Hace pocas semanas, nuestro admirado Julián H. Miranda glosaba en El Ágora el perfil visionario de Buckminster Fuller con motivo de la exposición dedicada a él en el Espacio Fundación Telefónica. Uno de los ingenios a que hacía referencia Miranda es el Dymaxion Car, un prototipo de 1933 que se encomendaba al trabajo aerodinámico y diversas tecnologías innovadoras para ofrecer una solución de movilidad sostenible que era ya, hace casi un siglo, una de las grandes preocupaciones del arquitecto e inventor estadounidense.
Fuller realmente le disparaba a todo, desde la vivienda y la educación hasta la gestión de los finitos recursos del planeta, pero había una línea de fondo que guiaba su labor y que suscribiría cualquier entusiasta actual del decrecimiento o la filosofía slow: hacer (como quien dice vivir) más con menos y mejorar en consecuencia las condiciones de vida de las personas.
De hecho, la denominación Dymaxion, que recayó no solo en Dymaxion Car sino también en otras invenciones del poliédrico creador -considerado un Leonardo del siglo XX- se componía de sílabas de las palabras dynamic, maximum y tension que resumían ese ideal de sostenibilidad y justicia al que en su opinión era obligado aspirar.


El Dymaxion Car tenía seis metros de largo y una sola rueda trasera que permitía hacer giros de 180 grados sobre el propio eje del coche, aunque su conducción resulta antiintuitiva y casi diabólica con viento cruzado. Gracias a su forma de lágrima, era capaz de transportar a sus hasta 11 ocupantes a velocidades de 120 millas por hora -la friolera de 193 km/h- y con un consumo de solo 7,8 litros cada 100 kilómetros, un registro sorprendente para la época y para el motor V8 de 86 caballos, suministrado por Ford, que lo impulsaba.
«Seleccionamos los 10 modelos de automóvil más locos por la eficiencia que ha conocido el siglo»
Desde los tiempos de Buckminster Fuller hasta hoy, y cada vez con mayor apremio dado el desafío climático al que nos enfrentamos, la industria del automóvil ha creado todo tipo de locos cacharros que contribuyeran a un futuro más sostenible, o al menos con alternativas al tradicional motor de combustión interna.
La búsqueda de formas lo más aerodinámicas posible ha dado lugar a auténticos engendros que dejan reducidos al Alambique Veloz y al Espantomóvil de Hanna-Barbera a la categoría de coches ordinarios. A continuación puedes ver una selección de los 10 autos más locos por la eficiencia que ha conocido el último siglo:
1. Chrysler Turbine


Entroncando automóvil y aviación, que siempre ha sido el heraldo de aquel, Chrysler llevó la era del jet al mercado de coches al desvelar este cupé de 1963 impulsado por dos turbinas que entregaban 130 caballos de potencia. Impensable tan solo una década después de su presentación, cuando estalló la crisis del petróleo de 1973, el Turbine tenía de bueno al menos que podía funcionar con cualquier cosa, desde perfume hasta combustible para aviones JP-4.
Entre 1963 y 1964 se produjeron 50 unidades, que se prestaron a 200 familias para realizar pruebas antes de que Chrysler suspendiera el proyecto. Hoy, nueve sobreviven y cinco se pueden conducir, según la compañía.
2. GMC Firebird II




Años antes que Chrysler, General Motors Company (GMC) ya había experimentado con la propulsión por turbina y con carrocerías de fibra de vidrio tomadas directamente del ámbito de los aviones a reacción. El Firebird I XP-21 de 1953, diseñado por el legendario Harley Earl, tenía incluso un cono de cola como los de los aviones de combate, aunque en realidad lo impulsaba una turbina que desarrollaba 370 caballos girando a 13.000 revoluciones por minuto.
El sucesor de aquel primer Firebird (en la imagen) fue el primer vehículo del mundo fabricado en titanio y lucía unas enormes entradas de aire para el motor turbo-eje y una cúpula acristalada clavadas a las del Número 00 de los villanos Nodoyuna y Patán.
3. Cadillac Cyclone




Otra creación de Harley Earl, en este caso con diseño de cohete y un toldo de burbuja de plexiglás que procuraba al conductor una visión de 360 grados. Este concept car incorporaba una unidad de radar que alertaba sobre objetos que se encontraban delante del vehículo, al estilo de los modernos sistemas de advertencia de colisión frontal.
Sus puertas se abrían no de la manera al uso, sino que se deslizaban por el costado como en los futuros modelos monovolumen. Eso sí, carecía de ventanas, por lo que Cadillac lo equipó con un sistema para comunicarse con las personas del exterior. Sus formas recordarían a las del Compact Pussycat de Penélope Glamour si hacemos el esfuerzo de imaginarlas sin su color rosa y sus accesorios de maquillaje.
4. Sebring CitiCar


