La Comisión Europea ha propuesto una actualización del marco regulador del Cielo Único Europeo que establezca trayectorias de vuelo más sostenibles y eficientes, lo que puede suponer una reducción de hasta el 10% de las emisiones del transporte aéreo



La actual pandemia de coronavirus ha supuesto un enorme problema para las aerolíneas, que han visto como su actividad y sus ingresos se desplomaban ante la falta de viajeros. Sin embargo, antes de que la COVID-19 paralizara todo, las propias compañías áereas reconocían que tenían un reto mayúsculo para reducir sus emisiones, que se está intentando solucionar mediante innovaciones como el hidrógeno. Pero también hacen falta nuevos marcos normativos que faciliten la transición ecológica del sector. Eso es precisamente lo que está trabajando la Comisión Europea, que ha propuesto este miércoles una actualización del marco regulador del Cielo Único Europeo.
El objetivo del cambio es modernizar la gestión del espacio aéreo europeo y establecer trayectorias de vuelo más sostenibles y eficientes, lo que puede suponer una reducción de hasta el 10% de las emisiones del transporte aéreo. Debido a la fuerte caída del tráfico aéreo, Bruselas ve necesaria una mayor resiliencia en la gestión del tráfico aéreo, que simplifique la adaptación de las capacidades de este a la demanda.
«A veces los aviones zigzaguean entre diferentes bloques de espacio aéreo, dando lugar a mayores retrasos y a un aumento del consumo de combustible. Un sistema eficiente de gestión del tráfico aéreo supone rutas más directas y un menor gasto de energía y se traduce en una reducción de las emisiones y un ahorro de costes para nuestras compañías aéreas», ha explicado Adina Vălean, comisaria europea de Transportes.
Y es que la ausencia de medidas para adaptar las capacidades de control del tráfico aéreo puede dar lugar a costes, retrasos y emisiones de CO2 adicionales. En 2019, únicamente los retrasos supusieron un coste de 6.000 millones de euros para la Unión y generaron un exceso de CO2 de 11,6 millones de toneladas. Por otra parte, obligar a los pilotos a volar en un espacio aéreo congestionado en lugar de seguir una trayectoria de vuelo directa conlleva la generación de emisiones de CO2 innecesarias, y lo mismo ocurre cuando las compañías aéreas siguen rutas más largas para evitar zonas de tarificación con precios más elevados.
«La propuesta de revisión del Cielo Único Europeo no solo contribuirá a reducir las emisiones de la aviación hasta en un 10 % gracias a la mejora de la gestión de las trayectorias de vuelo, sino que también estimulará la innovación digital, al abrir el mercado de los servicios de datos en el sector. Con las nuevas normas que proponemos, ayudamos a nuestro sector de la aviación a avanzar en la doble transición, ecológica y digital«, asegura Vălean.
Una normativa a la espera
En cualquier caso, la propuesta actual de la Comisión se debe someter todavía a las deliberaciones del Consejo y el Parlamento, y aunque el Ejecutivo europeo espera que dichas deliberaciones concluyan lo antes posible, las negociaciones pueden retrasar la actualización del Cielo Único Europeo. Además, tras la adopción definitiva de la propuesta, será necesario elaborar con expertos actos de ejecución y actos delegados para abordar cuestiones más detalladas y técnicas.
Aún así, con el fin de garantizar unos servicios de gestión del tráfico aéreo seguros y rentables, la Comisión ha propuesto ya varias medidas concretas. Por un lado, será necesario reforzar la red europea y su gestión para evitar la congestión y las trayectorias de vuelo deficientes, que deberá venir acompañado de una reestructuración del mercado europeo de servicios de datos para mejorar la gestión del tráfico aéreo. Por otro, también se quiere racionalizar la regulación económica de los servicios de tránsito aéreo prestados en nombre de los Estados miembros para estimular un mayor grado de sostenibilidad y resiliencia e impulsar la mejora de la coordinación para el establecimiento, el desarrollo y el despliegue de soluciones innovadoras.
Según apunta la Comisión, «el Cielo Único Europeo allana el camino para que el espacio aéreo europeo se utilice de forma óptima y adopte tecnologías modernas, garantiza una gestión colaborativa de la red que permita a los usuarios de ese espacio transitar por rutas respetuosas con el medio ambiente y será compatible con servicios digitales que no requieren necesariamente la presencia de infraestructura local».
La iniciativa del Cielo Único Europeo se puso en marcha en 2004 para reducir la fragmentación del espacio aéreo en Europa y mejorar los resultados de la gestión del tráfico aéreo en términos de seguridad, capacidad, rentabilidad y medio ambiente. En 2013, la Comisión presentó una propuesta de revisión del Cielo Único Europeo (CUE 2+), pero por desgracia las negociaciones han estado estancadas en el Consejo desde 2015.
En 2019 se creó un Grupo de Sabios, compuesto por quince expertos en este ámbito, para evaluar la situación actual y las necesidades futuras de la gestión del tráfico aéreo en la Unión, lo que dio lugar a varias recomendaciones. Posteriormente, la Comisión modificó su texto de 2013, introduciendo nuevas medidas, y elaboró una propuesta separada para modificar el Reglamento de base sobre la AESA.
