La seguridad hídrica debe ser cuestión de Estado - EL ÁGORA DIARIO

La seguridad hídrica debe ser cuestión de Estado



El cambio climático es una realidad incontestable, fácilmente apreciable en el incremento de las temperaturas, la subida del nivel del mar, el deshielo de los glaciares o la frecuencia de sucesos extremos. Ante estas evidencias, es imprescindible adoptar medidas para minimizar sus consecuencias. España ha estado sometida siempre a una climatología inclemente y es uno de los países con más riesgo de sufrir estrés hídrico. Nuestras condiciones geográficas, e incluso el peso en nuestro PIB de sectores como el turismo o la producción agroalimentaria, nos hacen especialmente vulnerables a los efectos del calentamiento global. Hay motivos más que suficientes para trabajar en la línea de un acuerdo que permita afrontar unidos el futuro.

El cambio climático impactará en el volumen y calidad de agua disponible en España

Este año ha sido un buen ejemplo de lo que está por venir o de lo que ha llegado ya. Mientras el hemisferio norte vivía el verano más caluroso desde que se tienen registros, hemos tenido el tercer año más seco en lo que va de siglo XXI, con un 15% de precipitaciones menos de lo habitual. Además, como remate a este verano canicular, hemos sufrido un agudo episodio de lluvias torrenciales que ha anegado buena parte del sureste peninsular con precipitaciones históricas, que han dejado caer en algunos puntos la lluvia de todo un año en apenas 24 horas.

Es de uso común la expresión “nunca llueve a gusto de todos”. Pero especialmente desde hace unos años. El cambio climático ya ha entrado en la agenda global y Naciones Unidas reunió recientemente en Nueva York a los dirigentes mundiales para estudiar medidas orientadas a contener el calentamiento. Los informes científicos definen ya la situación como de crisis climática. Ante estas circunstancias, nuestra capacidad de resiliencia dependerá en gran medida de la gestión que hagamos de los recursos hídricos a partir de un criterio de colaboración y el compromiso de trabajar unidos por unos objetivos comunes. La gestión del agua es uno de los aspectos fundamentales de la gobernanza municipal y exige un criterio de responsabilidad y solidaridad por parte de todos.

Nuestro país necesita poner en marcha una política nacional sobre el agua, como acaba de hacer Francia

Frente a esta situación, asistimos a una movilización sin precedentes, impulsada por jóvenes de todos los países que reclaman acciones para garantizar su bienestar y su futuro. Afortunadamente, no están solos: les acompañan organismos, instituciones y empresas que abordan la contención del cambio climático y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU como una parte central de su actividad, tomando medidas para ser parte de la solución del problema. Es una preocupación cada vez más generalizada en todos los ámbitos económicos y sociales, en la línea de una responsabilidad medioambiental que permita preservar el entorno y garantizar un uso responsable de los recursos.

El agua es uno de los elementos más expuestos a las consecuencias de este cambio ya asumido globalmente. La gestión y el uso de los recursos hídrico está cada vez más sometida a la incertidumbre, pues el incremento de la temperatura alterará –ya lo está haciendo- los patrones de precipitaciones conocidos y aumentará la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, tal y como estamos viendo ya en nuestro país. Los efectos de estas anomalías impactarán en el volumen y calidad de agua disponible.

Estudio Ray Díaz / Marta Antelo

En ese sentido, es especialmente significativo que el gobierno francés decidiera este verano promover un gran acuerdo nacional para adaptar la gestión del agua al cambio climático. Dos años sucesivos de sequía han bastado para que Francia movilizase a todos los ministerios y sectores implicados para articular una política nacional a gran escala.

Entre otras medidas, dispuso de forma urgente un fondo de 5.100 millones de euros de inversión en cuencas hasta 2024 para proteger sus recursos hídricos, reducir el consumo y generar resiliencia ante los cambios. Si el país vecino ha adoptado estas medidas de urgencia, ¿qué podríamos decir de España? Sin duda, la urgencia es aún mayor.

Es necesario movilizar inversiones para adaptar la gestión del agua al cambio climático

Fuimos pioneros en 2006 al poner en marcha un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático que se ha ido actualizando desde entonces. Sin embargo, este proyecto está ayuno de algo esencial: recursos económicos para llevar a cabo las medidas requeridas. Es imprescindible actuar con presteza y, como ha hecho Francia, poner en marcha una política nacional sobre el agua que implemente las reformas necesarias, la dote de presupuesto y haga un planteamiento a largo plazo con la adaptación al cambio climático como guía.

La situación de interregno e incertidumbre política no contribuye precisamente a abordar una solución rápida. En este largo periodo de campaña electoral, tiempo de debate y contraste de opiniones, parece aconsejable dejar a un lado ideologías y promover un acuerdo general que garantice el acceso al agua mediante una gestión eficiente y responsable que preserve el respeto al medio ambiente. Por encima de los debates demagógicos sobre los modelos de gestión, parece un momento adecuado para promover alianzas. Sería un ejercicio de respeto y apoyo a la sociedad en su conjunto.

Debemos dejar de lado ideologías y promover un acuerdo general que garantice el acceso al agua mediante una gestión eficiente y responsable

Sea cual sea el Gobierno que salga de las urnas, sería deseable que los principales partidos cooperasen en la elaboración de un acuerdo para crear una Hoja de Ruta clara para el agua en España. Todos han hablado de un Pacto Nacional por el Agua en los últimos meses. El PSOE lo explicitó en sus 370 medidas para la fracasada investidura de Pedro Sánchez ; el PP incluía en su programa electoral la misma idea, precisando además la necesidad de consensuarlo con comunidades autónomas, regantes y sectores afectados; por su parte, Ciudadanos proponía una actualización del Plan Hidrológico Nacional para adaptarlo a las nuevas perspectivas del cambio climático.

Es tiempo de promover alianzas y no alimentar debates demagógicos sobre los modelos de gestión

Desde El Ágora, diario del agua, creemos que es preciso reclamar del futuro Gobierno un esfuerzo para consensuar con el resto de fuerzas políticas parlamentarias una política a largo plazo, un gran pacto nacional que esté a la altura del reto climático que tenemos por delante. Un acuerdo que debería ir perfilándose ya y que entienda la seguridad hídrica como una cuestión de Estado fundamental para el desarrollo social y económico del país, para el bienestar de los ciudadanos.


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