Olvidado seguramente con razón, este fue el primer coche eléctrico producido en tiempos recientes (1975), es decir, después del boom -igualmente poco conocido- de este tipo de vehículos a comienzos del siglo XX.
El CitiCar se adelantó incluso al famoso EV-1 de General Motors, pero por lo demás no destacaba ni por su estética ni por sus prestaciones: los 3,5 caballos de su primera versión eran prácticamente los de un cortador de césped y no pasaba de los 65 km/h de velocidad máxima. La autonomía, de 65 kilómetros, no estaba mal en su momento.
5. Simca Fulgur


La alocada carrera atómica en que se enredaron Estados Unidos y la Unión Soviética a mediados del siglo XX desembocó en el no menos demencial coche nuclear. Ford golpeó primero con un modelo, llamado de forma muy conveniente Nucleon, que se movería teóricamente por medio de una reacción en cadena controlada de fisión nuclear en la que se empleaba como combustible uranio enriquecido.
El simpático Fulgur de la fotografía prometía 5.000 kilómetros de autonomía con una sola carga de uranio, pero afortunadamente no llegó a fabricarse. Otros aspectos de su tecnología sí tuvieron futuro, entre ellos su sistema de radar delantero para detectar obstáculos en la carretera y los comandos por voz.
6. Cadillac World Thorium Fuel Concept


El dislate del coche nuclear se ha mantenido con vida hasta tiempos recientes. En fecha tan tardía como 2009, Cadillac sorprendió en el Salón de los Ángeles con este prototipo cuyo reactor funcionaba con torio, una sustancia radiactiva en principio más segura, barata, abundante y de mayor poder energético que el uranio.
En este caso lo más interesante no era su fuente de energía, sino unas ruedas sin llanta como tal y con un neumático conformado por seis finas cubiertas. Esto hacía posible que cada rueda girara a una velocidad y en un sentido determinados, lo que sobre el papel facilitaba mucho las maniobras de aparcamiento.
7. GM Sunraycer


En las antípodas de los coches nucleares se sitúan los que recurren a la energía solar -disponible en la naturaleza sin manipulación alguna por parte del hombre- para desplazarse. Pionero en este campo fue este prototipo de 1987 construido para competir en carreras en medio de Australia en las que solo cabía utilizar como combustible la potencia del sol.
Por medio de 7.200 células solares repartidas por toda su carrocería, el Sunraycer alcanzaba una punta de 79 km/h y estableció varios récords de velocidad en los campos de pruebas de la marca en Arizona. Fue una colaboración conjunta entre General Motors, AeroVironment y Hughes Aircraft.
8. Sunswift IV




Unos estudiantes australianos tuvieron el honor de batir el récord del Sunraycer al propulsar este vehículo tan parecido -salvando las obvias distancias- al Superheterodino de Los autos locos hasta los 88 km/h en 2011.
El Sunswift llevaba instalados 400 paneles solares y empleaba para moverse tan solo 1.300 vatios, lo mismo que una tostadora. El ejemplo de estos precursores lo han seguido en los últimos tiempos modelos como el Lightyear One y el Sono Sion, además de unidades preparadas de los Toyota Prius PHEV y Hyundai Sonata Hybrid.
9. Nissan Deltawing


Este desarrollo de 2012 nació con la intención de Nissan de mostrar a sus rivales en Le Mans que un diseño ligero y ultra aerodinámico bastaba para competir de igual a igual, pero haciendo uso de la mitad de la potencia del motor, con lo que era el doble de eficiente en términos de consumo tanto de combustible como de neumáticos.
El Deltawing tenía forma de dardo y llevaba en la parte delantera dos neumáticos muy próximos entre sí y un tren trasero mucho más ancho que el delantero. No ganó ninguna carrera del Mundial de Resistencia, pero demostró lo que pretendía: que podía igualar la velocidad de los demás y reducir al mismo tiempo el número de paradas para repostar.
10. Toyota Setsuna


Podríamos haber terminado este repaso con algún modelo de hidrógeno, incluso con el controvertido coche movido por agua del inventor extremeño Arturo Estévez Varela -que resultó necesitado para funcionar de unas “pequeñas piedras” que no eran sino boro, cuya reacción con el agua genera igualmente hidrógeno-, pero mejor será hacerlo con este prototipo presentado por Toyota en la Semana del Diseño de Milán de 2016.
El Setsuna (momento, en japonés) da la espalda a tecnologías y a obsolescencias programadas para entonar un canto a la madera y a su natural envejecimiento, pues se ha creado con la pretensión de durar al menos un siglo. Valga también el Setsuna como homenaje al Troncoswagen de Los autos locos y, ya de paso, al Troncomóvil de los hermanos Picapiedra.


