Alemania asume la presidencia de la UE este miércoles con la reconstrucción verde tras la pandemia y la digitalización como ejes de su gestión en el próximo semestre de 2020, en el que deberá vencer las reticencias de varios países al fondo de recuperación



“El mundo necesita la voz de Europa”. La canciller alemana, Angela Merkel, lo ha tenido claro desde el momento en que la pandemia del coronavirus impactó de lleno en el corazón de la Unión Europea, y ahora tiene más posibilidades que nunca de hacer oir esa voz. Alemania asume este miércoles una presidencia rotatoria de la UE marcada por el coronavirus y sus consecuencias sanitarias y económicas. Merkel tiene claro que los programas de reconstrucción tras la crisis deben llevarse a cabo siguiendo criterios ambientales y combinando ecología con economía, un reto complicado para el que necesitará reunir el consenso de los países miembro.
Lo que parece evidente es que la respuesta comunitaria a la crisis desatada por el coronavirus será el tema prioritario del semestre alemán, en el que se debe acordar el presupuesto común para el período 2021-2027 y aprobar el plan de reconstrucción de 750.000 millones de euros propuesto por la Comisión Europea (CE), que precisamente parte de la iniciativa alemana y francesa. Y, aunque hasta la semana que viene Merkel no va a exponer en Bruselas las prioridades y la agenda de su país para este periodo, ya ha dado algunas pistas.
A finales de abril, la canciller intervino en la segunda jornada del Diálogo de Petersberg, un congreso internacional sobre la lucha contra el calentamiento global que se celebra anualmente en Berlín. Allí evidenció su apuesta decidida por una reconstrucción verde. «Todos los objetivos de la Agenda 2030, también los medioambientales, sólo se podrán lograr si trabajamos de forma consecuente a nivel nacional y juntos a nivel internacional», afirmó. También hizo ver que el reparto y destino de los programas coyunturales para reactivar la economía tras la crisis desatada por la COVID-19 deben de tener siempre en cuenta criterios ecológicos.


En cualquier caso, no bastará con buena voluntad. La clave estará en la capacidad de Alemania para lograr que el Marco Financiero Plurianual para los próximos siete años se vertebre precisamente en torno a la lucha internacional contra el cambio climático y el proyecto faro de la UE para abordar esta problemática: el Pacto Verde Europeo. Pero el presupuesto deberá servir también para apuntalar las economías más castigadas por el virus, Italia y España, reforzar la soberanía sanitaria europea y mejorar la coordinación entre estados de cara al futuro.
La lucha contra la pandemia y sus repercusiones está enmarcada bajo el lema de la presidencia de Alemania «Juntos para volver a hacer fuerte a Europa», que se ilustra con un logo que representa una figura geométrica que, aunque no lo parezca, tiene una sola superficie. Eso representa, según el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, el hecho de que Europa, pese a diversos intereses, forma una unidad común, por lo que en la UE se requiere permanentemente la solidaridad de todos los países miembros.
Retos de la integración
Según la profesora Miriam Hartlapp, del Instituto de Ciencias Políticas Otto Suhr de la Universidad Libre de Berlín, la crisis de la pandemia ha hecho más visibles muchos retos del proceso de integración europea. «Muchos de los temas e iniciativas que ahora se discuten alrededor del coronavirus recogen debates virulentos que vienen de tiempo atrás», ha explicado Hartlapp en declaraciones a EFE.
La idea del Fondo para la recuperación, que se financiará con títulos emitidos por la Comisión, rompe en parte con el rechazo que había tenido hasta ahora Alemania ante cualquier forma de mutualización de la deuda. «Todavía no está decidido como se implementará ese instrumento pero es verdad que la propuesta franco-alemana de la que parte representa un cambio fundamental de la posición alemana», ha asegurado Hartlapp.
Entre las razones del cambio de posición, están lecciones aprendidas de la crisis del euro y un giro en el discurso interno alemán, «en el que el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, planteó ya antes de que estallara la crisis un abandono del ‘cero negro'», como se suele llamar la exigencia de un presupuesto equilibrado. A ello se agrega, según Hartlapp, un cambio en la opinión pública alemana en la que se percibe una mayor empatía frente al sufrimiento de otros países que en la crisis del euro.
Eso sí, mientras Alemania defiende el fondo, un grupo de cuatro países -Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia- tienen reservas frente al mismo. El principal punto de discordia es el hecho de que el fondo proporcionará no sólo créditos con bajos intereses sino también ayudas no reembolsables a los países más afectados por la pandemia.
Según Merkel, «un reto especial requiere respuestas especiales» y para países que tienen ya una deuda muy alta en estos momentos tiene más sentido otorgar ayudas a fondo perdido que créditos. Por eso, la canciller ha dicho que trabajará para convencer a los países que todavía se resisten a ello. «Es interés de todos los países miembros de la UE mantener un mercado interno fuerte y estar unidos ante el mundo. En una crisis así se espera que cada uno haga lo que es necesario y en esta situación lo necesario es algo fuera de lo común», ha asegurado en una entrevista con el Süddeutsche Zeitung relativa a la presidencia alemana de la UE.
Por otra parte, la situación internacional actual, con el desafío que representa China para las economías occidentales y los desarrollos que ha habido en EEUU bajo la presidencia de Donald Trump, es algo que, según Merkel, obliga a los europeos a mantenerse unidos.
