) están relacionadas con un mayor riesgo de incendios forestales en la Amazonia y el valle del Orinoco. Además, desde finales de febrero, las previsiones del GEFF en el valle del Orinoco han mostrado mejoría, gracias al cambio en las condiciones meteorológicas en la región.
Pero todo ello puede agudizarse a consecuencia del fenómeno meteorológico La Niña, que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) prevé que continúe entre marzo y mayo. Así, Copernicus estima que unas precipitaciones de lluvia menores o mayores entre febrero y mayo podrían suponer, respectivamente, un mayor riesgo de incendios en las zonas meridionales de Sudamérica y un menor riesgo de incendio en las zonas septentrionales del continente.
Mark Parrington, experto en incendios forestales del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (CEPMPM) señaló que la CAMS vigila «de cerca» los incendios a escala mundial y regional. Con observaciones casi en tiempo real sobre la ubicación e intensidad de los incendios activos. «Con una combinación de herramientas del CAMS, somos capaces de hacer seguimiento de la progresión de los incendios en Sudamérica y de aportar datos sobre sus emisiones de humo y sus impactos en la atmósfera tanto a escala local como mundial», comentó.
El fuego, además de arrasar el terreno también emite partículas contaminantes y gases de efecto invernadero que suponen un riesgo grave para la salud humana y medioambiental por la degradación de la calidad del aire que provocan. Los riesgos no solo son donde se producen sino en un radio de acción más largo por el viento. De ese modo, el CAMS ha confirmado que elevados niveles de humo llegaron hasta Ecuador y Perú procedentes de Colombia y Venezuela.
Los incendios en Latinoamérica se agudizan
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, (PNUMA) publicó un informe en febrero de 2022 en el que alertó de la agudización de los incendios forestales en Sudamérica. El PNUMA advirtió que la rápida deforestación de sabanas y bosques tropicales de la región, sumada a las sequías y limitadas políticas para evitar incendios ha derivado en fuegos desastrosos. El reporte afirma que más de 6 millones de hectáreas en las zonas amazónicas de Bolivia, Brasil, Colombia y Perú fueron devastadas por el fuego tan solo en 2019.
Los incendios en bosques tropicales son rara vez de origen natural ya que las condiciones húmedas de estas zonas no son propicias para que el fuego prolifere. El PNUMA advierte que factores como el cambio climático o la deforestación para el uso humano del terreno propician estas catástrofes.
El cambio climático provoca que haya mayor cantidad de biomasa en bosques tropicales, lo que alimenta fuegos más grandes e intensos. Estos incendios elevan los sedimentos en los ríos y elevan sus temperaturas, lo que se traduce en un daño al ecosistema acuático. La erosión que dejan los grandes incendios a su paso contamina los cuerpos hídricos, afecta la calidad del agua y las especies que dependen de ellos. Nutrientes como el nitrógeno y fósforo se potencian y reducen el oxígeno en el agua, lo que pone en peligro a los organismos acuáticos.
La falta de políticas adecuadas para controlar incendios en Sudamérica también es un factor importante según el PNUMA. Los expertos advierten que los incendios descontrolados ponen en peligro no solo a los ecosistemas sino también zonas dónde habitan comunidades indígenas vulnerables.