Un estudio de la Universidad de Valladolid concluye que la sustitución de la mayor parte de vehículos actuales por eléctricos no conduciría por sí misma a los objetivos establecidos en el Acuerdo de París



Una de los grandes retos de la transición ecológica es la electrificación del parque automovilístico. Actualmente, el transporte es responsable de más del 30% de las emisiones de CO2 en la UE, de las cuales el 72% proviene del transporte por carretera, ya sea de coches o camiones. Por eso, el avance de los vehículos eléctricos es una de las grandes prioridades de muchos países europeos, que cada vez invierten más en puntos de recarga y ofrecen importantes ayudas para formentar la compra. Sin embargo, es importante no pensar que la llegada de la movilidad eléctrica se van a acabar nuestros problemas climáticos.
Un estudio publicado por la Universidad de Valladolid (UVA) ha concluido que, aunque los vehículos eléctricos fueran preponderantes, su implantación no conduciría por sí misma a los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que establece el Acuerdo de París. A través de un modelo propio que integra variables económicas y energéticas denominado MEDEAS, el grupo responsable del estudio ha demostrado que además de la movilidad eléctrica es necesario considerar otras medidas para alcanzar las metas fijadas en el Pacto Verde Europeo.
Y es que, según el estudio, el mantenimiento de las tendencias actuales conduce a un crecimiento del 20% de los niveles actuales de emisión, mientras que la introducción de vehículos eléctricos como forma de transporte mayoritaria permitiría reducirlos tan solo un 15%. De hecho, una sustitución amplia del coche por la bicicleta eléctrica arrojaría una reducción del 30% de las emisiones, aún lejos del 55% fijado por la Comisión Europea para 2030.
El paradigma que el estudio defiende como ideal para afrontar los actuales planes de descarbonización es el del decrecimiento, que definen como «una reorganización de la economía para reducir el consumo de recursos naturales y de residuos en economías desarrolladas como las de la Unión Europea, conjugado con una reestructuración económica y social».
Aún así, en términos económicos, el modelo dibuja escenarios con una alta penetración de vehículos eléctricos y con la apuesta de la bici eléctrica y otros vehículos ligeros eléctricos como beneficiosos para la economía, que sería más capaz de adaptarse a la escasez de petróleo. A pesar de ello, los especialistas advierten de que hay que tener en cuenta que estos escenarios son incapaces de reducir las emisiones lo suficiente para no entrar en una situación peligrosa derivada del cambio global. Será necesario cambiar otros muchos sectores, como la industria o la energía, para estar más cerca de los objetivos climáticos que el mundo necesita.
